—No entiendo que hago aquí —bufó por decima vez fastidiada en menos de dos minutos que llevaba al lado de su amiga Lady Ángeles MacGregor, Duquesa de Rothesay, que la observaba divertida mientras bebía un poco de ponche al costado de la mesa de aperitivos —. Mi hermano sabe que esa señorita, y yo no nos soportamos y sin importarle mi opinión osó a traerme casi por los pelos —agarró una copa de champagne de la charola de un mesero que iba pasando en ese momento, y sin perder tiempo se la empinó de golpe, dejándole asombrada con su actuar —. Así está mejor —espetó con una sonrisa en los labios al sentirse algo mareada, siendo esa su quinta bebida de la noche —. Con alcohol en la sangre se hará más llevadera esta hermosa velada —y si tenía suerte hasta podría irse más temprano de lo esperado cuando su hermano considerase que podía ser otro escándalo para el título, que ni el mismo se empeñaba en mantener esplendoroso.

—He de admitir que Lady Allard lleva razón —habló llegando con ellas la prima de Ángeles, Lady Luisa de Borja, que estaba pasando una temporada en su casa, y pese a que era una mujer que daba terror por su manera tan fría de mirar en conjunto con su actuar, le había caído de maravilla —. Sigo sin comprender porque tu esposo insistió en que asistiéramos a esta velada, si él es el más interesado en huir de estos acontecimientos —dijo en forma analítica, mientras recorría el salón con la mirada deteniéndose en un grupo de caballeros en específico, fijando sus orbes en uno en concreto sin disimular.

Haciendo que bufase, porque en que se llevaba su atención era el mismo que detestaba, siendo reciproco, pese a que se empeñaba en juntarlos al notar que eso solo era fachada para no demostrar lo mucho que se deseaban.

Teniendo un obstáculo, que estaba en ese mismo circulo.

No comprendiendo porque lo prefería, si Lincoln no le daba a los talones a su hermano ¿Que veía la española en él?

—Estoy en el mismo dilema que ustedes —concordó Ángeles, mientras se engullía un pastelito que interceptó de la mesa de aperitivos que se hallaba a su costado, sacándola de esa manera de sus cavilaciones —. Sabe perfectamente que el embarazo me tiene indispuesta, sin embargo, debe de ser de suma importancia, porque me insistió señalando que era un compromiso ineludible —frunció el ceño, a la par que la castaña parecía que aquello no le sorprendió —. Hasta mis tíos asistieron, así que debe ser transcendental nuestra presencia.

—¿Que esa damita estirada, y con legua viperina es importante? —bufó cruzándose de brazos al evento ser en honor a su némesis, sin importar que levantó la voz unas octavas más de lo permitido —. Importante es mi perro fallecido Massimo, ese sí que es importante —zapateó enfurruñada, resoplando con la indignación a flor de piel.

—¡Lady Allard! —la prima de la pelirroja llamó nuevamente su atención —¡Modales! —le indicó Lady Luisa de Borja, regalándole una mirada gélida que la estremeció, pero no le entumeció la lengua para responder lo que pensaba al respecto.

—Con esa mujer los modales se van de paseo, créame y más cuando los míos mantienen de por si dormitando —suspiró de forma dramática—. Una temporada social fue más que suficiente para que me diera cuenta, que el "Hada de Londres" es más insoportable que su hermana —y era mucho decir—. Y eso que es apenas una niña de diecinueve años, pero no le quita que es más arpía que Lady Harris y Lady Leister juntas —aunque la primera había llegado de su extraño retiro de la sociedad con solo surcar su primera temporada el mismo año que su persona, permitiéndosele que vagase por el mundo, y después sin dar cara, residiera en el campo tras la muerte de su padre un par de años atrás. Ahora retornando con una actitud despreocupada, pese a que no dejaba de ser soberbia—. Pobre el hombre que ha tenido la desdicha de comprometerse con esa dama tan superficial —enserio lo lamentaba.

PROTEGIENDO EL CORAZÓN (LADY SINVERGÜENZA) © || Saga S.L || Amor real IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora