Parte 1

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Capítulo 1

A Melody nunca le dijeron que su nuevo asesino podría ser tan seductor. Había caído ante sus encantos sin siquiera imaginarlo, y ahora lo montaba con gran excitación y permitía que él le sujetara los senos con una presión tosca, pero irresistible. La base de la cama chillaba ante sus movimientos y golpeaba contra la pared. Los jadeos de la buscadora tenían que ser suprimidos por sus propios labios antes de que fuera a despertar a los otros habitantes del hostal. Melody se estaba mordiendo la boca a tal grado de que le corría un pequeño hilo de sangre.

—Espera —dijo dando bocanadas de aire—. Déjame... respirar. No puedo más.

—Pensé que estabas preparada para esto, Mel.

—Lo estoy. Es sólo que... nunca creí que fuera... así.

Él rió y no le dio la razón. Se giró para quedar encima de ella, le separó las piernas y volvió a entrar. Melody agrandó los ojos y se tocó los pechos, hallando sus pezones en punta y tirando de ellos para estimularlos. Durante un rato, la buscadora creyó que sería buena idea renunciar a todo en lo que creía con tal de que Zack se mantuviera dentro de ella, llenándola a tal punto que ya no supo ni cómo se llamaba o cual era su función. ¿Por qué los hombres eran tan cautivadores? Especialmente los asesinos.

De repente la puerta del cuarto sonó y la pareja se quedó muy quieta.

—¿Zack? Soy yo, Andrus. Abre la puerta de una vez. Tengo lo que me pediste.

—Escóndete —le susurró el asesino a Melody, y ella logró encontrar un buen sitio bajo el colchón. Estaba sucio, sin embargo, y sus pechos se llenaron de telarañas.

Se quedó en silencio y vio la puerta abrirse. Entró un hombre que se sentó sobre la cama. El colchón se hundió.

—¿Qué hacías que estás todo empapado de sudor?

—Hacía ejercicio —confesó Zack—. ¿Qué pasa con el encargo?

—Esto es —le entregó una caja de madera y el asesino la abrió. Dentro halló dedos humanos. Eran diez en total y pertenecían a diferentes personas. Todos tenían un anillo idéntico—. Lo logré. Los maté a todos sin siquiera pestañar. ¡Me encanta mi trabajo!

—Ya —dijo Zack estudiando los dedos—. ¿Y son de hechicero?

—En efecto —sonrió orgulloso Andrus—. Puedes olerlos si quieres.

Él lo hizo y arrugó la nariz. Su olfato era muy sensible y podía oler la esencia del sexo de Melody bajo la cama. Quería volver con ella cuanto antes.

—Excelente. Yo me encargaré de esto. Vete, Andrus.

—Gloria eterna, compañero.

—Gloria eterna —repitió el asesino.

Cuando el otro se fue, Melody salió de debajo de la cama y le quitó la caja a Zack.

—¡Eh! Cuidado.

—Estos son —se sentó a su lado y examinó los anillos—. Lo sabía. El culto está aquí, en la ciudad. Tenemos que atraparlos.

—Pues todavía nos queda algo pendiente por hacer —Zack se tocó el miembro, que se había vuelto a levantar y lo sacudió delante de la buscadora. Ella puso los ojos en blanco.

—Primero la misión, después nosotros.

—Vamos, no me dejes así.

El asesino ya no pudo vaciarse, y refunfuñando, se vistió y salió con la buscadora fuera del hostal. La siguió de cerca mirando los lindos movimientos de su trasero. Melody usaba el traje típico de las mujeres de su gremio y el cuero le quedaba muy bien. Sus mechones pelirrojos le gustaron desde el primer momento y había tenido que hacer uso de todas sus artimañas de seductor para poder atraerla a su cama en menos de veinticuatro horas.

La noche sobre la ciudad era fría y con ausencia de luna. Eso ayudó. Las luces de algunos edificios y las farolas de las calles estaban apagadas debido a un corto circuito en los sistemas eléctricos. Los fantasmas no dudarían en salir de sus escondites para extraer el mana de las personas. Se alimentaban de ella de manera inofensiva, pero si comían mucho, se volvían otra clase de criaturas.

Criaturas que sólo las buscadoras podían encontrar.

Y que sólo los asesinos podían eliminar.

—Deja de perder el tiempo y transfórmate ya en lo que eres —le pidió Melody.

—¿No podrías pedirlo con algo más de delicadeza? Ya sabes que soy un familiar muy sensible.

—Sólo hazlo, gato tonto.

Zack resopló y se desnudó junto al callejón. Melody apartó la mirada de su enorme miembro flácido y se preguntó por qué la bruja que había creado a Zack le había puesto semejante... pene.

Apartó la mirada cuando el cuerpo de Zack destelló. Una bola de humo negro cubrió al asesino y luego se disipó en el aire. Melody tomó su ropa y la guardó dentro de una bolsa que dejó detrás de un bote de basura. Dirigió su vista a su compañero y sonrió.

Era un león. Un gran león de melena negra y ojos dorados. Pocos familiares eran tan... intimidantes como Zack, y tan buenos en la cama, por supuesto.

—Olfatea, gatito.

—Te comeré si vuelves a decirme así —habló el león con su voz profunda. Bajó la cabeza y olisqueó el suelo. Su cola, rematada por una cuchilla, se erizó cuando su nariz captó algo—. ¡Es por aquí!

Melody corrió tras él siguiendo rutas alternas detrás de los edificios, evitando a las personas corrientes y tratando de no dejarse ver por los curiosos. La gente se espantaría con una buscadora y un asesino correteando por su jardín.

—¿Seguro de que es a quien buscamos? —Preguntó Melody.

El león no respondió. Rugía al correr. Saltó una cerca y aterrizó en un jardín donde unos adolescentes estaban teniendo una fiesta de piscina. La docena de chicos se quedó pasmada al ver al león, cuyo pelaje negro no pudo camuflarlo bajo la luz del foco que colgaba sobre un árbol.

—¡Fuera de aquí! —Gruñó Zack y los humanos huyeron despavoridos.

Todos, menos uno.

Uno que se quedó dentro de la piscina. Le sonrió al león y luego saludó a Mel, que al fin logró alcanzar a Zack.

—Te ves cansada, buscadora.

—Estás detenido —dijo la mujer y extrajo una pistola plateada de su muslera—. Por la autoridad que me confiere la Asociación de Brujas te ordeno que te desistas y cooperes con nosotros.

—Nada me haría más feliz.

—Sal del agua, Nethan.

El muchacho soltó el aire y salió. Estaba desnudo y Melody se tomó un instante para disfrutarlo. Luego amartilló el arma y siguió apuntando a su corazón.

—Sabemos que el culto está aquí —dijo la buscadora—. Y están usando brujos para sus propósitos. Estos dedos —le enseñó la caja que colgaba de su cintura—. Tiene anillos que fueron hechos por ti.

—Hechicero renegado —farfulló el león moviendo la cola—. Dinos en dónde están.

—Por favor, amigos. Seamos civilizados. Todo puede arreglarse.

—¡Habla! —Rugió Zack y el sonido de su garganta hizo que las rodillas de la buscadora temblasen.

—Bien, bien —alzó las manos a la altura de los hombros—. Están justo aquí.

Miró hacia arriba, y entonces, una flecha de fuego se estrelló contra el jardín. Melody se tiró al suelo y se cubrió con un campo de fuerza que se desprendió de su anillo multiusos. Zack soportó la explosión y apenas se tambaleó. Sin embargo, el humo no le dejó ver.

Un águila mucho más grande de lo normal tomó a Nethan con sus garras y se lo llevó hacia el norte. Las carcajadas del hechicero renegado retumbaron en los oídos de Melody.


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