𝟬𝟲. ❛ UN LINDO IDIOTA. ❜

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—Ella dijo que ama tu enorme cocina, no dijo que te ama —Charlotte asegura, comenzando un divertido pleito que no tenía fin.

—Espera, ¿ustedes no están casados? —June se confunde, mirando con atención al par.

—No todavía —se apresura a decir el moreno—. Doctora Charlotte Stark suena muy bien, aunque ella dice que no.

—¿Qué tal si haces tú parte para regresar a casa lo más pronto posible, señor Stark? —pide en voz baja, concentrada en su trabajo.

Era casi imposible mirar a esa pareja y no creer que eran un matrimonio. June no sabía casi nada de ello, ni de amor, tampoco de relaciones, casi de ningún tipo de relación que involucrara lazo afectivo, a excepción de sus hermanos y madre. Meredith Quill siempre trató de criar a sus hijos por sí misma, incluso después de haber sido brutalmente abandonada dos veces por dos hombres que le prometieron el cielo, las estrellas y de más. Pero, uno no había tenido la culpa, pues había fallecido. Andrew era tan sólo un bebé en brazos cuando su papá dejó el mundo, y su madre tuvo que recuperar fuerzas de dondequiera, porque tenía que estar para su hijo. Y después de un tiempo de haber estado cerrada con candado de los hombres, el señor de las estrellas estaba ahí, tan persuasivo, tan perfecto. Era claro que June jamás había conocido a su padre, pero su mamá decía hasta el cansancio que era un hombre espectacular, a ella y Peter. Siempre se preguntó: si era tan espectacular, ¿por qué nunca estuvo para ella? No tuvo un padre, y sabía que la mujer que la había criado era más que suficiente, que era asombrosa y también recordaba que la amaba, con mucha intensidad, sólo que le costaba trabajo recordar porqué la amaba tanto. Una parte de ella creía que era por el hecho de que era su madre, pero no le parecía ser suficiente para amar tanto a alguien. Estaba segura de que, aunque el último tiempo que estuvo con ella estaba enferma, recordaba vagamente su sonrisa y brillantez.

Andrew era tan sólo dos años mayor que sus dos hermanos, pero de algún modo, sentía que, si algún día se reencontraba con él, él sería la persona que aclararía todas sus dudas, que le diría todo lo que quería saber, que le daría el abrazo que necesitó durante tantos años. Habían sido veinticuatro cumpleaños difíciles, con el tiempo le importaba menos, pero seguía pensando al respecto.

Charlotte le recordaba a su hermano, era igual de lista de él, rubia y con lindos ojos. Siempre sintió que Andrew era la persona más lista que había conocido, y lo era para tener diez años. Estaba en concursos de ciencia, siempre leyendo sobre algo nuevo y tratando de arreglar todo lo descompuesto en casa. Hacía que sus hermanos fueran especie de asistentes para cada nuevo proyecto, y ellos lo hacían con gusto. Pero eso era todo lo que recordaba de su infancia. La única cosa que sabía con certeza, era que, los pocos recuerdos que tenía, eran el tesoro más grande en su memoria.

Mientras que Banner y Stark estaban teniendo una propia conversación en un lado de la habitación, Charlotte estaba trabajando en lo suyo, con June frente a ella.

—Oye —atrae la atención de la rubia—. Las películas existen todavía, ¿verdad? —Charlie asiente con la cabeza, ciertamente confundida por la muy rara pregunta—. ¿Qué pasó con McFly o el doctor Brown?, ¿fueron a 2015...?

—¡Oye! —escuchan una masculina voz, que las interrumpe—. ¿Estás loco? —se refiere a Stark.

—Eso dicen —le responde—. Realmente lo tienes controlado. ¿Cuál es tu secreto? ¿Música jazz, marihuana?

—¿Todo es una broma para ti? —le recrimina Steve.

—Las cosas graciosas —no se inmuta a responder. June se ríe sin necesidad de reducir el volumen.

—Amenazar la seguridad de todos aquí no es gracioso —espeta el Capitán—. Sin ofender, Doc.

—Está bien, no habría venido si no tolerara las cosas puntiagudas —dice Banner.

HOLY REVIVAL  ✵  STEVE ROGERSOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz