—Ja... ¡Hey! ¿Y si bebiendo te relajas un poco, cerecita?

—No me llames así, idiota.

—No creo que sea una buena idea, Pol-

—Reconsiderándolo, estamos en un lugar seguro, no veo por qué no.

—Pero usted le dijo a Jotaro que no — murmuró Noriaki, al ver que el viejo Joseph volvía a llenar su vaso y lo acercaba al pelirrojo al otro lado de la mesa.

—Vamos, vamos, si el no se entera no pasa nada. 

Por un momento, el vientre del omega tuvo una sensación divertida ante las palabras del mayor. Decidió no presarle mucha atención y, tras un suspiro resignado, dar un trago a la oscura bebida.

El licor era demasiado intenso, ardía al descender por su garganta y el sabor quedaba pegado a su lengua. Por más que lo intentó fue imposible reprimir el impulso de arrugar un poco sus facciones.

—¿De verdad jamás has bebido antes, Kak? — preguntó curioso el francés al ver su rostro descompuesto. —A los quince solía robar el vino en casa de mis tíos... ah, era divertidísimo, luego mi tía estaba enfurecida y me ponía a trabajar extra en las cosechas.

—¿Vivías en el campo? — inquirió el más joven del grupo. Polnareff asintió sonriente. —Es extraño de imaginar...

—Me pasó algo similar, aunque quien se molestaba era mi abuela y el castigo era la disciplina inglesa.

—¿Cómo es eso?

—Azotes — explicó Joseph, rememorando su juventud. —La abuela Erina era una mujer increíblemente fuerte, para ser beta, muchas veces le pregunté si no mentía con eso... y me golpeaba de nuevo, claro.

La manera en que se expresaba no encajaba, pensó Noriaki al beber de nuevo más por obligación que por gusto, ni con el propio Joseph ni con Holly a quién recordaba como una madre cariñosa con su hijo. Tal vez esos genes férreos habían saltado a la generación de Jotaro. 

—A diferencia de ustedes dos, no tengo historias de violencia intrafamiliar — intervino Abdul.

—Ahh, eso es mentira, alguna vez debiste meterte en problemas por algo — habló el francés con su acento más pesado que antes, su voz más nasal y difícil de comprender. —Egipto es un lugar muy religioso por lo que se, ¿qué cosas les prohíben allá? ¿ah, ah? ¡cuenta!

—Cállate, Polnareff.

Sin darse mucha cuenta el pelirrojo se inclinó a la derecha, colocando una de sus manos sobra la boca de Jean-Pierre para silenciarle. Éste, devolviendo su mirada con brillantes ojos celestes, lamió su palma con la finalidad de hacerle retroceder. Y así hizo.

—Agh, eres un asqueroso.

—Nadie te pidió llenar mi cara de... ¿Qué se supone estabas comiendo?

Noriaki bebió otra vez tras limpiarse la saliva de su mano en la alfombra, observando a Polnareff sacudir las migajas anaranjadas de su boca. 

—Ya, traquilícense los dos.

Abdul sujetó las frentes de ambos y les dio una sacudida risible, como tratando de regresar el sentido común a sus cabezas, la voz de Joestar carcajeándose se percibía al fondo. El ambiente se aligeró luego de aquello.

Continuaron conversando otro buen rato. Noriaki se encontró a sí mismo pidiendo que llenaran su vaso de nuevo, ya apreciando más el tipo de ron que se servía esa noche. Los alfas balanceaban los temas mientras que él terminó apoyado de la superficie blanda más próxima.

四 「PolKak + JoseKak + AbKak」Where stories live. Discover now