CAPITULO 28

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Ryan

Un mes más tarde...

Ha pasado un mes, no se supo nada de mi hermano hasta ahora. Le estamos buscando cielo y tierra por todos lados, pero nada.

Mi hija regreso conmigo, quien ahora tiene siete meses. Ella se esconde de mí cuando gatea, es muy cariñosa conmigo, algunas cosas ya puede comer y balbucea la palabra pa, según mamá algún momento dirá "papá".

No supe nada de Aiza desde el hospital siento que soy egoísta, pero es mejor para ella que me alejé de su vida, en cuanto a mis tíos no supe nada más desde que los heche de la casa, mis padres entendieron y cumplieron mis órdenes. Los chicos están haciendo cada uno su vida, hace un mes que no hablamos. Siento que alguien me pica mi nariz y ríe de mí al hacer una mueca de dolor, aplaude.

— Samira así no — me quejo y empieza a reír más.

Es una bruta.

— Pa — suelta y le miro. Mi acelera siempre cuando dice esa palabra.

— Cariño no puedes hacer eso a papá está mal — le riño con un tono cariñoso y ella me mira confundida, lleva su mano a la boca, con la otra pide para que le baje de la cama cuando está en el suelo, la miro atento a lo que hace, juega con mi zapato quiere llevar a la boca, pero le quito comienza a llorar

Dramática, eres igual que tu abuela.

— Pa — suelta llorando y extiende sus manos hacia mí. Alzo a mi pequeña dramática y la miro.

— ¿Tienes hambre? — pregunto y asiente

— Vamos a comer — afirmo. Aplaude, miro que salió su primer diente de leche.

— Te saliste un diente de leche, Sami. No me di cuenta ayer — susurro para mí. Dejo a Sami en su asiento y ella llora

— Espera Sami, tenemos que prepararte la leche — explico, pero ella llora más.

— Pa — balbucea y extiende su mano hacia mí y suspiro.

— No, tengo que preparar tu leche hija — repito serio y ella hace un puchero comienza a decir todo el tiempo pa hasta que dice la palabra que hace latir muy fuerte mi corazón

— Papa — llora y agarro a mi pequeña con una sonrisa

— Dijiste papa, Sami dijiste papa — chillo con alegría y ella sonríe conmigo.

Hoy sin duda será el mejor día.

Horas más tarde...

Lleva a Sami a la casa de mi madre comenzó a llorar al principio, pero al ver a Luke estiró su mano inmediatamente para que le cargue a veces me siento traicionada por mi propia hija.
Llego al restaurante de Diego, suspiro triste porque tenía la esperanza de encontrar a Aiza por aquí pero no lo hice. Observe que Diego se acerca a mí con una sonrisa en sus labios.

— Te extrañe pendejo — dice y pone sus brazos en mis hombros.

— ¿Cómo va todo? — pregunto mientras nos encaminamos a la oficina.

— Ella está delicada, sus hermanos la están apoyando en lo que pueden. La policía no sabe lo sucedido, Becka está protegida y se está tratando con la hermana de Asiar que es psicóloga. En cuanto a tu hermano, no me han informado de nada — me cuenta y suspiro.

— Quiero que se pague el hospital de Aiza como anónimo, Becka que siga con Asiar— ordeno y asiente. Nos sentamos y un silencio hace presente hasta que decido hablar.

— Mi hija dijo papá hoy — suelto con una gran alegría y sonríe, pero se borra.

— No he podido contarte muchas cosas. Mi hermana debería y me dejo un cargo de su hijo de 16 años, no sé qué mierda hacer. Él no se abre a mi o nadie, trabaja conmigo acá, pero nada más — bufa y se rasca la nuca.

— Tiene 16 años, es un adolescente como éramos tú y yo antes. Nosotros no contábamos a nuestros padres o tíos nada nos guardamos todo ¿Acuerdas? — le recuerdo y el hace una mueca, asiente.

— Carajo, me hago viejo — se queja como un niño.

— Porque no le consigues una ¿Niñera para adolescentes? — digo pensativo.

— ¿Hay niñeras para adolescentes? Es la primera vez que escucho de esos — pregunta confundido

— Creo que sí, sólo tienes que buscar — digo encogiéndome los hombros.

— Lo haré — susurra. Escucho que mi teléfono suena y miro la pantalla, el nombre de Luke enseguida contesto.

— ¿Que pasa? — pregunto

— ¿Sami ya gatea? — pregunta

— Si ¿por qué? — cuestiono con desconfianza.

— Por nada — dice nervioso y cuelga.

— Tengo que irme, Luke hizo una cagada — suelto y asiente.

Horas más tarde...

No encontramos a mi hija por ningún lugar, mi humor está por los suelos. Joder. Si las miradas matarán en momentos estos Luke estaría muerto.

— Estás muerto, Luke — se burla Bart

— Tú también — gruño enojado y se pone pálido. Busco por toda la casa a mi pequeña.

— Papá — llora mi bebé. Me voy hacia donde está y frunzo mi ceño al mirarla en la puerta de mi habitación.

— ¿Cómo llegaste hasta ahí, Sami? — pregunto aterrado, mirando las escaleras. Ella me mira con un puchero, me acerco y la alzo

— ¿Qué pasa pequeña? — comienza a balbucear y señala la puerta de mi habitación, bosteza mientras frota sus ojos.

— ¿Quieres dormir? — pregunto. Ella asiente bostezando, bajo las escaleras con ella para hacerle su leche. Ignoró a todos y me voy hasta la cocina, preparo su leche y ella agarra para tomarla.

— ¿Dónde estaba? — pregunta mamá.

— Estaba arriba y no quiero saber cómo llegó hasta ahí — hablo con temor y ríe.

— Tú eras así también un rebelde, tienes que tener cuidado — responde saliendo de la cocina y miro a mi pequeña que tiene una sonrisa en sus labios y empieza a cerrar los ojos.

Los Hermanos Rahman (#1 H.R)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt