décimo novena flor

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El día siguiente Harry fue hasta el nuevo apartamento de Louis.

A eso de las ocho de la noche acabó todo el trabajo que tenía pendiente, finalmente recogiendo todas sus cosas y guardando dentro de los cajones varios papeles y fotografías que seguían encima de su escritorio. Bufó con fuerza del cansancio y se levantó de su silla, cogió un par de cosas que necesitaba llevarse a casa y después de asegurarse de que no se dejaba nada importante, salió de su oficina, la cerró con llave y apagó todas las luces. En todo el edificio apenas quedaban algunos de sus compañeros que sabía que aún les quedaba un rato más, ya que los dos días previos a publicar la revista del mes siempre había muchísima faena acumulada y no era de extrañar que hubiera varias personas quedándose hasta tarde para acabar con los últimos detalles.

Al salir del edificio cogió su móvil para llamar a un taxi, no sin antes revisar la dirección que Louis le había pasado por mensaje. En cuanto llegó el vehículo que había solicitado, se subió a este y le indicó al conductor la calle a la que debían dirigirse, tardando apenas quince minutos en llegar. Al hacerlo, pagó al taxista, bajó del coche y se fijó en caminar hacia el edificio correcto. Este era de unas cuatro plantas y a simple vista parecía bastante moderno, con paredes blancas, ventanas del mismo color y una entrada con puertas de cristal. Antes de tocar el timbre, tuvo que enviarle un mensaje a Louis para no apretar el botón erróneo, no queriendo tener que pasar por una corta situación incómoda con alguno de los vecinos. Una vez hecho, pasó por el portal y caminó hasta el ascensor, el cual era bastante espacioso. Subió hasta la segunda planta y una vez allí se aseguró de dar con la puerta exacta.

Finalmente, antes de que él pudiera hacer nada, la puerta empezó a abrirse.

No fue Louis quién le abrió, sino una chica de tez oscura, pelo moreno, ojos verdes y una gran sonrisa asomándose por su rostro.

—Oh, perdón, creo que... —empezó a decir Harry, realmente creyendo que se había equivocado.

—¿Harry? ¿no? —preguntó aquella chica, a lo que el nombrado asintió lentamente con la cabeza—. Pasa, pasa —dijo sonriente.

Harry se sintió algo confundido, pero hizo caso a sus palabras.

—¿Eres la compañera de Louis, no?

—Sí. Soy Amy —dijo junto con una pequeña risa. Cerró la puerta cuando Harry entró y se quedó quieto en medio del salón—. Louis está en la ducha. Ya me había avisado de que probablemente vendrías así que me ha dejado su móvil por si le preguntabas alguna cosa —explicó.

—Ah, vale, sí...

—Me ha dicho que si llegabas te diera las cosas para no tomarte mucho tiempo, pero como se ha metido en la ducha volando creo que querrá verte antes de que te vayas —soltó de nuevo con una risa floja—. Así que...¿has cenado?

Harry pestañeó un par de veces antes de decir algo.

—Eh...pues no. Acabo de salir ahora del trabajo, en realidad.

—Pues espera, que acabo de hacer fajitas de verduras —dijo antes de empezar a caminar hasta la cocina, la cual parecía estar en el cuarto de al lado.

—No hace falta, de verdad —intentó decirle Harry, pero esta ya había desparecido de la habitación.

—¡Que sí! —exclamó y acto seguido volvió a salir de la cocina con un plato de por lo menos seis fajitas en este. Caminó hasta la mesa del comedor y las dejó encima—. Ven, siéntate si quieres y esperamos a Louis. Que el chico no quiere admitirlo, pero lleva todo el día esperando a que vinieras y si solo te quedas para coger tus cosas e irte se me va a llevar una decepción.

memories bring back to youWhere stories live. Discover now