Y en aquel instante, no estaba a su lado porque prefiriera estarlo. Estaba allí únicamente porque Yoongi no podía quedarse en la ciudad por mucho tiempo y necesitaban continuar con la investigación. Estaba en el bosque porque no podía ser de otra manera, no porque Jimin hubiese tomado una decisión.

Yoongi sintió la sangre fría. No le agradaba para nada el rumbo que habían tomado sus pensamientos. Jimin lo amaba (se lo había dicho) y se quería casar con él (¿o no? ¿Acaso le había presionado?). Ellos estaban... bien.

Lo estaban.

—No vayas— repitió Yoongi. Quería golpear algo, de preferencia a sí mismo—. Este es tu hogar.

—No me pidas eso, Yoonie— El ceño de Jimin estaba fruncido, a pesar de su suavidad al hablarle—. No es una opción. Debo ir y lo sabes.

Yoongi quiso replicar, mas guardó silencio al ver al castaño moverse a través de la habitación y desaparecer tras la puerta.

Una sensación desagradable se empezó a construir en su estómago, burbujeando su camino hacia arriba. Yoongi tragó en seco para reprimir la intolerable sensación, para ahogar el frustrante presentimiento de que si Jimin abandonaba la casa, esta vez no regresaría.

Miedo transformándose lentamente en ira que fue difícil de racionalizar.

Porque Jimin lo amaba.

¿Pero era eso suficiente para escoger a Yoongi por sobre la vida que él mismo había descubierto allá afuera?

Con pasos atestados de una calma que no podía considerarse más que falsa, se dirigió hacia la entrada de su hogar, donde Park esperaba con un bolso a un lado de la puerta, y Jimin también. Los ojos del castaño se levantaron del suelo para encontrarse con los del híbrido y Yoongi perdió el aliento por un instante.

La imagen era dolorosa de observar a un nivel primario.

Hacía dos años, Jimin había cruzado el umbral de esa puerta, para ir a la ciudad a construir una vida propia de un humano. Marchándose para olvidar a Yoongi y Yoongi aceptando su decisión porque no pertenecían juntos.

Ahora era diferente.

—Te vas— susurró. Jimin asintió, expectante—. No te vayas... Quédate.

—¡No! ¡Basta!— espetó Jimin con molestia—. Es todo lo que dices. ¿Es que no lo entiendes, Yoongi? No lo haré. No puedo hacerlo. Esto es más grande que yo.

—Que nosotros— lo corrigió dando un paso hacia él. El castaño no se inmutó—. Es más grande que nosotros. Te estás yendo, porque es más importante, que lo nuestro.

—Estás siendo egoísta.

—No. Eres tú quien se está olvidando de mí.

—No tengo tiempo para esto. Necesito ir a la ciudad pronto. No tengo tiempo para razonar contigo. Ni siquiera entiendo cuál es el gran problema, estaré de regreso en unos...

No.

Park y Jimin se sobresaltaron ante la dureza de la voz del híbrido. Los ojitos cafés del castaño se expandieron, brillosos.

—¿Qué?

—Si te vas, no vas a volver.

—Claro que voy a...

—No— repitió. Un nudo formándose en su garganta—. No vas a regresar.

Jimin parpadeó, su respiración perdiendo su regularidad. Los segundos se sintieron como horas, hasta que la mirada del castaño volvió a enfocarse y tragó en seco.

—Tú me dijiste...— murmuró, falto de aliento— que esperarías por mí.

Una memoria fugaz atravesó la mente del híbrido. Una memoria que aún dolía, que aún quemaba... que no quería revivir.

Hasta el fin de los días. ¿Recuerdas?— insistió Jimin en voz baja, acercándose a él. Mas tan pronto dio un paso hacia adelante, Yoongi dio dos hacia atrás.

—Es diferente ahora.

Una punzada en su pecho le impidió insistir nuevamente. Yoongi jamás le había rechazado, no de esa forma. Siempre estaba dispuesto a recibirlo, a tenerlo en aquella casa, en la casa de ambos.

—Jimin— le llamó Park, regresándolo a la realidad—. No es necesario que...

—Vámonos.

El pelirrojo se quedó con las palabras en la boca, mientras observaba a Jimin voltearse con el rostro inexpresivo y atravesar el umbral de la puerta. Park le dedicó una última mirada a Yoongi, pero este ya no les estaba prestando atención, con los ojos fijos en un punto en el suelo.

Park hizo un ademán de despedida, inseguro sobre qué decir. Recogiendo su bolso, se giró sobre sus talones y salió del lugar.

La puerta se cerró detrás de ellos con fuerza. El castaño no reaccionó.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?— preguntó Park, sin poder evitar sentirse extraño al respecto. No podía ser que lo de Yoongi y él acabara tan abruptamente... ¿verdad? Según lo que entendía, su historia se remontaba a años atrás.

La respuesta de Jimin fue seguir caminando. Sin voltear, ni siquiera por un segundo, para admirar por una última vez el hogar al que no retornaría.

El hogar que ya una vez había abandonado, pero que se había quedado en su sitio esperando por su inminente regreso.

Pero ahora es diferente.

Se marchó con la promesa de no regresar.

Así que nunca lo hizo.

-----------------------------------------
omg esta historia esta a punto de terminar y no me esperaba esto,aun yo no he leido el final y no lo quiero hacer

brotecito~

¡vamp, yoonie! •• ym.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora