El mechón más largo de cabello rojizo caía sobre su rostro, siendo retirado por alguien más en lo que bebía con los ojos cerrados. Una fragancia a naranja acompañó un murmullo en francés cuyo significado desconocía.
—Quién diría que puedes ser tierno — escuchó ahora cerca de su oído. —Para ser omega, no actúas como uno.
—Tú... cállate...
—Kakyoin, creo que deberías ir ya a-
Las palabras del egipcio quedaron en el aire, aire que también fue arrebatado de Polnareff cuando el pelirrojo cortó la distancia entre sus pálidos labios, una presión inexperta que buscaba callarlo, sin embargo solo logró tirar la primera pieza del dominó.
Y no quiso admitirlo en ese instante, pues regresaba memorias lúgubres de una noche trágica, pero se sentía bien el estar así de cerca de alguien más; incluso si se mentía a sí mismo diciendo que se debía únicamente a sus bajos instintos. En lo profundo de su ser Noriaki añoraba saciar la más básica de las soledades.
Se apartó algunos segundos después, su boca temblando de los nervios, con el ceño fruncido y el terror tomando lugar como un frío súbito.
—¡Oh my God!
Quería esconderse bajo la mesa, bajo la alfombra, bajo cualquier cosa que ocultara el evidente sonrojo delator y las reacciones de sus compañeros.
—No pienses nada raro.
—Me acabas de besar.
—No fue intencional.
—Siempre me maltratas, y me besaste.
—De alguna manera no me sorprende — declaró Abdul.
—Yo pensaba que le gustaba Jotaro — opinó Joseph.
—¿Qué?
Kakyoin alternó la mirada entre ambos alfas, profundamente confundido. Su corazón latía con tanta intensidad que era un poco doloroso.
—¿Por qué?
—Los dos son jóvenes, serios, no socializan, pasan tiempo juntos...
—Muchas creencias sostienen que el universo está conformado por fuerzas opuestas, y por eso la gente opuesta se ve atraída entre sí.
—No, no, no, no.
Apoyó sus codos en la mesa, usando su cabello bermejo y sus manos para cubrir su vergüenza. No se sentía lo suficientemente ebrio para hacer estupideces, tampoco había bebido en gran cantidad, se excusó creyendo que quizás era un instinto de acoplarse con los demás que no había tenido antes simplemente.
Un brazo se posó en su espalda, acariciando por encima de su ropa. Aquello era bastante agradable, pensó ahora más calmado, y se inclinó a la izquierda.
La esencia de cada miembro del grupo era sutil, tenían que estar demasiado cerca para poderla distinguir; Noriaki respiró de forma prolongada y una esencia ligeramente dulce, como té de manzanilla, con césped recién cortado, llegó a sus sentidos. Casi parecía que le estuviese hechizando en un estado de estupor.
—¿Por qué Abdul sí puede estar cerca tuyo y yo no?
—Abdul-san es mejor — soltó sin pensar. —Umh...
Se acomodó un poco más en las telas de sus vestiduras, sus brazos buscando a ciegas rodear la fuente de tan magnífico aroma. En otras circunstancias Kakyoin se esforzaría en negar la realidad de sus emociones, sin embargo aquello que volvía su interior más tibio tenía más poder y fuerza que su conciencia cada vez más ausente.
—El... yo no se mucho de esas cosas — habló un dudativo Polnareff. —Pero... ¿El está entrando en, umh, celo o algo así?
—No, no realmente—. Mohammed trató de separar al pelirrojo otra vez, consiguiendo que se aferrara más a su cuerpo y se quejase con un gemido que le hizo sonrojar. Fingió tocer para disimularlo. —Creo que solo está ebrio y el alcohol actuó como desencadenante de una reacción distinta.
—Aunque su esencia es más notable ahora...
—¿A qué se refiere con eso, Sr. Joestar?
No respondió la pregunta del beta, en su lugar llevó una mano a su rostro para cubrirse la nariz. Podían tratar de pretender o restarle importancia, sin embargo era innegable que Noriaki estaba presentando las señales de un omega excitado; su aroma, sus quejidos, el calor de su piel, esa viscosidad dulce que no necesitaban ver para notarla.
—En su estado es contraproducente que salga, pero tampoco puede quedarse aquí.
—Ah... Abdul-san...
Kakyoin repitió las acciones de hace unos minutos, esta vez más desinhibido. Su lengua delineó los labios del alfa y se arrojó a ellos, con sus brazos rodeando su cuello para atraerle a su cuerpo afiebrado, el gemido gutural que dejó salir quitándole a todos la más mínima duda de lo que sucedía con él.
El egipcio le correspondió por un muy breve momento y, como recuperando la compostura repentinamente, le separó de su boca. Sujetó al pelirrojo con cuidado al ver que se inclinaba hacia atrás, su cabeza casi rozando con la mesa, sus jadeos y estremecimientos más marcados.
—Nngh... lo necesito, por favor...
—Esto definitivamente no está bien.
—Por favor...
—Kakyoin, ¿por qué no vienes conmigo?
El pelirrojo y el moreno se voltearon a ver a Jean-Pierre, quién con sus mejillas enrojecidas le extendía ambos brazos al menor para que le escogiera. No se lo esperaba ninguno, pero este aceptó con facilidad y se deslizó del agarre de Abdul para gatear por el suelo en dirección al beta.
—Polnareff, ¿de verdad piensas aprovecharte de nuestro compañero?
—No es aprovechar si el también quiere, ¿ah, cerecita?
El omega besó su mejilla al estar ya en su rango de alcance, felizmente ignorante de la discusión; no porque no les escuchara, sino porque estaba más concentrado en calmar ese ardor bajo su piel que le pedía contacto físico. El de cabello platinado le sentó en sus piernas para acariciar su rostro, mientras que la otra tanteaba su figura por encima de la ropa.
—I-iré afuera un momento.
—¡Sr. Joestar! ¿Cómo puede irse en un momento así?
Ojos violetas siguieron a los alfas, de pie al otro extremo de la habitación. Al ser ellos sensibles a sus feromonas no tenían ese grado de conciencia con el que Polnareff podía llevar ambas manos a su cintura angosta sin sentir que perdería el control de sí mismo.
—Si me quedo haré más daño que bien, tal vez deberíamos solo dejarlos aquí. Es un beta. Es diferente, estarán mejor así.
—¡Aún así está mal!
—¡Basta!
Los tres hombres detuvieron sus movimientos para observar al omega. Con cierta renuncia se aproximó a la mesa y despojó a ésta de los objetos que estaban arriba para colocarse el pelirrojo en su lugar, sus dedos temblaban al desabotonarse la chaqueta verde.
Todo daba vueltas en su cabeza. El ruido de sus respiraciones, el insoportable calor que le consumía, la pesadez en sus párpados, la humedad en su ropa interior y esas pulsaciones extrañas que solo se debían a la libido. Noriaki se abandonó a su estado, esperando que le ayudaran a aliviar la necesidad.
—Quiero... que se encarguen de mí...
Fue como abrir el cobre de Pandora.
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四 「PolKak + JoseKak + AbKak」
FanfictionEn donde Noriaki pasa la noche en una compañía triple. (Sí, eso es toda la trama.) ⭐ Omegaverse!AU ⭐ Two-Shot / PWP
I: Warming up
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