𝚜 𝚒 𝚎 𝚝 𝚎

Start from the beginning
                                    

—No lo culpes, él admira a Allie.

—Una cosa es admirar y otra es acosar. Hasta Daisy tiene sus límites.

—Es solo un niño, Ron.

—Entiendo su ilusión—interrumpí antes de que mis amigos comenzaran a discutir—Y trato de ser comprensiva y muy paciente, pero debes admitir que es tan molesto como aquel idiota de sonrisa bonita.

Sentí un golpe en la cabeza.

—¡Oye! —me quejé. Hermione me había dado con sus libros.

—El profesor Lockhart—me regañó mi amiga y giré los ojos.

—Como sea.

Si Colin me provocaba dolor de cabeza, Gilderoy Lockhart se había convertido en mi peor pesadilla. El hombre era insoportable y al parecer era tan tonto que no se daba cuenta de mi disgusto hacia él. Cada vez que lo veía en los corredores evitaba estar enfrente de él; y en las clases puse un estricto límite el cual, él no respetaba en absoluto. Era la persona más ególatra que había conocido en la vida.

Lo peor de todo era que las chicas les gustaba aquel fraude y me hacían avergonzarme del género femenino. Admitía que era muy guapo y si no fuera por su fastidiosa personalidad (y si supiera algo sobre Defensa Contra las Artes Oscuras) tal vez me agradaría un poco. Era un asco como profesor y eso que había escrito varios libros.

Cuando estábamos en clase de Encantamientos, la varita de Ron, que todavía seguía descompuesta se superó al escaparse de la mano de mi mejor amigo. Las cosas no terminaron nada bien. La varita fue directo hacia la cara del profesor Flitwick y le dejó un feo golpe en la frente.

Ron estaba de pésimo humor, así que fue un respiro cuando llegó la hora de comer. Por fin era viernes y mis amigos y yo habíamos planeado visitar a Hagrid el sábado. Me di cuenta, cuando comía mi filete, que Hedwig seguía enfadada conmigo a causa del desastroso vieja en coche. Ni siquiera aceptó mi ofrenda de paz (un pedazo de tostada) y eso logró amargar mi almuerzo, aparte de las quejas de Ron.

Estaba tan cansada al final del día, cuando me acosté en mi cama y apenas había cerrado los ojos cuando sentí un zarandeo.

Gemí y me di la vuelta, jalando las sábanas.

—¡Allie!

— ¿Qué pasa? —pregunté aturdida, me descubrí de las sábanas y encontré la cara de mi capitán de equipo de quidditch, Oliver Wood— ¿Qué haces en el dormitorio de las chicas?

— ¡Entrenamiento de quidditch! —respondió Wood—. ¡Vamos!

Miré por la ventana, entornando los ojos. Una neblina flotaba en el cielo de color rojizo y dorado. Una vez despierta, me pregunté cómo había podido dormir con semejante alboroto de pájaros.

—Oliver —observé con voz ronca—, si todavía está amaneciendo...

—Exacto —dijo Wood con una sonrisa. Era un muchacho alto y fornido de sexto curso y, en aquel momento, tenía los ojos brillantes de entusiasmo—. Forma parte de nuestro nuevo programa de entrenamiento. Venga, toma tu escoba y andando —dijo Wood con decisión—. Ningún equipo ha empezado a entrenar todavía. Este año vamos a ser los primeros en empezar...

Bostezando y un poco temblorosa, salté de la cama e intenté buscar mi uniforme de quidditch.

—¿Te importa? Necesito vestirme.

— ¡Así me gusta! —aprobó Wood palmeándome la espalda—. Nos veremos en el campo dentro de quince minutos.

En el verano habría dado cualquier cosa por volver a mis entrenamientos de quidditch, pero ahora lo estaba pensando mejor.

𝐴𝑙𝑦𝑠𝑠𝑎 𝑃𝑜𝑡𝑡𝑒𝑟||  ᶜ ᵃ ᵐ ᵃ ʳ ᵃ  ˢ ᵉ ᶜ ʳ ᵉ ᵗ ᵃ (EDITANDO)Where stories live. Discover now