"I" Érase una vez

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  Todo comenzó cuando tenía 9 años, solía ser muy apegada a mi padre, quien siempre estaba en cama debido a su enfermedad terminal. Sufría cáncer de pulmón. Cada que llegaba de la escuela lo primero que hacía era ir corriendo a su habitación y posar mi cabeza en su regazo, él difícilmente podía hablar pero siempre se quitaba su respirador para decirme —Te amo hija mía.

  Mi madre jamás me dejo pasar mucho tiempo con mi padre, hacia que lo dejara sólo, asegurando que lo estaba molestando con mi presencia. Para ser franca jamás lo sentí de esa forma; siempre que podía verlo notaba un brillo en sus ojos, un brillo indescriptible.

  En ocasiones me escabullia de madrugada metiéndome en su habitación, me gustaba acostarme junto a él quedándome dormida mientras él me abrazaba. Las pocas veces que mi madre lo descubrió termine siendo golpeada e insultada. Cuando recién cayó en cama mi padre, él intentaba detenerla siempre que esto ocurría; pero según mi madre ese era un método de aprendizaje para que no la "desobedeciera".

  Recuerdo una vez que fui a dormir con mi padre, éste dijo algunas cosas que con dificultad entendí, pero entre los susurros escuche un pequeño poema.



Te amo hija mía
Mi única hija
La sangre de mi cuerpo está en tus venas
Eres todo lo que siempre Soñé
Siendo tú la mujer de mi vida
Te amo hija mía



  Fueron sus palabras antes de derramar un par de lágrimas, las cuales me hicieron llorar como la niña pequeña que solía ser.

  Todo fue muy repentino, un martes común y corriente me levanté temprano para vestirme e ir a la primaria que estaba a menos de media cuadra de mi hogar, antes de salir pase a despedirme de mi padre quien giro su rostro sonriendo sutilmente, sonrisa que apenas logre ver a través de la transferencia del respirador pero igual me hizo feliz, al bajar las escaleras fui a recoger mi desayuno de la cocina para luego irme.

  Las clases me eran aburridas, sólo podía pensar en cuando podría ver a mi padre nuevamente.

  La calle donde vivía era pequeña habían al rededor de unas 5 casas cercanas donde todos se conocían.

  Volví con mucha alegría, sólo pensaba en ver a mi padre para contarle todo lo que había aprendido, pero me lleve una gran sorpresa, había un grupo de al menos unas 30 personas esparcidas a todo lo largo de la calle.

  Sentía intriga pero tampoco quise preguntar, cuando ya estaba por quedar de frente a la puerta de mi casa veo que estaba abierta y todas las miradas se dirigían hacia adentro.

  Mi vecina desde que tengo memoria la Sra. Alice, quien era una mujer de longeba edad, tenía unos 70 años aproximadamente, me llama como si fuera un perro, mi atención se dirigió a dicho sonido haciendo que me acercara a ella para saber que quería.

—Hola, Sra. Alice, ¿Por que hay tantas personas por aquí?

—Mi más sentido pésame mi pequeña.

—No entiendo a qué se refiere.—Dije confundida.

—Sere directa, tu padre falleció hace unos minutos.—Respondió con voz temblorosa.

  Mi rostro se tornó blanco haciendo casi imperceptible el color canela de mi piel, estaba sin habla, mi mochila resbaló de mis manos, apenas toco el suelo corrí adentro con la esperanza de que fuera todo una mentira.

  Ignore toda advertencia de las personas en mi camino, subí las escaleras e irrumpí abruptamente en la habitación donde se encontraba mi padre, ahí estaba mi madre junto a un hombre desconocido que ya había visto en otras ocasiones con ella.

ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora