Colgó y arrojó su teléfono sobre sobre su cama con fuerza, se llevó las manos a la cabeza y respiró hondo. Lo había hecho una vez más y realmente no sabía por qué se sorprendía cuando había pasado tantas veces ya, no quería sonar egoísta, en lo absoluto, pero odiaba no sentirse una de sus prioridades. Sabía que la firma era importante para él, joder se lo había repetido cada vez que Cameron se ausentaba a lo que sea que tuviesen planeado, pero llevaban planeando este fin de semana juntos por meses y ella realmente lo necesitaba, necesitaba pasar tiempo junto a él, conectar, volver a sentir. Con él viviendo fuera de la ciudad, las cosas ya no eran tan sencillas y realmente comenzaba a abrumarse por su ausencia.

Caminó de un lado a otro con las manos en la cintura hasta que se resignó ponerse de rodillas junto a la maleta en el suelo y empezar a desempacar. Respiró hondo con los ojos humedecidos y sacudió ligeramente la cabeza para deshacerse de sus pensamientos. Estaba molesta vale, tenía toda la razón para estarlo, le frustraba que estuviese pasando otra vez y él, con la promesa de compensárselo, esperase que ella se sintiese mejor. Sentía que iba a explotar, sabía que iba a hacerlo pronto.

Escuchó el llamado de su madre proveniente de afuera y cerró los ojos mientras echaba la cabeza hacia atrás, no deseaba hablar con nadie, de hecho, necesitaba estar sola. Escuchó un par de golpes en la puerta, no se molestó en responder, tan solo hizo un ademán con la mano sabiendo muy bien que su madre entraría de todas formas.


—Sage, cielo, fui a recoger el vestido que usaré mañana y encontré algo para ti—le dijo mientras ingresaba a su habitación y rebuscaba entre las bolsas que colgaban de su brazo. Sage la miró fijamente con una ceja alzada antes de ignorarla y seguir desempacando— Creo que te servirá para este fin de semana—dijo sacando el bonito vestido negro y levantándolo en el aire para exhibirlo frente a Sage, quien claramente no estaba de humor para ello.

—No debiste molestarte—le dijo en medio de un suspiro.

—Pero qué cosas dices—respondió su madre con una amplia sonrisa—¿No te gusta? —preguntó un poco decepcionada.

—Si me gusta—Sage respondió, aún sin mirarla—pero no debiste hacerlo—le volvió a decir.

—Bueno, recordé que dijiste que no tenías nada que ponerte para la recepción a la que irías con Cameron, lamento ser tan buena madre—le dijo con ironía. Sage no respondió y entonces Erika se percató de que algo no andaba bien—¿Qué ocurre? —le preguntó.


Sage suspiró con pesadez y permaneció en silencio por un instante. Acto seguido se puso de pie y se dirigió brevemente hacia ella.


—No iré mamá—le dijo a secas, antes de dar media vuelta—Cameron tiene que reunirse con la junta de su corporación en Illinois este fin de semana y no puede posponerlo—explicó, pues quería evitarse el interrogatorio.

—Pero llevan meses planeando esto—dijo su madre bastante sorprendida y ahora preocupada.

—Dímelo a mí—respondió Sage.


Su madre la miró fijamente mientras ella reorganizaba ansiosamente las cosas sobre su escritorio. Entonces dejó las bolsas que cargaba sobre el suelo y se acercó a ella, Sage dejó lo que hacía al verla de pie junto a ella, su madre retiró un mechón que caía por su rostro y la miró enternecida.


—Y sé que no quieres hablar de ello—le dijo. Sage negó despacio, la verdad no quería, pero se sentía frágil, demasiado frágil. Su madre acarició su mejilla— Esta bien... pero tendrás que escucharme hablar a mí entonces—dijo con voz tenue y logró a hacer que Sage, un poco en contra de ello, le prestase atención. Su madre pareció vacilante ante lo que diría a continuación, pero se animó finalmente— Creo que no eres feliz cielo...—le dijo.

Flicker [H.S]Where stories live. Discover now