Elías colocó su mano derecha encima de la mía, mi muñeca aún estaba en su pierna y él siguió tomando el volante con una sola mano.

A duras penas podía pensar en todo el asunto, sin embargo había otra cosa que no tenía lógica, si el arma que el supuesto asesino (mi tío Elton) era de pintura... ¿cómo logró romper la cerradura de la puerta con un disparo?

Por más que intento conectar los hechos siguen quedando cavos sueltos que no puedo atar.

—Elías, si el arma del tío Elton... —iba a preguntarle pero me interrumpió de golpe.

—Créeme que desde aquella noche me he propuesto a investigar a los Hanson, sobre todo a tu padre, sé que algo no está bien con él —dictaminó con determinación, en sus ojos negros hubo un brillo de misterio, me atrapó con lo que dijo, de un milisegundo a otro había olvidado lo que quería preguntar—. Hoy por la mañana vi salir a Murries vistiendo ropa negra en cuanto salí del invernadero en busca de unas cosas. Él llevaba puesto unos lentes y una gran maleta del mismo color que su ropa, se veía muy alterado y sudado, ya sabes... más de lo normal. Me pareció muy sospechoso cuando colocó la maleta en el maletero de su auto, estaba estacionado a un lado de la verja de la mansión —hablaba como si fuera cualquier detective salido de una película.

—¿Te parece sospechoso que haya metido una maleta en donde deberían ir las maletas? —respondí sarcástica, como queriendo decir, ¿es en serio?

—No, eso es lo de menos —hubo molestia en su rostro por no tomarlo en serio, lo siento pero creo que estaba siendo muy exagerado, ese tipo de nerviosismo en Murries era completamente natural, ya se los había mencionado antes—. Lo que me pareció sospechoso fue lo que escuché luego de que Murries guardara la maleta en la parte trasera del auto, creí escuchar como si alguien suplicara dentro del maletero, no estoy muy seguro porque estaba bastante alejado de allí —dobló el volante y cruzamos por una cuadra bastante despejada de personas, ¿a dónde nos estábamos dirigiendo? Ya el sol estaba comenzando a ponerse iluminando el cielo de colores pastel.

Okay, eso no me lo esperaba, ¿súplicas en la parte trasera del auto del rubio?

—¿Estás seguro de haber escuchado una voz dentro del maletero de su automóvil? —no me escuché tan impresionada, por todo lo que había pasado con él ya podía creer todo de Murries, si me hubiera dicho que mi padre es un reptiliano lo creería.

—En un principio no lo estaba pero luego lo confirmé en cuanto lo seguí ha un basurero poco conocido fuera de la ciudad —me dedicó una mirada rápida, el frío dentro estaba comenzando a congelarme por esa razón apagué el aire acondicionado.

—¿A qué hora lo viste salir de la mansión? —pregunté con curiosidad.

—Eran casi las ocho y media cuando...

Mi celular comenzó a vibrar en mi muslo, quité la mano de la pierna de Elías y saqué el celular de mi falda para darle un vistazo.

—Un momento —le pedí a Elías que esperara.

Al leer el nombre del contacto recordé que estaba castigada, era mi madre. Contesté la llamada para no hacerla enojar, seguramente ya estaba en casa y notó que no estaba allí.

Las sensación de agobio se hacía más grandes al fluir el tiempo.

—Hola, mamá... —saludé intentando sonar relajada, veía la carreta a través de la ventana, una hilera de arboles se quedaban atrás al igual que la luz natural del sol.

Acendrada Oscuridad ©Where stories live. Discover now