Abrí las alas cómo un ave, y lloré la primera vez que vi el mundo.
Estaba seguro que todo era cómo un cuento.
La vida era una trenza tejida de hilos dorados y negros, nadie me lo advirtió. Pero lo tuve que descubrir a base de caer con la cara al suelo.

Hoy cuándo sople la vela de la ultima noche, quizás pida un deseo que nunca se hará realidad. Debería pedir lo que brilla en papel o tener a mi lado una mitad. Pero solamente debería dar gracias por el hecho de respirar.

No quiero añorar la inocencia perdida y las cosas que alguna vez soñé.
No quiero recordar el pasado o pensar en el futuro que aun no es.

Los amigos que se fueron, las personas que amaba y que reclamó el cielo, los amores que fueron y que se extinguieron, pensaré en todos, en que alguna vez existieron.

Cuándo el 28 llegue, algunas cosas habrán muerto...

Cuando Caiga La Ultima Hoja De Mi ÁrbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora