—¿Quién es su amigo que no se mueve hasta ahora?—señalo Gabriela a José.
Jose empezó a dar la vuelta lentamente asustado.
—¡Jose!
Evangeline se acercó rápidamente a abrazarlo muy emocionada.
—¿Desde cuándo estás aquí?—le preguntó.
—Desde hace unos días—explicó José.
—¡¿Por qué no contaste que Jose estaba aquí?! —le riño Evangeline a su esposo—¡Los demás se van a emocionar mucho de verle!
—Iba a hacer una sorpresa—Jeremy miró a Jose preocupado—Jose nosotros iremos al consultorio, más tarde nos encontraremos ¿sí?
—Pero Gabriela se puedo quedar con él un rato—Evangeline miró a su sobrina—Cuando Bruno se ponga mejor, ¿retomaremos nuestro día juntas bien?
—Tía no te preocupes...
—El es un viejo amigo de la familia que no viene al reino hace muchos años y seguramente no reconoce casi nada, ¿podrías acompañarlo por la ciudad hasta que terminemos con Bruno?—pregunto Evangeline.
Gabriela asintió, Jose y Jeremy se miraron aterrados.
—¡Auxilió! —Jose le hablo por conexión mental.
—Lo siento hermano, intenta no enojarla, tiene el temperamento de su padre—le contestó Jeremy por conexión mental.
—Traje en convertible y lo dejamos lejos—hablo Jeremy.
—Yo traje la camioneta y está al frente—señalo Evangeline—nosotros iremos ahí y déjale la llave del convertible a Jose, para que paseé con Gabriela por la ciudad.
Jeremy le lanzó sus llaves a Jose.
—Le pasa algo a mi auto y deseas no haber vuelto—le gruño Jeremy.
Jose ya empezaba a arrepentirse de verdad cuando vio a Jeremy con Bruno en brazos y Evangeline caminado hacia su camioneta.
Intentaba tranquilizarse, él ya era un hombre maduro de mas de treinta años, no podía alborotarse como adolescente.
Se supone que su encuentro con Gabriela seria planeado, él se prepararía para verla.
Pero ahora no sabia que decir, ni siquiera sabía si estaba respirando.
—¿Dónde dejaron el auto?
—A unas calles de aquí—respondió con la voz ronca, tenía la garganta muy seca de lo nervioso que estaba.
Los dos empezaron a caminar en silencio, Jose miraba el suelo.
—¿Me podría repetir su nombre? —preguntó Gabriela.
—Jose—dijo—Me llamo Jose...
—¿Es usted el que debió ser beta de mi tío Jeremy?
Jose asintió.
—He escuchado sobre usted—explicó Gabriela—. Usted vivía en América como un humano...
—Trabajo como abogado.
—¿Y es interésate vivir como humano?
—Bueno, yo me crié como humano y solo pase un par de años aquí, así que se podría decir que estoy más acostumbrado a eso.
—Mi papá siempre dice que son muy retrasados y son muy estúpidos, ¿de verdad toman leche de animales?
Jose asintió sonriendo.
CAPÍTULO 14.- segundo fragmento
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