—Me gusta cuando me dejas llevar el control.

—No te acostumbres.

La empujé de manera sutil para que bajara de mi cuerpo; se sentó a mi lado, me quité el preservativo, me puse de pie para depositarlo en la basura, posteriormente acomodé mis pantalones.

—Voy al baño —anunció. No respondí, saqué mi teléfono que no dejaba de sonar y ni siquiera había reparado en ello. Miré el nombre de Ronald en la pantalla. Respondí.

—¿Qué pasa?

—Ey, Step, ¿correrás hoy? —Preguntó— Tengo un cliente —bromeó, reí—, ¿qué dices? Mi bebé espera.

—¿Quién es? Mierda, Ron, ¿cuándo piensas aprender a correr tu auto? Sabes que no corro entre semana.

—No es lo mío, prefiero que lo lleves tú. Y se trata de Omar, son cinco mil, ¿qué te parece?

—Bien. Te veo en el lugar dentro de una hora —acepté. Ese dinero me vendría de maravilla.

—¡Perfecto!

Terminé la llamada justo cuando Allison salía del baño, sonreía coqueta, a la espera de más, pero no tenía tiempo. Ese dinero me haría falta, tenerlo impedía que les pidiera ayuda a mis padres, eso no lo haría jamás, preferiría morirme de hambre.

—Debes irte —ella me miró confundida—, voy a correr.

—Voy contigo. —Negué de inmediato.

—Ni loco, sabes que si vas conmigo te arriesgas a que te pidan como pago. —Se mordió el labio.

—Te importa que otro me tenga —susurró creída. Rodé los ojos.

—No te hagas ilusiones, lo que hagas con otros me importa poco, corro por dinero, no por mujeres —mascullé dirigiéndome a la puerta, Allison me miraba mal—. ¿Vienes o piensas regresar sola?

—Eres un idiota, Stefano.

—Dime algo nuevo.

♣️♣️♣️

Arribé a la carretera del kilómetro 95, aquí se llevaban a cabo las carreras clandestinas donde solía correr a menudo. Ron ya se encontraba ahí en compañía de un poco de público, chicos y chicas por igual, algunas caras me eran conocidas, otras eran nuevas.

Estacioné la motocicleta y bajé de ella, enseguida el rostro ansioso y sonriente de Ron apareció en mi campo de visión, vino hacia mí, me saludó y puso las llaves de su Golf R en mi mano, incluso cuando no las necesitaba.

—Gracias por venir —dijo contento.

—Sabes que no es gratis —le recordé.

—El dinero es tuyo, solo quiero que le des su merecido al cabrón de Omar.

Ubiqué al chico a unos metros de distancia, apoyado en el capo de su Honda, había varios chicos con él, entre algunas mujeres que lo engrandecían. Lo conocía, lo había visto correr, era bueno, pero su auto no tanto y para tener buenos resultados, debías estar acorde a tu potencial, se trataba de hacerlo crecer, no disminuirlo y por ende disminuir las posibilidades de ganar. Pero al parecer no sabía mucho de autos o tenía una fijación por esa marca que, a mi gusto, era pésima. Todo lo contrario, al Golf de Ron, un auto a que le invirtió muchos dólares, valía la pena.

—Así que tuvo que mandarte traer —se mofó Omar al verme. Di una calada a mi cigarrillo y solté el humo en su cara.

—¿Qué? ¿Miedo? —Emitió una risa despectiva.

Lily tiene un secreto ©Where stories live. Discover now