Se había portado demasiado bien con él, le había aguantado la borrachera, y la verdad es que el sexo había sido bastante bueno. Además se había preocupado de dejarle hecha la comida.

Se acercó y le dio un corto beso, ¿por qué? Porque Killian creía que aunque solo te acostaras con una persona una noche, era especial, y habías compartido más que fluidos. Porque la vida no iba de tomar sin dar, al menos, no lo era para él.

Cuando Murphy se fue volvió a la cama, Skadi maulló molesta, lo sentía, había agotado todas las energías saliendo de la cama, no habría caricias para nadie más.

Horas después, despertó algo mejor y con muchísima hambre. Se acordó de Murphy, su culo y su comida, cuando fue a la cocina vio que había hecho un plato de pasta enorme. Killian lo calentó y se lo comió entero, sintiéndose una persona de nuevo.





Murphy estaba en el puerto, se había lavado en casa de Killian, no le daba tiempo de pasar por su casa después de haberle preparado algo de comer.

Raramente tenía un día libre, pero ese día no le importó trabajar descargando en los muelles. Tenía una enorme sonrisa de idiota en la cara.

Le gustaba Killian, pero jamás hubiera soñado con tener la más mínima posibilidad con él. Como solía decirse jugaban en ligas diferentes.

Killian era demasiado para él; Trez, el novio que le había dejado ese sí que era para el arqueólogo.

En cuanto llegó se dio cuenta de que su jefe solo tenía ojos para ese chico, en realidad él y Trez tenían la misma edad. Salvo que Murphy parecía mucho mayor de lo que era, eso le había servido en el pasado, al menos para encontrar trabajo rápidamente.

Grande, con un escaso pelo rubio corto, y la tez demasiado roja por el trabajo, nadie podría decir nunca que fuera alguien atractivo.

No como Trez, por eso cuando acompañó a Killian a su casa, jamás pensó que tuviera una oportunidad. Pero él se agarraba a cualquier oportunidad, que estas solo pasaban una vez, como el tren ese.

Había sido el mejor sexo de su vida.

Quizás estuviera un poco influenciado porque también estaba enamorado de Killian, pero este se había portado genial con él.

Normalmente, suponía que por su aspecto los tipos con los que se acostaba eran demasiado duros. Killian no lo había sido, más bien todo lo contrario.

Tenía claro que no estaba pensando en él mientras lo hacían, pero a pesar de eso le gustó muchísimo como le acarició, como le giró para poder hacerlo cara a cara, como bajaba a besarle.

Jamás lo había hecho así de dulce con nadie, sus encuentros eran más bien en baños de bares, donde cada uno se ocupaba de los suyo.

No se veía llevando a nadie a su habitación compartida con otros tres, así que desde que había llegado a Dublín se contentaba con los que encontraba.

Le había gustado tanto acostarse con Killian como entrar a un lugar tan privado como su casa. Tenía una gata de la que también se había enamorado en el momento.

Killian se quedó dormido abrazándole, y Murphy había permanecido casi toda la noche despierto.

Sí, con todo lo grande que era pensaba que si se quedaba dormido se despertaría del sueño, para encontrarse entre los ronquidos de Nikolai y Olaf.

Pero no, seguía en la cama de Killian.

La verdad es que se había quedado porque le quería ver despertar, había preparado algo para que comiera. Tendría una buena resaca, seguro.

Y no se equivocó.

Ganaron las ganas de verle de nuevo, que la voz que le decía que no tentara a la suerte, que guardara aquel recuerdo antes de que se destrozara a la mañana siguiente como era seguro que pasaría cuando Killian se diera cuenta de que era con él con quien se había acostado la noche anterior.

Pero la verdad era que la palabra para definirlo era caballero, a pesar de la obvia resaca que tenía se portó genial con él.

No esperaba aquel beso de despedida, de verdad que no lo esperaba. Y aunque no había dormido nada, el contenedor del demonio ese no sabía qué rayos llevaba dentro porque pesaba una barbaridad. Murphy no podía ser más feliz, no quería hacerse ilusiones porque ya sabía cómo acababan todas. Pero se permitió soñar, aunque solo fuera un día.

Cuando acabó su turno se fue cansado hasta la parada del autobús, le quedaba un buen camino hasta su casa.

Aprovechó para llamar a Lisa, a esa hora estaría haciendo un descanso.

—Hola, peque.—Su hermana lo era todo para él, estaba trabajando duro para que al curso siguiente se trasladara a Dublín, Cork estaba bien, pero le gustaría tenerla más cerca y que pudiera estudiar en el Trinity College.

—Uy, suenas muy contento.

Muprhy se rió, era imposible ocultarle algo a esa mocosa. Suspiró, sí, estaba realmente contento.

El trayecto en autobús se le hizo más corto mientras le contaba todo a su hermana.



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Buenas, estoy retomando poco a poco el ritmo de nuevo, ¿será que la "nueva normalidad" me está afectando ya?


No sé si lo dije en algún capítulo anterior, pero he estructurado más o menos, una historia aparte para cada uno de los secundarios. Tal y como están las cosas ahora, y faltando unos tres capítulos para el final de esta historia, creo que es lo mejor.


No soy de historias muy largas, lo reconozco.


¿Tenéis alguna pareja secundaria favorita?


Gracias por leer.

Besos.

Sara

TrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora