No lo comprendo

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Lily se echó a reír ante la petición de Oliver, parecía burlarse de él. Lo que provocó que este se  ofendiera un poco.


—Estaba bromeando, quería asustarte —. soltó Lily — No era verdad lo que dije. Estaba... inventándolo, no puedo creer que lo creyeras —. se burló de nuevo —La verdad, no sé qué te pasó, pero debió ser grave

— ¿Qué? No, no, no. ¿Cómo que bromeabas? Parecías completamente seria —. le reclamó Oliver.

—Me gusta perturbar a la gente —. dijo Lily haciéndose la interesante, mirando a la nada como sí reflexionara.

Oliver la miró con algo de desprecio, pues ¿Cómo podía jugar así con él? Casi lo mata del susto y lo hacía creer que perdía la cabeza.

Aquella joven parecía ser una chica muy peculiar, con la capacidad para mentir con facilidad a su beneficio. O eso pensó Oliver.

—Ya, no me mires así. Lo siento —. se disculpó honestamente, o eso parecía —Vamos, creo que vi tu auto por aquí.

Oliver no tuvo más opción que seguirla, pues la verdad no sabía ni dónde estaba.

...

Mientras tanto, del otro lado de la ciudad.
El padre de Oliver, el señor Velázquez, seguía investigando el supuesto asesinato de la pareja Alonzo Ríos, entrevistando a los vecinos que vivían más cerca de la casa.

—Hola, soy Héctor —. se presentó de manera alegre. —Perdónenme por molestar. Es que mi esposa estaba pensando en mudarse aquí, pero escuché sobre un... Ay, me pone nervioso decirlo... un asesinato —. susurró lo último como si de verdad le apenara. — Y quería saber si creen que es seguro el lugar.

...

—Ouh, hola, buen día. Disculpe, escribo un artículo para una página en internet sobre el asesinato de anoche ¿Puedo hacerles algunas preguntas?

...

—Lo siento, buenas tardes. Soy Héctor, soy investigador de la policía y quiero hacerles algunas preguntas sobre los sucesos de anoche.

...

El señor Velázquez era un hombre que disfrutaba su trabajo, y lo llevaba a acabo de una manera peculiar. El hombre tenía la rara capacidad de agradarle a cualquier persona que cruzara palabra con él. Lograba que la gente soltara la lengua con facilidad y rapidez.

Tal vez era por algo en su aspecto, o tal vez su "honesta" forma de hablar, que parecía inspirarle confianza a la gente.
Ademas, el sujeto era experto en actuación improvisada, pues lograba que la gente lo dejara pasar a su casa como si de un conocido o familiar se tratara.

En fin.


Finalmente dieron las tres de la tarde, y el señor Velázquez pasó a la última casa. La casa de la vecina de enfrente de los Alonzo.


Tocó a la puerta con tranquilidad y decidió no interpretar ningún papel al ver a la mujer que le había abierto la puerta. 

Los tristes ojos verdes de la mujer lo hicieron sonreír, haciéndolo creer que ella estaba deseosa por hablar con alguien de lo sucedido.

— ¿Qué se le ofrece? — preguntó la mujer.

—Hola, soy un investigador privado, me llamó Héctor. Me contrataron para investigar el supuesto asesinato-suicidio de anoche.

— ¿Trabaja con la policía? —preguntó la mujer, dudando en dejarlo pasar.

Héctor rió levemente ante la pregunta. —No, claro que no. Es una investigación aparte.

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