𝐏𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐝𝐞𝐥𝐢𝐫𝐢𝐨

Aᥣgo ρᥲrᥱᥴιdo ᥲᥣ vᥲᥴίo

Me he cuestionado tantas cosas dentro de mi cabeza, que aún no sé que es lo que sucede con certeza.
Podrían haber pasado muchas cosas, pero, sigo estando tan roto, como aquel día en el que todo acabó.
Mi cabeza duele, mi pecho es una cueva de remordimiento y mis ojos solo intentan llorar.
No puedo, realmente no puedo.

Me he sentido fascinado más de una vez. Por las cosas que han quedado dentro mi pecho, pero también he gritado como loco, al saber que jamás lloraré.

Porque... ¿Qué es llorar? ¿Qué es este acto tan raro que le sucede al ser humano? Hay explicaciones de todo tipo, que claramente no conozco y tampoco quiero conocer, puesto que para mí. Llorar no es nada más que solo un privilegio.

Claramente he llorado. Pero nunca he sentido algo de bien al llorar. La rabia domina mi cuerpo y cedo de forma estúpida a un comportamiento agresivo, en dónde mis ojos se hinchan tanto de la rabia que cubre mi cuerpo, que comienzan a caer las lágrimas más horribles.
He llorado por impotencia y también por la perdida de alguien querido. He llorado por ver una película y por muchas más razones, pero, realmente nunca he llorado de verdad. O al menos es así como lo siento.

No puedo. Es como si estuviera privado de las verdaderas lágrimas. Cómo si la sensación primordial de llorar, para mí no existiera. Es extraño y totalmente incomprensible para mí corto razonamiento, pero, soy una persona muy vaga para investigar sobre esto y aunque lo hiciera. Aunque encontrara la razón lógica y biológica del por qué. No sentiría lo mismo. Estoy seguro que no lo haría.

He perdido. De eso estoy seguro. No tengo las fuerzas suficientes, para llorar a cántaros y limpiar mi alma. No tengo el suficiente... No tengo casi nada. Llorar es normal. Lo es. Pero siento como si mi situación fuera distinta al del resto. Como si mis dolores incontrolables estuvieran sucumbiendo ante alguna clase de vacío dentro de mi cuerpo. Cómo si cada cosa que me pasaría, fuera absorbida y llevada a un lugar lejano a mi.

Llorar. No entiendo ese acto. No entiendo esa acción. O tal vez. Nunca he entendido mi mente.

He sentido la pérdida, de una mascota, un familiar, o algún objeto. Lo primero que siento al pasar por algo así, es: una sensación de vacío y culpa terrible, que aborda cada músculo de mi ser, llevando a mi cabeza a un estado de constante tortura, produciendo un dolor agudo en el pecho. Después, la impotencia comienza ser parte de mis pensamientos. Es como si me dijera a gritos que todo lo que sucedió fuera mi culpa, además de sentir que está clase de situación se podría haber evitado. Después de todo esto, comienzo a comprender con el dolor que esta clase de cosas siempre pasan. Que son inevitables. Que son parte del destino. Y mis lágrimas salen, acompañadas de alguna clase de dolor agudo en el pecho. Siento como se aprieta mi respiración y como la voz se rompe. Presencio una pena terrible, que siempre va a estar ahí, como una herida interna que jamás sanará, pero se hará notar al hacer un movimiento brusco con el cuerpo. Doliendo tanto, como el día en que fue hecha.

He sentido el enojo, la ira, la rabia. He sentido como estos, se han apoderado de mi y han dejado mi mente con ansias de mandar todo al basurero. He sentido la presión fuerte como ninguna, de querer gritar tan alto, que hasta el mismo dios de alguna religión, me escuchara. He querido escapar de mi círculo vicioso. He querido con tanta furia querer matar. Querer herir. Querer lastimar. Querer golpear a aquella persona que me ha provocado estar en esta situación. Después, me doy cuenta de que yo soy el que se mete en ese círculo vicioso y no quiere salir. Es como si me sintiera atraído a aquella situación de mierda. No lo puedo negar. No lo puedo hacer. Simplemente siento como si pelear y gritar sería lo mejor para mí. Tal vez esa pequeña muestra de enojo hacia los demás podría solucionar algo, pero sigo siendo el que se destruye a si mismo un millón de veces.

No tengo una buena razón para escribir esto. No tengo ninguna razón para escribir esto. Pero es que he sentido tantas cosas dentro de mí, que a veces es bueno escribir sobre algo.

No tengo ni el más mínimo sentido, pero al menos me siento algo mejor. Aunque debo confesar, que he tenido una puntada en el pecho, todo el maldito tiempo. No puedo escribir sin negarme a mi mismo, puesto que soy una existencia extraña llena de defectos que me destruyen y me reconstruyen.