—Escucha esto —comenzó Olivia, con destellos de emoción en sus ojos cafés —Annette Smith le dijo a Christine Pauls, que a su vez le contó a Mike y Mike le dijo a mi mamá, que llegaron vampiros a esconderse al pueblo.

Olivia hablaba rápido y apenas se hacía entender, pero Louis unió los cabos con lo que su madre le había comentado preocupada hace rato.

—Se supone que están en la casona abandonada —continuó la rubia al ver que su amigo aún lo miraba sin responder —, pero quién sabe.

—Siempre he querido ver un vampiro —suspiró Louis, atando el delantal en su cintura y en su cuello.

—Lo sé, Lou, sería genial que fuera real. Sin embargo no podemos estar tan seguros; Annette está loca.

Tenía razón, en parte. La anciana vivía su vida en base a las cosas que inventaba, satisfecha cuando todo el pueblo comentaba su nombre.

Pero por otro lado, algunas veces sus historias terminaban siendo verídicas. Aunque no es como si todas fuesen de la misma magnitud que esta última.


~


El turno de Louis terminó exactamente a las nueve de la noche, con una palmada en el hombro de parte de Taylor y un "Hasta más tarde" de Olivia, con cejas levantadas y todo.

Su mamá ya estaba en casa para el momento en que cruzó el umbral de la puerta, y todas sus hermanas estaban conglomeradas en la sala viendo televisión. Charlotte trenzaba el cabello de Diana, mientras que Emily tenía su vista perdida en la ventana. Los pequeños mellizos leían cuentos tirados en el suelo alfombrado.

Louis se acercó a Emily y le acarició la cabeza, siendo cauteloso. Ella era la más afectada aún por la muerte de uno de sus hermanos, Thomas, un año atrás. Aún no conseguía seguir con su vida del todo.

—Buenas noches —susurró, colocando en su rostro una pequeña sonrisa.

Emily alzó la mirada y le correspondió el gesto, pero su boca seguía sin soltar ni una sola palabra. Louis haría lo que fuese por aclarar aquel matiz apagado de sus ojos azules.

—Lou —llamó su mamá, levantando del suelo a Maya —¿Puedes poner a Ernie en su ropa de dormir?

Asintió, besando la frente de Emily antes de agacharse para tomar al pequeño en sus brazos. Ernest ya dormitaba cuando lo apoyó con su cabeza en su hombro, y la pequeña manita se aferró a su oreja. Subió las escaleras rumbo a la habitación de Judith, acostó a Ernie en la cama y se dirigió a la cajonera de madera en la que su madre guardaba la ropa de los niños. La ventana estaba justo encima de ella, y la luna se abría paso iluminando el bosque. Un poco tenebroso, si le preguntaban a Louis. El bosque rodeaba todo el pueblo y atravesarlo era la única forma de entrar y de salir. Al ser tan pequeño, casi todas las viviendas tenían al menos una ventana que diera al bosque.

Dejó a Ernie en su pijama y entre dos almohadas dormido en la cama, y bajó a cenar. Tenía que asegurarse de ingerir algo, por más mínimo que fuera, para que la borrachera no le pegara tan mal más tarde. Olivia siempre lograba que bebiera más de dos cervezas, y jamás podría afrontarlo con el estómago vacío.

Para las once de la noche, su amigo Niall ya estaba aparcando el coche en su puerta, y tocando la bocina repetitivamente. Olivia sacaba la cabeza por la ventana del techo, y Louis rió antes de verse al espejo una vez más y asegurarse de que sus colmillos falsos y su maquillaje pálido estuvieran en su sitio. Ya tenía la máscara de Niall en su mano, y permitió a su mamá tomar una sola ridícula foto antes de largarse por la puerta.

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