OO1.

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without losing a piece of me,
how do i get to heaven?
without changing a part of me,
how do i get to heaven?

so if i'm losing a part of me,
maybe i don't want heaven?

- Heaven, Troye Sivan.



JaeMin odiaba su país. Odiaba el odio que corría las calles de Seúl, Incheon, Daegu. Odiaba el odio que solía salir de los labios de sus habitantes, odiaba la poca empatía que parecía correr por sus venas.

Odiaba que, cada vez que salía a la calle de la mano de su novio, recibiera miradas de odio, de asco. Odiaba poner su vida en peligro cada vez que pisaban la calle y se negaban a soltarse. Odiaba aquella sensación de impotencia cada vez que Jeno volvía a la casa con moretones nuevos en el rostro porque los habían visto juntos en alguna plaza.

Pero, de todas formas, existía en aquella ciudad aquel aire nostálgico que los hacía quedarse allí un poco más. Cada esquina, cada café, cada plaza guardaba recuerdos únicos; cómo se conocieron, sus primeros encontronazos, años de amistad. El primer beso compartido, los primeros "te quiero" y "te amo". Las caricias suaves de Jeno sobre el cabello de JaeMin, las lágrimas al escapar de sus casas y encontrar refugio en un departamento pequeño.

Era difícil tener 22 años y ser gay en Corea del Sur.


ㅡ ¿JaeMin?

El menor de los dos levantó su cabeza, dejando de prestar atención a la película que estaban mirando. Jeno se veía serio y preocupado, y se notaba en la forma en la que sus manos se aferraban, entrelazadas, con las de su pareja.

ㅡ ¿Qué pasará cuando terminen de matarnos?

JaeMin siempre intentaba pensar lo menos posible en aquellas situaciones de desesperanza, pero sabía que Jeno les daba mil y un vueltas. Soltando al mayor solamente para apagar la televisión, JaeMin se incorporó en el sillón. Su diestra seguía fuertemente aferrada a la mano de Jeno, con su pulgar dejando suaves caricias sobre su tersa piel.

Na mantuvo un rostro serio, observando las facciones del rostro de su novio. Su marcada barbilla, sus finos labios. Su nariz y sus ojos, el brillo que faltaba en ellos y el que aún se mantenía allí. Cada posible pequeño lunar, la línea de su cabello y los mechones que, al no ser lo suficientemente largos como para mantenerlos en la pequeña coleta que llevaba, caían sobre su frente.

ㅡ No voy a permitir que nadie me aleje de tu persona, Lee Jeno.

Murmuró el pelirrosa, sonriéndole abiertamente, intentando tranquilizarle. Mientras que su zurda subía hasta su mejilla, su mano derecha apretaba la unión que aún mantenían, dándole más seguridad a sus palabras.

ㅡ Ni ahora ni nunca, Jen. No voy a dejar de luchar por nosotros, y no pienso permitir que nadie me aleje de tu lado. JaeHyun dijo que ya tiene nuestros cuartos preparados en Estados Unidos, sólo debemos terminar de ahorrar para poder comprar los pasajes. Nos falta poco, Jen... No te rindas tú ahora.

Jeno no solía llorar frente a JaeMin, pues tenía metida en la cabeza que él debía ser el fuerte entre ambos, brindar apoyo a Na. Pero aquella noche, se permitió llorar, escondiendo su rostro en el cuello de su novio, al tiempo que su mano libre se enredaba en su cintura. JaeMin, por su parte, se dedicó a dejar suaves caricias sobre su cabello y espalda, con sus dedos aún entrelazados.


JaeMin recordó el sentimiento de alegría que recorrió su anatomía la primera vez que Jeno le dio la mano en público, defendiéndole de unos bullies de su antiguo instituto. Recordó el primer beso otorgado, la primera caricia, el primer encuentro carnal que compartieron. Cada primera vez se guardaba con calidez en su pecho, y se aferraba a ellas cuando tenía que seguir.

Porque si bien JaeMin era bueno demostrando su amor, muchas veces fallaba a la hora de expresarlo verbalmente. No podía explicarle a Jeno cómo él había llegado para pintar su mundo de colores llamativos sin siquiera intentarlo. No tenía como explicarle qué tan auténtico le hacía sentir, cómo estando a su lado se sentía simplemente más valiente que estando sólo.

Pero Jeno siempre le decía que sólo bastaba una mirada para que él comprendiese. Así que JaeMin lo hacía; buscaba poder expresar cada ínfima pizca de amor vía miradas cómplices, abrazos inesperados y besos silenciosos. Vía, inclusive, darse la mano, y sentirse más cercanos que nunca.


JaeMin odiaba su país y el odio que le envolvía.

ㅡ Jeno.

JaeMin detestaba salir con miedo a la calle y de no poder volver a su casa con su novio.

ㅡ ¿Mhm?

Pero, al mismo tiempo, JaeMin estaba agradecido de que sus caminos se hubiesen cruzado. JaeMin estaba agradecido de haber conocido a Jeno, sin importar el país en el que hubiese sucedido.

ㅡ Te amo. Sin importar quién intente ponerse entre nosotros, no pienso rendirme. No pienso dejarte ir, ¿si?

JaeMin sintió como Jeno se removía, volviendo a fijar sus ojos en los de su novio. JaeMin sonrió de manera más amplia al sentir sus manos aún entrelazadas, y fue capaz de reparar en un pequeño detalle; casi siempre se encontraban así. A Jeno le gustaba sentirse cercano a JaeMin sosteniendo su mano, y a JaeMin le gustaba la calidez que la mano de Jeno trasmitía.

Acercándose de manera lenta, JaeMin depositó un suave beso sobre los labios de Jeno, para después levantar la pequeña unión que seguían manteniendo.

ㅡ Eres mi pequeño cielo. Y voy a repetirte todas las veces que sean necesarias, que no voy a dejar a mi pedacito de cielo ir.

Y como si esas palabras fueran mágicas, la alegría volvió al rostro de Jeno, quien no dudó en tirar de JaeMin para dirigirse a su habitación. Inclusive tras dormirse, sus manos seguían unidas.

Iban a estar bien, mientras se tuvieran el uno al otro.

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