Camelia Rosa

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Camelia rosa: Anhelo.

Los luceros marrones del líbero se iluminaron nuevamente, y lo primero que pudo ver fue el Blanco, las tonalidades azules pasteles se aclaraban lentamente. El lugar lo reconocía, seguía en la escuela, para ser exactos en la enfermería.

Sin esperar más, se sienta de un solo movimiento en el borde de la cama. Un solo pétalo blanco se desplazó suavemente en el aire para aterrizar en el suelo. Nishinoya se llevó una mano hasta su rostro, pudo notar la humedad que era emanada de sus ojos, incluso la frialdad de su cuerpo.

Confuso, cada vez más y más confuso.

Por alguna razón, en su garganta se podía sentir una sensación aromática y desagradable, podía percibir una sensación rasposa en la misma, mas el dolor en su estomago ya no estaba.

—Nishinoya-kun, ¿te encuentras bien? —El profesor de baja estatura y lentes se hizo presente desde la puerta, con libreta en manos.

—Take-chan... —Mencionó el apodo del mismo, volteándose de lado contrario para secar aquellas perlas cristalinas que eran emanados de sus ojos. — ¡Mejor que nunca! —Exclamó levantándose mientras posaba sus puños sobre sus caderas, alzando su mentón, mostrando aquella sonrisa confianzuda de siempre.

— ¿No quieres que llame a tus padres? —Ciertamente preocupado, se acomodó los lentes.

—No es necesario, Take-chan, vamos, estoy bien. —afirma mientras posa una mano en su antebrazo, mientras cierra el puño en ésta. —Soy más fuerte de lo que parezco.

—Aún así... —Insistió.

—Yo me aseguraré de llevarlo a casa sano y salvo, sensei. —Agregó la estrella de Karasuno, que para la sorpresa de la deidad guardiana seguía ahí, ¿Estuvo esperándolo?

—Asahi-kun... —Musitó el maestro algo asombrado. —Pensé que Daichi había cancelado la práctica... —Comentó.

Nishinoya se detuvo un momento entre aquellas palabras, ¿Él había causado eso? ¿Por su culpa habían cancelado los entrenamientos?

Era sólo un pequeño percance, parte de su desayuno le había caído mal, ¿no es verdad?

—Vayan con cuidado. —escuchó, y volvió nuevamente a su realidad. —Nishinoya-kun, Shimizu-san hizo el favor de traer tu cambio de ropa antes de irse.

— ¡Kiyoko-san hizo eso por mi! —exclamó con brillos en los ojos que y evidente emoción.

—Sí, todos estábamos preocupados por ti, Noya. —sonrió gentilmente el punta receptor, revolviendo los cabellos del líbero, los cuales habían perdido un poco de altitud.

Otra vez, esa sensación estaba regresando, pero ya no como antes, sino como unos fuertes y desenfrenados latidos que se hacen cada vez más presentes, retumbando en su pecho.

Posiblemente, el culpable no era el desayuno.

—Nishinoya-kun, Asahi-kun, vayan con cuidado. —se despidió el representante del equipo de voleibol masculino, ladeando una mano, encaminándose a la sala de profesores, para hacer otra llamada, a quien tenía puesto el ojo para que sea el entrenador de los cuervos.

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— ¿Estarás bien, Nishinoya? —preguntó nuevamente el As.

—Sí, creo que solo tengo un poco de hambre. —comentó mientras se sobaba el estomago, con una sonrisa cansada.

El andar del mayor paró de repente, y el más bajo volteó con incertidumbre hacia el otro.

Lo que las flores quieren decir [AsaNoya]Where stories live. Discover now