Capítulo X: Tu Príncipe

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En quién sabe qué piso y por sabrá Dios qué pasillo del castillo de Sugar Rush se escuchaban dos risas adolescentes que sonaban infantiles, agitadas por ir corriendo, erráticas de los nervios, desorientadas también, e increíblemente felices.

—Vas a tener que explicarme a dónde vamos —preguntó Rancis entre risas.

—Quiero mostrarte algo —respondió Vanellope de la misma manera.

Doblaron una esquina.

—Ok, y ese algo ¿lo tienes en dónde?

—En donde ni los chicos ni Ralph fastidien.

Las risas se hicieron más fuertes cuando finalmente llegaron a su destino y se detuvieron.

Cuando la presidenta lo tomó de la mano y empezó a correr el joven corredor se sintió el chico más afortunado del arcade. Algo tenía que significar, por lo menos.

—Llegamos —dijo ella mirando fijamente una enorme pantalla con el logo del juego, simplemente puesta en el enorme pasillo.

—Y... ¿qué es esto? —preguntó él, intuyó que esto es lo que quiere mostrarle, pero ¿qué es? — ¿Siempre ha estado aquí?

Él había entrado al castillo incluso antes que ella, durante el reinado de King Candy, y lo había explorado a fondo (creía él), pero nunca había entrado en este pasillo.

Mientras ella solo miraba con melancolía la pantalla, el rubio analizó el pasillo con la mirada: trofeos, fotografías, retratos. Al darse cuenta de que ellos (todos los sugar rushers y demás habitantes del juego) aparecen en todas esas imágenes sus dudas crecieron, ya que no recordaba ninguno de esos momentos.

—Encontré este lugar hace poco —habló Vanellope finalmente—. Llevo tiempo viviendo aquí, pero este castillo es tan grande y yo era tan pequeña. Obviamente me emocionan los lugares grandes, luego de vivir en donde vivía, pero ahora era libre, podía explorar cada rincón del juego y de los demás juegos ¿por qué quedarme en este empalagoso castillo?

—Eso suena como Ralph —ambos rieron—. Pero entonces, ¿cómo llegaste aquí?

—¿Recuerdas cuando le estaban haciendo mantenimiento al juego antes de actualizarlo? ¿y Surge nos pidió mantenernos dentro de él, aunque estuviera enchufado?

—Claro, yo estaba ayudando a Gloyd con el espantapájaros cuando el juego se apagó. Siendo Halloween Hill, ese hombre hecho de trapos viejos se desconfiguró y nos persiguió hasta que nos encerramos en la casa.

La anécdota no era necesaria, pero vaya que fue buena para aligerar los sentimientos y hacerlos reír.

—Bueno, Agrio Bill estaba convencido de que yo intentaría salir, así que me obligó a quedarme adentro del castillo y se valió de los guardias oreo para impedirme escapar. No tuve más opción que explorar mi ya no tan nuevo hogar —explicó—. Encontré este pasillo y casi enloquezco de dudas.

La joven gobernante tocó la pantalla frente a ella y un montón de imágenes se reprodujeron, no solo en el aparato, también en el cerebro de Rancis: Vanellope en las carreras, Vanellope en el palco del rey, Vanellope usando el Kart real, Vanellope y él en muchas escenas, riendo, comiendo, paseando, tomados de la mano. Y finalmente, Vanellope siendo echada como una falla y King Candy obteniendo el trono.

Entonces entendió todo lo que había en el pasillo. No eran imágenes... Eran recuerdos.

—Supondré que viste lo que yo vi cuando la encendí la primera vez —dijo ella un par de minutos después—. Bill tampoco lo recordó en un principio, pero luego me pudo explicar. Este pasillo estaba programado para ser mi salón de trofeos, yo no deseaba un salón, sino un lugar por el que pasar casualmente y ver mis logros... Y los de mis amigos, por eso están todos aquí.

Sapito | A Vanillabutter storyWhere stories live. Discover now