Andrew estaba vuelto loco por la rabia de la reciente noticia, y tratando de responder a las preguntas que le hacían los oficiales, cuando los señores Castle aparecieron y escucharon que se desconocía el paradero de Matías. Esto los llenó de indignación y acompañaron en el sentimiento de furia a Andrew.

El señor Castle se comunicó con el padre del prófugo, y la sorpresa llenó a todos cuando este les dijo que desconocía lo que había hecho su hijo, y aún más en dónde podría estar. El par de agentes, quedaron de solicitar una orden de cateo para las propiedades de los Hunt, porque era imposible que a Matías se le hubiera tragado la tierra.

Al día siguiente de todo aquello, Fabrizzio apareció y el padre de Maggie casi se le fue encima, exigiéndole respuestas que él decía no tener. Ese día no le permitieron ver a su recién nacida nieta, y tuvo que irse antes de que su presencia causara problemas. Y es que de por sí la tensión en aquel lugar era demasiada, más el sentimiento de frustración. Todos se sentían atados de manos y presos de la impotencia.

La mañana que Margarita regresó en sí, despertó desorientada y lo primero que hizo fue llevarse ambas manos al vientre y ante la ausencia de su hija, comenzó a alterarse, por lo que tuvieron que aplicarle un sedante para poder explicarle lo delicada de su situación médica, y tratar de calmarla con la noticia de que su hija estaba bien.

Cuando el calmante hizo efecto, la noqueó completamente; por lo que no despertó hasta entrada la tarde y pidió ver a su hija, pero le explicaron que cuando ella se estuviera mejor la llevarían a ver a Carina, entonces pasó lo que todos temían: ella comenzó a preguntar.

—Tuviste un accidente, intentaron atropellarte pero uno de los presentes te salvó... —Los ojos de Maggie aletearon y el reconocimiento de los hechos se fue viendo claro en la máquina de signos vitales.

—¿Q-quién fue? —inquirió, no obstante, ella ya tenía una leve sospecha.

El doctor hizo pasar a Andrew, pues este último se lo pidió para poder ser él quien le dijera la verdad. Y así hizo, le relató lo que había pasado aquella noche: el choque contra su auto y el intento de atropello, y que el culpable de ambas cosas era Matías.

Y que no sabían dónde se encontraba.

—Pero no tienes por qué temer, yo estaré aquí para cuidarte, Melissa pasará contigo por las mañanas, tu papá por las tardes y tu madre y yo por las noches. No estarán solas, vos y Carina estarán bien, te lo juro.

—¿Cómo pudo ser capaz? Él está loco —susurró, con los ojos empañados y el miedo claro en su expresión—. Él lo venía planeando desde hace tiempo, porque estoy segura de que fue él quien me estaba observando en el centro comercial.

—¿Qué has dicho? —Y Maggie le contó todo, comprendiendo que ese detalle quizá pudo mantenerlos alerta. Pero ya era demasiado tarde para los hubieras—. Le diré eso a los oficiales, porque seguramente ese tipo estuvo siguiéndote.

—Lo siento mucho, yo debí decirte, yo debí... —Él sacudió la cabeza y se sentó sobre la cama, cuidando de no lastimarla o incomodarla.

La alojó en sus brazos y trató de calmarla, repitiéndole una y otra vez de que ella no tenía la culpa de nada, sino que el único culpable era Matías. Andrew soltó un suspiro, y es que le dolía mucho verla así, pero se juró que encontraría la forma de que eso no se quedara así. Se juró que haría pagar a Matías, aunque fuera lo último que hiciera.

Y la oportunidad se le presentó cuando, al salir de la habitación, lo interceptó Meli. En sus manos traía el celular de Maggie.

—Le acaban de llegar unos mensajes de Larcy... tienes que verlos.

Reveses de la vida© [COMPLETA]Where stories live. Discover now