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El sol irradiaba esa... esa maldita felicidad en la cara de los demás... ¿creían que diría que me encantaba?, claro que no cielo esto no es la fábrica de chocolates de Wonka eso si sería felicidad pero no todas las cosas se pueden tener en la vida aunque no me quejo ser la protagonista de Wonderlad. Estiro mis piernas para luego hacerlo con mis brazos, estos truenan como de costumbre. Nada fuera de lo normal.
-¿Damian iras con Bruce? —Corro a la puerta de mi cuarto dispuesta a escuchar. Cabe decir que tropecé con mis cobijas provocando que mi cabeza chocara contra la puerta. -¿Oíste algo? —Demonios tan temprano y ya me estoy llamando al los problemas.
-De seguro la idiota de Soyadı se cayó de la cama. —Chaqueo la lengua, solo ocurrió una maldita vez... bueno.. debo admitirlo fueron dos veces y nada más... ¿por qué insisten en saber cuántas veces?, sólo salten este párrafo al otro, la verdad es que me caí veinte veces en un día sin contar los demás, no me miren así tuve pesadillas. Todo era un simulador y nadie más que yo vivía... no volví a ver películas de terror nunca más... ¿contentos? -¿Graysoon eres tonto o en verdad no sabes? —Bien... Damian irá con su padre y yo tengo que ir con él, ¿por qué? simple querida vocecita de mi cabeza por qué solo se vive una vez y punto y final. Eso sonó muy loco... ignoralo.
-Damian. —El carraspeo del enano es música para mis oídos, la frustración y el dolor de otros es satisfactoria y no me lo van a negar, todos nos reímos de la gente que se cae haciendo acrobacias o siendo el graciosito del salón. -Pensé que irías mañana. —Con que quería irse sin que nadie supiera... pues no, conmigo aquí no se le va hacer, aparte me debe unos dulces de menta.
-Cambié de opinión, adiós. —Los pasos del esmeralda al alejarse disminuyen e inmediatamente me pongo mi súper traje para luego salir en busca del enano. Lo encuentro entrando al elevador e imito su acción antes de que me pueda decir algo.
-Buenos días, Damian. —Saludo dándole un beso en la mejilla para luego sonreírle. -¿Adónde vamos? —Él me mira con la ceja alzada para después rascar el lugar en que lo besé, maldito malagradecido... por eso... por eso va estar sólo el resto de su vida.
-¿Adónde vamos?, me suena a manada. —Rió ante su comentario, es tan gracioso. Debería pensar seriamente en ser comediante. -¿De qué te ríes?
-De lo que dijiste, ambos iremos. —Damian simplemente arruga la nariz ahora que me doy cuenta sujeta un casco con la mano derecha. -¿Cuándo lo compraste? —El color rojo y verde destacan en su casco y una R de lado izquierdo destaca, quiero uno con mi logotipo y llamas en en las partes inferiores.
-No, ni lo pienses Soyadi, no pasará lo mismo que la ultima vez. —Mis mejillas se hinchan es totalmente mentira. -Y no es de tu interés. —Señores ¿qué le cuesta al cabeza de piña decirme quién se lo hizo?, nada pero eso de ser millonario le nubla la cabeza a todos.
-Tan solo explotó el bote de de gasolina, nadie salió herido. —Reclamo golpeando el piso con mi pie. -La misión fue un éxito y si quieres que salga bien está vez debes llevarme. —Guiño mi ojo condeandolo y el hace una mueca de dolor, que exagerado.