Si vis amari, ama

2.9K 322 152
                                    

Capítulo 6.

Si vis amari, ama
(«Si quieres amar, ama»)

[Una frase que podría ser interpretada como una pequeña muestra de filosofía humanista]

. . . . .

Hermione Granger acababa de habilitar una de las habitaciones de su casa para él. Después de mucho insistir, finalmente había conseguido que aceptara quedarse allí hasta que se llevara a cabo el plan del ministro y la excarcelación fuera oficial para el pueblo.

Draco la miraba desde la puerta mientras terminaba de extender la colcha de la que sería su cama por las próximas semanas. Y era... extraño. Había accedido a ir con ella, pero aún no se notaba del todo convencido de que fuera una buena idea.

Cuando la chica eliminó la última arruga de la cama y se incorporó nuevamente, sus ojos se encontraron en la distancia.

—Ah, estás ahí —musitó.

—Me has dejado solo con tu gato —respondió él. Cuando Hermione enarcó una ceja, él añadió—: Había empezado a mirarme mal.

Hermione Granger esbozó una pequeña, pequeñísima sonrisa.

—No suelen gustarle las visitas.

—Oye, si voy a ser una molestia para tu mascota...

—No —le interrumpió, hablando más alto de lo que había esperado. Rebajó el tono de su voz considerablemente antes de seguir—: Es lo mínimo que puedo hacer.

—También podría volver a mi mansión.

—Aún hay curiosos rondando las propiedades de los sentenciados por la guerra, correrías el riesgo de ser descubierto fuera de Azkaban antes de tiempo. Nadie podrá encontrarte aquí, porque nadie sabe dónde resido.

Draco no encontró fallas a su lógica, así que decidió no insistir en lo contrario. Sin embargo, ella comentó:

—Podrías mudarte con Harry —dijo con voz suave—. O con Kingsley. Ambos se ofrecieron a acogerte también.

—No, no, me quedo aquí —se apresuró a decir, de repente horrorizado por la idea de encerrarse en una casa con Harry Potter o el ministro—. ¿Pero te importaría mantener a ese gato alejado de mí?

Hermione Granger caminó hacia él, y al pasar por su lado para salir de la habitación, sus manos se rozaron levemente. Se miraron un momento, presos de un incómodo silencio, mientras la sangre se iba acumulando en sus mejillas y les proporcionaba un aspecto ruborizado.

El momento se sintió eterno, pero Hermione encontró la manera de romper con ello cuando, quitándose un rebelde mechón de la cara, dijo:

—¿Y cómo se acostumbrará a ti entonces?

A Draco le pareció haber visto cómo se mordía un labio antes de girarse para desaparecer por el pasillo, pero decidió que lo mejor sería no pensar mucho en ello.

Estaba atrapado en esa casa con ella, el fantasma de los últimos sucesos y su gato. La cosa ya era lo suficientemente escabrosa.

. . . . .

Draco Malfoy había rehusado ofrecer cualquier tipo de entrevista a la prensa después de que su excarcelación se convirtiera en la noticia más vendida tras la caída de Voldemort. Sin embargo, se había encargado de dar buen parte al ministro sobre el estado deplorable de los presos en Azkaban. Se había asegurado de que, más temprano que tarde, se llevarían a cabo cambios en las condiciones higiénicas, alimenticias y sociales de los encarcelados, dando a entender que el testimonio de alguien que había pasado por ese infierno podía ser un platillo de muy buen gusto para cualquier periodista que se le acercase. No pretendía que aquello sonara a amenaza, solo a advertencia de algo que bien podría pasar en cualquier momento... No había olvidado que sus padres seguían allí, tal y como la mayoría de sus amigos. Y todos merecían cumplir su condena, pero también hacerlo de una forma mínimamente digna.

SeisWhere stories live. Discover now