Parte I

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Caminar por las calles de Seúl durante toda la noche se había transformado en su pasatiempo favorito, disfrutar de esos pasillos de cemento y pasto lo deleitaban. Sabía que no podía dormir y salir en la oscuridad de alguna manera lo tranquilizaba…de algún modo lograba descansar.

Llevaba más de 2 años con ese hábito y gracias a este había descubierto las zonas más hermosas de su cuidad natal. Conocía cada uno de esos distritos, reconocía a las personas que a esa hora pululaban de un lado a otro, algunos al trabajo, otros de regreso a casa o simplemente disfrutando como él de lo que una noche les podía entregar. Lo curioso es que él reconocía cada rostro, cada negocio…cada parada de autobús, pero a él nadie lo reconocía…ni siquiera lo miraban.
Una noche a finales de otoño, cuando ya casi no quedaban hojas en los árboles y las calles están completamente vestidas de hojas secas que bailan cuando el viento se le antoja pasar descubrió algo. Distinto, inusual…un lugar al final de un callejón en el distrito Seong-dong en el lado norte del Río Han. La curiosidad se apoderó de su cuerpo que lentamente comenzó a dar pasos largos para llegar a ese lugar que llamaba su atención.

Un umbral de piedra adornaba la entrada de ese lugar. Era un pequeño parque, con bancas de madera alrededor de un gran circulo de pasto, también habían grandes árboles repletos de hojas verdes en sus diferentes tonalidades, algo extraño ya que se encontraban en otoño. Caminó a paso lento hacía el centro de la pequeña plaza pisando con cuidado los retazos de pasto verde.
Se quedó mirando el lugar en su totalidad, todo allí le parecía hermoso y a la vez diferente…extraño, pero se sentía en calma. Su corazón latía a una velocidad pausada al igual que su respiración, sus ojos brillaban con más intensidad que minutos antes y la piel de sus manos resplandecía. Se sentía tranquilo y de alguna manera feliz, algo que en años no había logrado.

Se quedó en ese lugar hasta pasadas las 6 de la mañana, sentado, admirando cada rincón del parque que al paso de los minutos parecía tan distinto, daba la impresión que las hojas cambiaban de color, algunas brillaban más y otras se oscurecían o aclaraban al paso del tiempo. El pasto por otro lado seguía igual, acolchonado y limpio, con la humedad justa que hacía elevar su aroma cada vez que el viento soplaba. Definitivamente volvería a ese lugar, ya no tenía intensiones de vagar por las calles llenas de luces y ruido, solo quería regresar día tras día a este pequeño parque lleno de sentimiento.

Su vida bajo la luz del día no era muy diferente a sus noches, caminaba de aquí para allá sin ser notado, le daba la impresión o mejor dicho estaba casi seguro que las personas se hacía a un lado cada vez que él caminaba cerca de ellos. Eso lo llenaba de una extraña melancolía, pero le hacía frente a todo y a todos. Lo único que deseaba era vivir en paz y que las noches llegaran con más rapidez para estar de vuelva en aquel lugar que solo le daba felicidad.

Noche tras noche regresó a ese pequeño y desierto parque, pero a la vez tan lleno de vida. Desierto porque nadie más que él llegaba, o eso creía y lleno de vida porque se repletaba de verdor y el viento soplaba calido y tranquilo.

Ya no recordaba cuanto tiempo llevaba allí, se sentía tan pleno que el tiempo era lo que menos le importaba, pero una voz lo sacó de su pequeña burbuja…

-Veo que te gusta mucho mi jardín – un joven de tez blanca se acercó extendiendo su mano para saludarlo y en la otra abrazaba un pequeño conejo blanco –Mi nombre es Kim Kibum y este es mi jardín…mi hogar. – le dijo mirando orgulloso a su alrededor.
-Kim Jonghyun, no sabía que era tuyo…disculpa sí te incomodé de alguna manera – Jonghyun se puso de pie frente a Kibum y de una manera respetuosa de despidió de él con una reverencia formal. Caminó directo hacia el umbral de piedra para regresar a su realidad…una noche llena de ruidos.

-No es necesario que te vayas, no me importa, no nos importa – el chico rubio estiro su mano para tocar el hombro del moreno haciéndolo girar –llevas varios días viniendo…y de alguna manera me acostumbré a tu presencia… - quitó su mano del hombro de Jonghyun y acarició a su pequeño compañero.
-¿Has estado aquí todo este tiempo? –Kibum asintió - ¿Dónde? – el dueño del lugar sonrío y apuntó con su dedo hacía la copa del árbol -¿Todo este tiempo? – su sonrisa se ensanchó y asintió energético.
-Me gusta mirar todo desde arriba, es distinto sabes…abajo todo ocurre tan rápido, en cambio allí lo puedes ver todo…desde que una hoja se desprende de su tallo hasta que duerme en el suelo…es…
-Hermoso – Jonghyun se maravilló de la manera que aquel joven hablaba sobre su jardín despertando toda su curiosidad oculta -¿Duermes acá o regresar a tu casa?
-No duermo… - dijo Kibum con voz melancólica –es decir, lo intento, pero casi no puedo. Esto es mi casa, aquí me quedo día y noche, solo con mi pequeño conejo…en mi jardín…hasta que llegaste tú…

De cierta manera Jonghyun no se sintió un intruso, de una manera extraña ambos tenían algo en común…insomnio por llamarle de alguna manera. Sin conocerse se entendían, sin hablar lo decían todo…simplemente se acompañaban.

-Es hora que te vayas – Kibum se puso de pie sobre el pasto algo inquieto –Siempre te vas alrededor de las 7 y ya casi amanece…debes regresar… - Jonghyun asintió triste, pero se puso de pie y despidiéndose del chico se alejo del lugar a paso lento -¿Volverás verdad? – El moreno se giro en sus talones y miró al rubio con una sonrisa en su rostro asintiendo estusiamado –Te esperaré al caer la noche…adiós Jonghyun…

-Adiós Kibum…


Para Jonghyun toda su vida fue monótona, pero desde ese encuentro con el dueño del jardín sintió que su vida ahora tenía sentido. Ansiaba aún más el regresar, ansiaba que la noche llegara y se llenara de oscuridad y estrellas para poder regresar al paraíso…junto a Kibum.

Ambos se habían creado una rutina, Jonghyun llegaba justo al punto en que el atardecer se transformaba en noche y se despedía cuando la noche se convertía en amanecer. Se sentía cómodo y a gusto junto a Kibum. El hecho de tener alguien con quien conversar, a quien acompañar lo hacía sentir pleno. Hace mucho que deseaba que alguien lo esperara al terminar el día y por fin lo había encontrado.

-Kibum…estuve pensando y me gustaría venir aquí durante el día también – el rubio se puso de pie raudo y negó con la cabeza -¿por qué? ¿Te molesta mi presencia?

-N-no…no es eso, pero en el día no estoy solo… - sus ojos dejaron de brillar dando paso a un temor que para Jonghyun era más que palpable –Él no te puede ver aquí…es peligroso.
-¿Él? ¿Kibum alguien te hace daño? – El moreno alzó su mano para tocar el rostro de su compañero –Yo te puedo defender… - Kibum se relajó ante el toque, pero siguió negando la petición de Jonghyun.
-Eso no es posible…él solo me quiere a mi. Nadie más puede estar durante el día conmigo o él se enojará…
-¿Y sí al amanecer vienes conmigo? – el moreno continuaba acariciando el rostro de Kibum y este último negó con mas miedo en sus ojos.
-Sí quieres seguir viniendo, si deseas verme…solo lo puedes hacer en las noches…cuando exista oscuridad…cuando hay luz, él viene y te puede hacer daño – pequeñas lagrimas rodaron por las mejillas del rubio haciendo sentir a Jonghyun preocupado –Por favor…solo ven en las noches.

Una de las cosas que Kibum nunca le había mencionado a Jonghyun era como lo pasaba durante el día en el jardín. Y menos aún que le hacían cuando la luz del sol se posaba en aquel lugar. Se sentiría avergonzado sí alguna vez Jonghyun se enterara.

Cuando el gran astro estaba en lo más alto del cielo alguien se adueñaba de su vida y por mas que quisiera no podía escapar. Este ser lo poseía en cuerpo y alma. Lo tocaba con propiedad, destruía poco a poco su cuerpo impregnando sus huellas en cada rincón de la piel de Kibum y eso lo destrozaba…pero desde que Jonghyun había llegado a su vida, a su jardín todo lo que ese ser le hacía lo destruía más.

Kibum en estos 3 meses que Jonghyun los visitaba noche tras noche desarrollo sentimientos hacía él. Anhelaba su llegada y le dolía su partida. Deseaba decirle que lo amaba, que se quedara…pero él pertenecía a alguien más. Alguien de quién no podría escapar jamás.

Una noche al quinto mes que Jonghyun visitaba a Kibum, se le declaró. Jjong tenía la esperanza que con esa declaración las cosas fueran diferentes, y lo que más anhelaba llegara.

-¿K-kibum? ¿Kibum, estás bien?...¿Que tienes? – El rubio estaba frio, tirado en el pasto. Las marcas en su rostro daban a entender que alguien se había ensañado con sus hermosas facciones. Su labio inferior estaba partido a la mitad -¡Kibum p-por favor despierta! – Jonghyun tomó en sus brazos el cuerpo inerte del rubio acercándolo hacia el suyo. Dándole calor…entregándole un poco de vida. El chico de tez morena posó su mano en el pecho del otro al la espera de alguna reacción. Se sentía impotente, se sentía triste. Todo lo que había deseado estaba a punto de desaparecer frente a sus ojos.

-J-jong…Jonghyun – un suave susurro se escuchó –Lo s-siento…no quería…- Kibum intentó estirar su mano para tomar la del moreno. –Él lo sabe.

“Cuando por fin el cielo se llenó de pequeñas luces titilantes Jonghyun se encamino hacía su destino.

Se sentía ansioso.

Sabía que esa noche iba a ser distinta, única y completa. Durante todo el día estuvo preparando su discurso y la ansiedad se hizo dueña de su día.

A Jonghyun ya no le importaba no ser tomado en cuenta por el resto de las personas. No sentía ningún interés en cambiar esa situación, incluso se lo tomaba más liviano y decía vivir en un universo paralelo. De día en un mundo de soledad y de oscuridad. De noche un paraíso lleno de luz y compañía.

Irónico ¿no?

El pasto estaba cubierto de un suave rocío y las pequeñas gotas de agua hacían brillar al gran árbol del centro cuando algún rayo de luz de luna osaba tocar alguna de sus hojas.

Jonghyun cruzó el umbral de entrada al jardín y lo vio. Sentado en una banca a un costado del árbol. Tranquilo y sonriente. Puro e inocente. Así era Kibum para Jonghyun. Un hombre libre de toda maldad y sufrimiento. Digno de vivir en ese lugar. Es más, Jjong tenía la percepción que todo resplandecía gracias al rubio y no al revés. Su rostro se iluminaba cada segundo que posaba sus ojos en aquel rostro pálido.

