Class Fight

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¿Qué había de malo en mí? Me preguntaba todos los días.
¿Es porque no era un idiota musculoso como él? Probablemente.

Pocas veces me ha notado. Pocas veces me ha regalado una encantadora y diminuta sonrisa.

Sin embargo, es imposible disfrutar esos pequeños momentos de luz, porque ese idiota viene y mete su no nariz para robarme la atención de Kouyou.

¿Cuál era su problema con eso? ¿Acaso tenía miedo de que yo enamora al chico más popular de la clase? Qué patético.

Hubiese seguido sumergido en mis pensamientos de mártir enamorado, pero tuve que salir súbitamente de ellos, cuando recordé que había olvidado mi celular en el salón.

Corrí escaleras arriba y me detuve de golpe al ver a la profesora en el salón. Se le veía muy concentrada calificando los ensayos que le habíamos entregado hoy.

—Disculpe, maestra, ¿puedo pasar?

Pregunté temeroso.

Ella volteó a verme con molestia, dándome a entender que me diera prisa con lo que fuera a hacer.

Me dirigí hacia el fondo del salón y tomé mi celular. Pero justo antes de irme, tropecé con una de las butacas.

Eso me hizo perder el equilibrio y para evitar caer, puse una de mis manos sobre el escritorio, tirando aquellos trabajos que la maestra de literatura, ya había calificado.

Muy molesta se levantó de su asiento, reprendiéndome por mi torpeza, en vez de preocuparse por si me había hecho daño.

Como castigo, me puso a repartir los numerosos ensayos de mis compañeros, cuyas ubicaciones desconocía, ya que estábamos en el descanso de las 5:30

Con molestia, tomé los cuadernillos y me puse a buscar por toda la escuela a todos los de mi salón.

No me alegraba mucho ser el mandadero de la maestra y mucho menos tener que cruzar palabra con todos esos sujetos que compartían la clase conmigo, pero cuando vi que el siguiente ensayo por entregar era el de Takashima, sentí una punzada en el corazón y una ola de calor invadió mi cuerpo.

Por fortuna, sí sabía dónde se encontraba él: en el laboratorio del tercer piso, listo para tomar la siguiente clase.

Con las piernas hechas gelatina, me dirigí hacia allá, sintiéndome tan feliz por solo regresarle su trabajo calificado con excelencia.

Por dios, ¿más patético no podía ser?

Lentamente me acerqué a la puerta del aula y lo vi ahí, sentado en una de las mesas de trabajo, sumido en un libro muy gordo: It, de Stephen King.

—Kouyou.

Le llamé tranquilamente.

Él levantó la cabeza y sonrió.

Maldita sea, Takashima, no hagas eso.

—Toma, la maestra ya calificó tu ensayo y me pidió que te lo entregara.

— ¡Oh no! ¡Qué vergüenza! —Dijo arrebatándome el conjunto hojas y guardándolas rápidamente en su mochila— Seguro ya viste que reprobé.

— ¡No digas eso! —Le respondí elevando un poco mi tono de voz—No te puedo negar que sí vi tu nota, pero no tienes nada de qué preocuparte. Fuiste el mejor de todos.

Normalmente sentía poca alegría cuando alguien tenía una mejor calificación que yo, pero como en esta ocasión se trataba de Takashima, para nada me importaba.

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