Introducción

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Mi nombre es Stella. Soy nipón americana. Nací en Kanagawa hace 16 años, donde vivía mi madre; mi padre era de Florida.

Les contaré la historia de cómo se conocieron.

Sean Johnson, un incomprendido y aficionado diseñador de moda, viajó a Japón cuando se graduó de la preparatoria. Con sus trabajos temporales y, obviamente, venta de sus creaciones, ahorró el dinero suficiente para viajar por el mundo. Bueno, no todo el mundo, un destino en particular. Debía decidirse si se embarcaría a Londres o Nueva Zelanda.

El fin de este viaje era encontrar inspiración para poder seguir especializándose en su pasión. ¿Por qué no Milán o Praga? Pues él quería algo


distinto. Distinto... Sean no se demoró en concluir que si quería ser distinto debería ir a un lugar donde la cultura fuese diametralmente opuesta a la americana.

Aun así, Sean no era precisamente un aventurero, así que descartó destinos como la India o países aledaños.

¿Dónde podría ir? Quedaban pocos días para decidir cuando pensó en Japón. Urbano, cultura ancestral y mucha, mucha gente extravagante. Era el destino perfecto.

Con 18 años hizo sus maletas y partió hacia el aeropuerto. No sabía nada de japonés, y en aquellos años la tecnología no permitía hacer traducciones automáticas. Al final, sí iba a ser toda una aventura.

De estar unos días en Tokio, decidió ir un poco más al sur. Dicen que la pesca es muy buena por esos lados. Pero ya me desvié, al punto. Sean llevaba su cámara a todas partes y sacaba fotos a todo lo que le causara algún sentimiento.

Al llegar a Kanagawa, se dirigió a un muelle, y allí la encontró. Dos jovencitas colegialas caminando por el muelle con sus dulces uniformes y sus maletas de colegio. A Sean le parecía un poco extraño la manera de vestirse de las japonesas, siempre tan pulcras y cuidadosas. Pero esta chica era algo


más. Su uniforme tenía algunas modificaciones. Su falda era ligeramente más corta que la de la otra chica, y tenía pinzas a sus lados, al igual que su blusa. Ropa ceñida a su cuerpo, pero de una forma elegante.

Sean no dudó en sacarle una fotografía. Y ahí fue cuando ambos se miraron.

No conozco mucho la historia de Ritsuko, mi madre, salvo las cosas que me transmitía mi padre. En fin, Ritsuko era muy adinerada. Junto con su hermana, Ai, iban en un prestigioso colegio del distrito de Kanagawa. Después de clases, las hermanas siempre iban de paseo o a servirse unos pasteles.

Ritsuko era rebelde, siempre anteponiendo su opinión, no respetando las reglas y faltándole el respeto a quien le dijera algo. Tenía un mechón de pelo tinturado rojo y usaba maquillaje, aunque estuviese prohibido. Mientras que su hermana Ai, era mucho más reservada, tranquila, sumisa y obediente. Mis abuelos las consentían en todo a ambas. Y eso es lo que sé del pasado de Ritsuko.

El día en que Ritsuko conoció a Sean, se molestó al ver que un desconocido, encima un extranjero, le sacara


una foto sin permiso. Incluso le llegó a tirar la cámara, la cual, afortunadamente no cayó al agua.

Sean la contuvo de las muñecas y le dijo:

- No te voy a hacer daño, niñita mimada.

- ¿Usted cree que no sé hablar inglés? - Respondió Ritsuko.

Sean sorprendido se hizo un paso atrás, pero también estaba aliviado porque ya había encontrado su inspiración. Y eso es justamente lo que dice en la tumba de mi madre.

Stella 🏀 *SlamDunk*Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz