Capítulo 40

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Jaelyne

Askar se come el pollo con las manos y el hermano le da dos codazos para que se detenga.

—No estamos en nuestro reino, compórtate —lo reprende Ankor, aunque se está riendo —. Mil disculpas —le pide al rey.

—Oh no hay problema —expresa de forma educada el monarca.

—A él no le molesta —pronuncia Askar —. A nadie le molesta, pues sigo comienzo —Muerde el pollo.

—Su alteza...

—Cállese anciano, no me deja comer.

La mandíbula del rey se tensa y Ankor se vuelve a reír.

—Perdónelo —pide el hermano —. A veces no nos controlamos.

—Todos unos salvajes, comprendo.

—Brindemos por eso entonces —Levanta el gran vaso que tiene en su mano.

Puedo sentir el odio que hay presente en la mesa, y yo solo quiero comer el pollo con las manos también, pero creo que si lo hago, me van a matar. Observo como Rebecca come tranquila, ignorando la situación. Ella es tan refinada, se limpia con la servilleta con una suavidad y delicadeza que su presencia hipnotiza. Algunos dirían, encantadora. Miro a Kael que también come, pero observando con mala onda a Askar. Esos celos van a matarlo, aunque teniendo en cuenta que yo he actuado de esa manera o peor, no debería opinar.

—Esta noche tendremos una conversación —me susurra Kael.

Lo ignoro, metiendo la comida en mi boca, concentrándome en el pedazo de pollo que tiene mi tenedor, mastico lo más lento posible.

—No estoy de acuerdo con que nos llamen salvajes —acota Askar —. Ambos tenemos nuestras diferentes culturas —Se relame los labios, luego de beber su enorme vaso —. Por ejemplo a nosotros nos parece extraño que tengan muchas mujeres y no les decimos nada, creo que es más primitivo eso, que lo que yo estoy haciendo —Se estira y pone un pie sobre la mesa, el rey hace un gesto de desaprobación.

—Creo que en algo estamos de acuerdo —dice Rebecca y el pelirrojo gira su vista emocionado hacia ella, mientras el monarca comienza a irritarse —. Aunque yo no tengo derecho a opinar, así que me voy a retirar, con permiso —Se levanta de su asiento.

—¡No, no, al fin me hablas, quédate! —le pide Askar.

—Será mejor que se retire —expresa el rey molesto —. Lo que dijo es una falta de respeto.

Frunzo el ceño.

—Lo que usted hace es una falta de respeto —opino.

—Jaelyne... —me susurra Kael.

—Jacky —lo corrijo y lo miro molesta —¿Quieren una falta de respeto? Yo puedo darlas tranquilamente.

—Belleza del Desierto —expresa el monarca observándome de mala manera —. Ya tengo bastante con tus imprudencias, no creas que no me llegan informes de todo lo que haces —Se gira a mirar a los príncipes del reino de los cielos —. Creo que deberíamos continuar esta comida en otro momento.

—Yo me estoy divirtiendo —Se carcajea Ankor y su hermano se ríe seguido de él, luego se pone serio —. Pero si usted está incómodo, lo respeto. Iremos a los aposentos, ha sido un largo viaje.

Askar bufa.

—Ufa, yo quería seguir hablando contigo —Le sonríe a Rebecca y ella lo mira raro —. Siento si parece incómodo, es que te vi en un sueño y quiero hablar de eso, mi madre dice que tengo un don —Mueve las cejas.

—Hasta dones tiene —refunfuña Kael.

—Tu madre me cae mal —opino y el pelirrojo se ríe.

—Señorita —me reprende el rey y se levanta —. Es hora de irse.

Ankor asiente, entonces hace que su hermano menor lo siga. Acto seguido los demás nos retiramos, mientras los sirvientes sacan la mesa. Yo me apresuro para irme rápido cuando Kael me sigue.

—¿Qué no te cansas? —me quejo cuando vamos por el pasillo.

—Necesito hablar del beso.

—¿Qué beso? Eso no existió —le aclaro.

—¿Estás de broma? —Alza una ceja y yo aumento el paso —Jacky, por favor, detente, quiero hablar contigo.

—¡Yo no! —Me freno y me giro a mirarlo —¡No me molestes más!

Suspira.

—Lamento lo que casi pasa con Rebecca pero... entiéndeme, yo no te comprendo.

—¡No me importa! —grito indignada.

—Pero te gusto.

—Ya cambié de opinión.

Se ríe.

—Eso es mentira, no se puede cambiar de opinión tan rápido.

Bufo.

—De acuerdo, te diré algo, ya te expliqué todo, no hay nada más que hablar.

—Sé que quieres irte y que no confías en mí, eso lo comprendo, lo que no acepto es que estés enfadada conmigo, no hay necesidad, no hice nada.

—Me importa una mierda.

—Jacky, por favor —Suspira.

—No —digo cortante.

—Eres mala —Sonríe.

—¿Y qué con eso? —Alzo una ceja.

—Vale, te dejaré en paz por ahora, ya se me ocurrirá algo.

Este está más lunático que de costumbre, mejor que se calle de una vez por todas.

Belleza del Desierto #1Where stories live. Discover now