Tacto cálido

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Tanjiro conoció a los jabalíes que tenía Inosuke.

El más grande, al que llamaría como Gran Uno, era dormilón y perezoso, cuando los ataques de Zenitsu comenzaron, había sido el primero en refugiarse. Pero al cabo de unos segundos, se quedó dormido a su lado.

- te gusta dormir, supongo

Ante un nuevo trueno en el cielo nocturno, otro de los secuaces chilló.

- No te agradan los rayos, eh... - comentó el pelirrojo, asomándose por lo que quedaba del carruaje.

El animal, nombrado como Chibi, gruñó, afirmando sus palabras.

Mientras que seguía gateando hacia el exterior, alguien le sujetó del cuello de su haori y se volteó para encontrarse cara a cara con otro jabalí.

- ¿no quieres que salga?

La bestia gruñó antes de soltarlo.

- ¿ni un poco?

Negó.

El chico le dio una sonrisa nerviosa.

- está bien- djo Tanjiro, escuchar a un jabalí no sería tan raro ahora, parecía más precavido que él mismo así que nada malo podría ocurrir al escucharle.

Por cierto, a este también le había dado un nombre: Sanban.

- ¿¡qué demonios haces aquí!?- gritó cierto rubio mientras que aterrizada en el suelo.

- ¡es mi montaña, Monitsu! ¡Vivo aquí, idiota!- respondió Inosuke caminando sobre el techo del carruaje y cambiando su forma.

- ¡¿cómo puedes traer a Tanjiro en la montaña, y si lo hubiesen asesinado?! ¿¡Secuestrado?!

Mamá gallina tiró de sus cabellos con una expresión que mezclaba enojo y preocupación, con algunas lágrimas.

- ¡maldito llorón! ¡Soy el gran rey de la montaña, puedo hacer todo bien!- le replicó este.

- juro que si Tanjiro hubiese perdido aunque sea un cabello, todos te matarían- declaró Zenitsu.

En cualquier situación, esto le podría llevar a la muerte inmediata al decirle tales palabras a un Hanafuda, pero ellos habían sido amigos desde hace cientos de años, o un prototipo de amigos.

En realidad, ser amigos era lo que más encajaba con la descripción de ambos.

Y tenía razón, más de un Hanafuda de los doce que eran, le tenía cariño al pelirrojo.

- ¿¡acaso eres idiota, Teritsu!? Los cabellos caen solos, cómo quieres que evite eso?- quiso saber el azabache.

El cerdo tenía la razón.

- ¡¿d-de todas sabes lo peligroso que es dejar que Tanjiro salga del palacio?! Volveremos enseguida- declaró Zenitsu mientras que se dirigía al carruaje para buscar a su niño.

- ¡Zenitsu!- exclamó felizmente Tanjiro con una gran sonrisa en su rostro y volvió a cambiar su forma a la de un joven muchacho en vez de la de un niño.

Saltó hacia el mencionado y le dio un gran abrazo.

- ¿¡T-T-T-Tanjiro!?

Este no era su niño.

El pollito era chiquito, adorable y bonito.

No una belleza pelirroja.

El demonio del rayo le dio una mirada significativa al Hanafuda de la Lespedeza, pero este sólo alzó sus hombros diciendo que no sabía nada mientras que el chico seguía colgando de su cuello.

El conejo en la jaula de leones [ all x Tanjiro ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora