Capitulo 2 - Momentos Paralelos

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- ¡Détente! ¡Suéltame! – Se quejaba Catra, mientras jalaba bruscamente su brazo para zafarse de la rubia que seguía arrastrándola por el pasillo. La morena se detuvo y agachó la cabeza sintiéndose confundida, cabreada y algo incomoda – ¿Realmente quieres hablar de esto ahora? – Decía mientras frotaba su brazo mostrando su deseo de no estar ahí.

De pronto, sintió como su cuerpo fue jalado por la ojiceleste, mientras ésta rodeaba con sus fuertes brazos aquel cuerpo delgado de la de ojos bicolor, culminándolo en un abrazo muy íntimo y tierno. Catra se quedó sin palabras y sin moverse, tan solo sentía como el abrazo le removía un montón de emociones que no recordaba que aun habitaban en su interior.

- Te extrañé – Pro fin soltó Adora en voz baja, casi un tierno susurró que se rompía por el nudo de su garganta que se esforzaba por deshacer.

Ese par de palabras habían hecho eco en los oídos y mente de Catra, ablandando su semblante y dejando que su cuerpo cediera ante el abrazo. Pero justo antes de poder cerrar sus brazos y corresponder los sentimientos de la rubia, un rencor latente regresó a ella, como si de pronto aquel fuego hubiera sido revivido con gasolina y se hubiera hecho aún más feroz de lo que había estado sintiendo esos últimos años.

Cerró sus puños con frustración para por fin terminar empujando a la chica que había pasado de un tierno abrazo a estar completamente desconcertada por las acciones de la morena.

- ¡¿Acaso crees que diciéndome eso arreglarás todo?! – Reclamó Catra, de nuevo con sus puños cerrados y sus dientes fuertemente apretados intentando controlar toda esa ira que sentía sin mucho éxito. - ¡¿Tienes idea por todo lo que tuve que pasar?!

- Catra yo...

- ¡Argh! ¿Sabes qué? Olvídalo- Cortó de tajo la morena mientras le daba la espalda a la otra chica y caminaba con un aura de total enfado y enojo a su alrededor.

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Catra bajó por el elevador del complejo de apartamentos, y caminó un par de calles con los puños tan apretados que incluso sus uñas atravesaron un poco su piel dejando salir algo de sangre, mientras sus ojos asomaban unas cuantas lagrimas que fervientemente se esforzaba por mantener en su lugar. No quería hacer una escena, no después de haberse controlado tanto y menos aún en medio de la calle con un montón de desconocidos viéndola y juzgándola.

Para cuando pasaba por la cuarta calle, había logrado calmarse un poco, "Algo bueno salió de su orgullo", un pensamiento que pasó por su mente mientras daba paso tras paso. Sus emociones iban en una escalada violenta y luego en declive, como en una montaña rusa realmente extrema, sus pensamientos y memorias del pasado hacían que fuera muy difícil enfocarse en que su vida ya no era aquella y que ahora "estaba mejor", pero el haber visto a la que consideraba la principal causante de todo su infortunio de ese entonces ponía en un total desequilibrio emocional.

Cuando por fin había logrado llegar a un tipo de equilibrio y exactamente once cuadras después desde el lugar de la fiesta, se encontraban ya frente al complejo de apartamentos donde vivía junto con sus compañeras de cuarto que muy probablemente estuvieran aún dormidas.

El edificio en donde vivía era sin duda más pequeño y sencillo que en dónde había sido la fiesta la noche anterior, pero sin duda era muy agradable y cómodo. Tenía todo lo necesario, y la distribución sin duda era más que suficiente para las tres estudiantes. Otro plus con el que contaba es que la dueña del edificio era una anciana muy amable y, pese a que parecían faltarle a veces algunos cabales, siempre se aparecía con algún platillo casero para compartir con sus inquilinas favorita.

La castaña apreciaba todo esto, sabía que después de lo que vivió en su infancia, tal vez no era un lugar muy lujoso a los ojos de los demás, pero era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo, así que no le gustaba causar molestias ni a esa dulce ancianita con miopía, ni a sus dos amigas que siempre la habían apoyado y por las cuales había logrado un progreso tan positivo a esa altura de su vida.

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