El oficial que nos hizo firmar los formularios aparece en nuestro campo de visión y detrás de él veo a mi hermano junto a Zac. Aiden tiene el labio partido y esa es la única herida que veo en todo el cuadro. Respiro con más tranquilidad y de forma extraña, cuando los ojos de Zac caen en mí, todo lo demás se me olvida. Soy una maldita sumisa.

Tara salta de su asiento y en cuanto mi hermano la ve, ambos corren como si se tratara de una escena de esas películas con encuentros cursis y románticos. Se abrazan con cierto grado de desesperación y me sorprende que Tara no le haya dado un guantazo como primera reacción. Sin embargo, yo hago lo mismo sin titubear. Zac me ataja justo cuando me tiro en sus brazos y la seguridad relaja todos mis músculos. Me susurra varias disculpas al oído y no le doy ni la más mínima atención a ninguna.

—Firmen aquí y tomen sus pertenencias —exige una voz que rompe todo el hechizo.

Tanto mi hermano como Zac, hacen lo que dice el policía y cinco minutos después, los cuatro estamos afuera y por las expresiones de los chicos, noto el terror que sienten.

—Tara, fue mi culpa —dice Zac y nos toma por sorpresa—. Debí evitar que todo fuera más lejos y...

—No, ambos nos defendimos de esos idiotas —lo corta Aiden. Tara y yo intercambiamos miradas sin saber que decir—. Amor, perdón por hacerte pasar por esto, no pensé que llegaríamos tan lejos y Em, no te molestes con Zac porque él solo quiso ayudarme. Tomaré el castigo que me des, cariño —dice mirando a mi amiga de nuevo.

—Estoy muy molesta contigo. —Aiden asiente de acuerdo con ella—. Pero eso no es nada en comparación con el alivio de que estés bien. —Un mar de llanto la invade y mi hermano no tarda en consolarla.

Me quedo muy asombrada ante la situación porque sin duda esperaba que le echara una de sus peores broncas. Al parecer, este tipo de situaciones nos hace valorar lo mucho que significan nuestros seres queridos para nosotros. Podremos pelear, gritar y diferir en muchas cosas, pero si algo les llegara a suceder, no seguiríamos con nuestra vida como si nada.

Zac me observa expectante y con sus enormes ojos de cachorro. Estoy furiosa con todo en este momento y, sin embargo, ver que al final del día pudo entablar una relación de confidencialidad con Aiden, hace que todo esto valga la pena. Mi familia es lo más importante para mí y que poco a poco Zac se vaya integrando me hace sentir viva de verdad.

—Perdóname, bonita, te juro que nunca quise que esto pasara —se disculpa mirándome solo a mí y muerdo mi labio inferior con nerviosismo.

Las lágrimas comienzan a crecer en mis ojos y sin dar muchas vueltas más, lo dejo abrazarme una vez más. Sus labios reparten pequeños besos desde mi cuello hasta mi mejilla, enviando pequeñas descargas eléctricas por toda mi piel y llenándome de paz absoluta.

—¿Te lastimaron? —logro preguntar.

—No, estoy bien, ambos lo estamos.

Asiento sin apartarme de sus brazos, veo que Tara calma sus lágrimas y mi hermano la llena de cariño para compensar el mal momento que la hizo pasar. Me separo de Zac y me acerco a Aiden, quien me recibe en sus brazos, asegurándome que se encuentra bien y pidiéndome de nuevo que no me enoje con Zac.

—No volveré a sugerir que se tomen un trago juntos —musito y las risas rompen un poco la tensión.

—La pasamos muy bien, Em —admite mi hermano—. Es el indicado —susurra solo para mí y mi corazón enloquece en mi pecho.

No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba oír esas palabras por parte de mi hermano. La aprobación de Aiden no era lo que buscaba con todo esto y ahora, en este preciso instante, es todo lo que está bien para mí.

Los cuatro partimos de la estación policial a el bar donde se desencadenó la catástrofe para recoger el auto de Zac. Es lindo ver como Tara se aferra a la mano de mi hermano, temiendo de que vaya a desaparecer en cualquier segundo. Quizá necesitaba que Aiden tuviera esta experiencia para darse cuenta de que estaba siendo muy dura con su esposo y que valorará más su relación ahora, no lo sé, al menos así lo veo.

En cuanto nos dejan en el bar, decido ir a casa y ellos lo aceptan sin rechistar. A pesar de todo, tienen que hablar con más tranquilidad y sin nuestra presencia.

Ubicamos el auto de Zac sin problemas y cuando estoy a punto de abrir la puerta, su mano me detiene. Lo miro y espero a que me dé una explicación. Su cuerpo me acorrala con sutileza y toda la sangre sube con velocidad a mi rostro. Zac me mira con una profundidad que no soy capaz de descifrar y antes de poder preguntarle lo que sucede, me besa. Con calma y pasión, me besa como si quisiera memorizar cada centímetro de mis labios. Su lengua invade de manera lenta mi cavidad bucal y busca la mía para juguetear. Mis dedos se enredan en su oscuro cabello y un gemido nos abandona a ambos. El beso sube de tono en cuanto su cuerpo se pega al mío sin dejar ni un milímetro de espacio ¡Dios! Las imágenes de mí, desnuda y dispuesta, comienzan a llenar mi cabeza. Por un segundo me olvido que estamos en un estacionamiento y que la luz del día nos está abandonando. Cuelo mis manos por debajo de su camiseta y acaricio toda la extensión de su espalda provocando un fuerte gruñido de su parte.

—¿Sigo castigado? —inquiere con su ronca voz.

Sus caderas chocan contra las mías buscando todo el contacto posible y suspiro al sentir todo lo que quiere darme. Es más fuerte que yo, siempre lo fue y mis uñas se clavan en la piel ardiente de sus hombros. Lo quiero todo de él y a la vez, sé que no pasaron ni veinticuatro horas de castigo suficiente.

—Em... —muerde el lóbulo de mi oreja haciéndome estremecer.

—El castigo no terminó —logro pronunciar por fin.

Él suspira sonoramente y cuando miro sus ojos oscuros, la diversión destella en ellos. Quito las manos de su piel y las envuelvo alrededor de su cuello.

—Tenía que intentarlo —admite rozando su nariz con la mía.

—Sé que sí.

El camino a mi departamento es corto y silencioso, pero no incómodo. Ambos estamos concentrados en nuestros pensamientos, la música suena llevándose todos los malos ratos y nuestras manos no se separan ni un momento.

Hoy fue un día de mucho aprendizaje si lo quiero definir de alguna manera. Aiden me escribió en agradecimiento por haber hablado con Tara y me sentí completa en niveles inexplicables. Todo parece ir tomando el rumbo que debe tener, aunque odio pensar que siempre que imagino estar bien en todo aspecto de mi vida, algo malo pasa y arruina todos mis avances. Decido, por hoy, alejar toda esa negatividad de mi sistema y disfrutar del amor, de mi familia y del hombre a mi lado.



Me gustó mucho este capitulo y sé que todos esperaban que las chicas mataran a los chicos, pero quise reflejar lo que podían llegar a sentir si algo malo les hubiera pasado jaja...

 ¡Espero que les guste y les agradezco por leer! Los leo...x



ReaLove ©Where stories live. Discover now