—Hola papá.

—Hola mi niña, ¿ya compraste el billete?

—Ya, sale en la noche.

—Está bien, ahora estamos aquí solos. Dime la verdad, ¿por qué te quieres marchar?

—Sólo quiero pasar tiempo con mamá, no la he visto desde hace tiempo.

—¿Sólo eso?

—Lo juro.

Mi papá no aceptaba tanto mi versión, pero ya no se oponía, salimos de la biblioteca e íbamos hablando de otros temas, nos encontramos con Santos, mi papá en ese momento aprovechó para decirle las cosas.

—Santos, hoy es el último día que cuida a mi hija, ella realizará un retiro y no habrá necesidad de que tenga seguridad.

—Señor.

—Lo sé Santos, pero a donde va no será necesario.

—Como usted lo ordene.

Álvaro me observó mal, se fue bastante molesto, Christian me alcanzó para decirme que iba a hacer unas llamadas y regresaba a la mesa, mi hermano ya lo había invitado a comer. En cuanto estuve en el comedor mi hermano me abrazó, volvería a extrañarlo, pero así sería mejor.

—Estás radiante.

—¿En serio?

—Sí, te noto diferente.

—No sé a qué se deba, no hice nada especial.

—Héctor, por la noche llevarás a tu hermana al aeropuerto.

—Genial papá, ¿no podías esperar hasta que termináramos la comida?

—¿Te vas a volver a ir?

—Sí, necesito hacer unas cosas, pero pienso volver.

—¿Cuándo?

—No sé, en cuanto termine mis asuntos.

—Bueno, yo te llevaré al aeropuerto sin ningún problema.

La comida fluyó con un poco de tensión, pero en cuanto apareció Christian el ambiente se relajó levemente o al menos esa era mi percepción. Cuando llegamos al postre decidí pasar, me retire y fui a mi recámara, necesitaba verificar que no me faltara nada en la maleta.

Héctor apareció minutos después, él no iba a estar tranquilo hasta que le dijera todo lo que estaba pasando por mi cabeza y los motivos por los que realmente me iba.

—¿A qué hora sale el avión?

—A las diez.

—Bueno, hay tiempo suficiente para que me digas las cosas como son.

—Héctor...

—Sarah, hace siete años que no te veo, y de la nada te quieres marchar.

—Me voy porque quiero aclarar mi cabeza y mi corazón, aquí realmente no puedo.

—Ok, vas a poner tierra de por medio con Santos.

Me quedé helada cuando mi hermano mencionó a Santos, pensé que habíamos sido discretos o al menos lo habíamos ocultado un poco.

—¿Qué?

—Cuando volviste Santos estuvo inquieto, supuse que algo pasaba y esa misma noche entró a tu habitación a deshoras.

—Vaya... No puedo negar eso.

—Además, al día siguiente mi papá lo asigna contigo porque tú lo pediste, era obvio que ahí se estaba cocinando algo.

¿Sólo yo?Where stories live. Discover now