-¡Jonghyun! – La voz de Kibum despertó al moreno de sus ensoñaciones –Llegas tarde.
-¿Tarde?
-Sí… - Jonghyun se acomodó a un costado de la banca y besó la mejilla de su acompañante –La luna ya salió…hoy está llena.
Ambos sonrieron en el instante que sus ojos se cruzaron con el satélite. La luna siempre estaba ahí para ellos. Una fiel acompañante para los dos. Kibum sentía algo especial por ella, en varias ocasiones se lo había mencionado al moreno.
-Algún día llegaré a ella y por fin podré descansar – los ojos del rubio se iluminaron al escuchar las palabras de Jonghyun. –Sé que la amas y también sé que es allí donde quieres descansar…yo te seguiré. Sí te vas primero te seguiré luego. Y si me voy antes que tú…te esperaré junto a ella…te miraré de la misma manera que lo hago ahora… - Kibum estaba perdido en los ojos de Jjong –Te desearé de la misma manera que lo hago ahora – besó la frente del rubio –Y te seguiré amando…tal como lo hago ahora…

Gracias a la calidez que la Luna les entregaba esa noche Jonghyun fue capaz de declarar su amor por Kibum.

Frente a frente. 

Respirando el mismo aire y latiendo el uno para el otro se fundieron en un beso lleno de ternura. Sus labios se acariciaban con suma delicadeza dejando sentir esa suavidad y calidez propia del amor que exudaban en el. Las manos de Jonghyun acariciaron cada centímetro del rostro de Kibum. Desde los ojos, mejillas…mandíbula, deseaba conocer esas facciones de memoria para poder recordarlas durante el día. Kibum por su lado solo se dejaba amar cerrando sus ojos y entregándose al hombre que amaba.

Jonghyun se puso de pie sobre el pasto a un costado del árbol dejando caer su abrigo negro sobre el. Extendió su mano hacía Kibum quien la recibió con una sonrisa tímida en su rostro. El moreno lo guió hasta el abrigo en el suelo sentándolo sobre el.

Jonghyun se arrodilló frente a él cortando la distancia de sus labios y lo besó nuevamente. Tal vez con mayor intensidad, quizás con deseo en los ojos…no lo sé, lo único que predominaba en ese instante era el amor que ambos sentían por el otro.

Cada movimiento fue sutil, delicado. Cada capa de ropa llegó al suelo al mismo ritmo que una hoja cae sobre el pasto luego que el viento la bota de su árbol. Besos repartidos en cada rincón de sus cuerpos. Caricias dibujadas en la piel de ambos al momento de juntar sus cuerpos en uno.

La Luna continuaba siendo testigo de aquello, los miraba con orgullo…sabía que su Kibum envuelto en los brazos de Jonghyun estaba seguro, tal vez ella no podría seguir protegiéndolo cuando el sol se apoderaba del día…ella por más que quisiera ya no podría.

Jonghyun completó el interior de Kibum, se unieron para respirar al mismo ritmo. Cada parte del cuerpo de Jjong se complementaba con el cuerpo del rubio. Estaban acoplados…se sentían más unidos que nunca…se sentían inseparables.

Cada vez que Jonghyun entraba en la estrechez de su amor sentía como una energía calida llenaba su abdomen…desde su pubis hasta su corazón, como miles de pequeñas agujas que pinchaban en su interior, en la línea media de su torso llenándolo de energía. Desbordándolo de placer. Simplemente una sensación extracorpórea…como si sus almas estuvieran unidas…no sus cuerpos. Como si de ellos solo emanara luz y calor…como una explosión de sensaciones.”

Jonghyun lo entendió todo cuando escuchó las últimas palabras de Kibum. “Él lo sabe” hacia eco en su mente recordando cuando Kibum le confesó sobre ese ser que lo destruía a la luz del día. Le contó como ese espectro abusaba de su cuerpo a su antojo. Le dijo que por más que lo intentara no podía escapar…de alguna manera estaba atado a él y en el único momento que ese ser desaparecía era en las noches. Esas en que solo la luna le hacía compañía hasta que Jonghyun llenó su vida.

Le explicó lo oscuro de ese hombre. Lo pesado de su cuerpo, de su alma. No tenía piedad con Kibum, abusaba de cada cabello, de cada centímetro de piel que el rubio poseía.

Era realmente un infierno del cual no podía escapar…algo que ni la propia muerte lo podía librar.



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