Capitulo 10

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Al verlo desaparecer por la puerta me di cuenta de que en el fondo de aquel ennegrecido corazón había bondad y amor para entregar, tristemente lo que nuestros ojos nos dicen vale mucho más que esas ganas de amar que Erik tenía incrustada justo debajo del corazón, donde solo el dolor logra llegar.

Según lo que el doctor dijo no era nada demasiado grave, solo necesitaba reposo y en un par de días estaría como nueva, tras la conversación que había tenido con Erik, mi mente no dejaba de imaginar escenarios y posibles conversaciones para que Christine conociera al verdadero ángel, tanto imaginar me quedé totalmente dormida con las ideas entre los dedos.
No soñé nada en concreto, pero aproximadamente a las tres de la mañana escuché una especie de conversación, era más bien una discusión, con unos gritos ahogados que lograron colarse en mis sueños y ponerme cada fibra del cuerpo alerta.

Con dificultad bajé mi pierna ya agarrotada del reposapiés, y cojeé hasta mi puerta y con cuidado abrí la puerta para no hacer ruido, la discusión provenía del cuarto de Christine, me temí lo peor.
Con cuidado me acerqué a la puerta intentando escuchar lo que decían.

—Mereces este castigo —La voz de Erik parecía imitar al mismísimo diablo.
—¡Ángel! —Sollozaba la chica desesperada— No me dejes.
—El silencio te hará aprender. —La voz del hombre enmascarado golpeó en cada lugar del cuarto y me terminaron por dar a mi de lleno, en su voz había incrustadas todas las sensaciones posibles y todas intensas, odio, desesperación, desengaño y muy en el fondo un dolor insoportable para él solo.

Tras estas palabras el silencio absorbió todo el espacio, solas respiraciones llenaban el lugar y la mía ascendía por momentos. Cuando de repente, Christine arremetió contra la puerta y empezó a correr sin darse cuenta de que tras ella estaba yo, caí intentando hacer el menor ruido posible, mi pie se quejó en todos los idiomas posibles, respiré hondo intentado evitar que el silencio se rompa, tras asumir el dolor intenté levantarme y fue en vano, estaba totalmente rota.
Entonces me llevé otro susto más, Erik apareció en medio del pasillo, de nuevo había salido de la nada, su expresión oculta tras la máscara era de una preocupación mezclada con un dolor extraño, le habían roto el corazón, era de esperarse.

—Erik —No contestó, yo sin embargo me quejé de dolor—. El silencio, ¿también me afecta a mi?
Su gesto de era de enojo y resignación.
Me cogió en brazos como si fuera una simple pluma y me llevó a mi cuarto.
Tras colocarme en el sillón y colocar mi pierna en el reposa pies dio media vuelta y se dirigió a la puerta.
—¡Espera! —Lo detuve— No te vayas por favor.
Se giró y me miró con aquellos ojos que intimidaban a cualquiera.
—No debiste ser tan imprudente —Me regañó—, era una conversación privada.
—No era mi intención enfadarte.
—El doctor te dijo que no te movieras.
—Estabais discutiendo, me preocupé —caí en una pregunta—espera, ¿cómo sabes que el doctor me ordenó que no me moviera? —el hombre apartó su mirada intimidante como si ahora la mía fuera el propio fuego.
—Quería saber si ese hombre te diría algo distinto a lo que yo te dije —no sonó nada creíble, como si el perfecto mentiroso hubiera olvidado como mentir.
Intenté creerle e ignorar mi tema para adentrarme en aquel dolor nuevo que se había sumado a la larga cola de dolores que el oscuro hombre tenía.
—¿Puedo saber qué pasó? —dije algo ensimismada.
Erik me miró como si supiera que intentaría ayudarlo y aunque no tenga sentido, parecía no querer ayuda, parecía querer ahogarse en aquel dolor y ocultarse en su cueva por los siglos del siglos, sin embargo yo no lo dejaría estar.
—Sabes que lo averiguaré ¿no? —Pensé que se enfadaría aún más ante mis palabras, sin embargo vi como su mirada de suavizó y de alguna manera abandonó esa tensión con la que suele vivir siempre.
—Ella... Christine —No supe adivinar si lo que intentaba transmitir le proporcionaba odio o dolor o ambas cosas— Ella lo ama —dijo y sentí como si al decirlo en voz alta Erik se enfureciera aún más.
—Erik, no. —Su mirada era la de alguien dispuesto a todo por lo que quiere, tras escuchar mis palabras se giró hacia mi.
—Rose —Su voz tenía un tono como adolorido, como si le doliera hasta el aliento— no puedo permitir que lo ame.
—Me temo que el único que puede o no permitir esas cosas es Dios Erik, a veces las cosas no están destinadas a ser —Mis palabras lo enfadaron, pude sentirlo.
—Pues yo desafiaré hasta al mismo Dios, ella me debe sumisión —El tono de Erik subía y bajaba como la marea, como si hubiera dos facetas de él que estuvieran discutiendo en su interior— yo soy su amo.
—No Erik, eres su profesor de canto —Intente ser franca—, ella aprenderá a vivir sin ti una vez que te pierda, no puedes considerarte su mundo, hay muchas más cosas y personas en el mundo.
—Pues para mí el mundo esa ella —dijo con una voz que me decía que haría hasta lo imposible por tenerla con él.
—Vas a hacerte más daño Erik.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2020 ⏰

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