Oigo la trina sinfonía que desborda tu boca sutil.Me afano de ignorancia y de incomprensión.Sonrió, acaso podría olvidar esa suave melodía.Ya ha sido mucho la desdicha que el pequeño bribón del tiempo me ha negado de escucharla.Madre querida, solo tú tocabas mi corazón.¡Cuan grande es mi gozo y vana mi desdicha al pensar que volveré a dormir en tu pecho! El cuerpo se oprime, se quiere ir.Parece ansioso de tan esperado encuentro.Se abren los ojos y veo al vil impío que se acerca.Mi alma se viste de caballero y cabalga hacia su última batalla, contemplando la hermosura de lo incomprensible.O gran ángel que estás aquí, bienvenida sea la oscuridad que procesas.La abrazo con la desdicha de lo no logrado.Más satisfecho he de estar con mi destino.No hay nada más natural que tú venida. Veo la lluvia caer y desde mi venta el viento besa mi cabello y yo :
Pierdo la última batalla.
