Enciende mi Corazón

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Día 6: Estrellas de Rock

  Katsuki Bakugou se acomoda el gorro de su chamarra cerciorándose que no se vea nada de su cabello, y se coloca las gafas de sol antes de salir del motel al que habían ido a parar la noche anterior.

  En estos momentos nada le gustaría más que un cigarrillo, o regresar a la cama con el chico bonito con el que se había metido anoche. No se la había pasado tan bien en mucho tiempo, y solo recordar las expresiones que el otro hacía cada vez que dejaba de embestirlo para evitar que se corriera le estaba poniendo la verga dura de nuevo. ¿Tal vez todavía podía...?

  No, por mucho que le hubiera gustado no podía pensar en el Mitad-mitad ese... eh... ¿cuál era su nombre? ¡Maldición! Esto le pasaba por ponerle apodo a medio mundo. ¿To..? ¿...outo? ¡Shouto! Shouto. Por mucho que le hubiera gustado no podía pensar en Shouto ahorita.

  Se rasca el abdomen porque el zipper de su chamarra le pica, ya que en su apuro de salir de la habitación, no pudo encontrar su camiseta favorita. Pasa a comprar una cajetilla de cigarros, y se pone en marcha a su trabajo.





   Al terminar su jornada, regresó al mugrero en el que habían convertido su "estudio", con un par de bolsas con sobras en las manos. El lugar era una pequeña casa, con dos habitaciones, un baño, y un jardincito con una silla de playa que le había dejado la abuela a uno de sus guitarristas antes de morirse. Había cajas de comida rápida por doquier, latas de cerveza y botellas de vodka esparcidas en cada rincón; cigarrillos, sus hojas con todos sus acordes, y para variar, Kaminari y Tokoyami inconscientes en el sillón.

  Se acerca ellos para ver que todavía estén respirando, y una vez se asegura que no tendrá que llevarlos al hospital otra vez, los deja caer al suelo. Va a la "cocina" y regresa con dos vasos de agua que derrama sobre ellos. A este punto, le valen madres los charcos que deje. El lugar ya es un desastre.

—¡Una noche! Me largo de aquí una puta noche, y ustedes hacen esta mierda —les grita a sus compañeros que aún no están despiertos del todo, y empieza a recoger las cajas de pizza cerca de su batería. Como esos malditos se hayan atrevido a tocar su bebé, los matará—. ¡Más te vale que no encuentre jeringas otra vez, imbécil!

—Hermano, solo fue una vez... –contestó Kaminari antes de salir corriendo a buscar un bote donde vomitar.

 Contó hasta treinta para apaciguar su cólera, y siguió limpiando el lugar hasta dar con sus baquetas. Escuchaba a Tokoyami aplastando las latas de cerveza, y pensó cómo es que todo había terminado así.

  Hace dos meses eran una banda con un futuro prometedor, la nueva sensación del lugar, con un sonido refrescante que estaba volviendo locos a todos. Y si bien los lugares donde tocaban no eran de gran renombre, siempre lograban vender todas sus entradas. Les estaba yendo tan bien, que incluso encontraron un manager que les prometió una audición con una disquera.

—Será increíble, chicos. Estoy seguro que les encantará lo que ustedes hacen. A esta industria saturada del mismo sonido le hace falta un poco de rock. ¡Serán todo un éxito! Ustedes no se preocupen, yo me encargo de todo. Solo asegúrense de hacer el depósito con anticipación para que yo pueda cubrir todo lo que necesiten.

  Nadie podía juzgarlos. Eran jóvenes, y un poco ilusos. Se les llenó la cabeza con la posibilidad del estrellato que no se dieron cuenta de cuánto estaban arriesgando. El monto de dinero que les habían pedido era muy alto, pero lo habían visto como una inversión. Todo estaría bien.

  Al día siguiente de hacer el depósito, su 'manager' desapareció, como también toda evidencia de la disquera que les habían prometido.

  Habían puesto todos sus ahorros en eso, e incluso pidieron un préstamo al banco, y ninguno mantenía mucho contacto con sus padres como para pedirles ayuda. Ya no podían pagar el estudio donde grababan, tuvieron que vender algunos instrumentos para pagar los servicios de donde estaban viviendo, y en el camino, perdieron a su tecladista, quien saltó del bote cuando lo reclutó una banda pop. Y como no tenían a su tecladista, tuvieron que cancelar varios toques, y sin toques no había dinero para pagar ni la renta, ni el espacio para que les reservaran el escenario.

Enciende Mi Corazón «BakuTodo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora