Capítulo 1

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Charles miró de reojo a Erik y sonrió complacido; se veía tan guapo con su camisa blanca y sus lentes de sol. Sabía que estaba disgustado, había sido reticente ante idea de que su hermana se quedase con ellos, no obstante, luego de un par de suplicas, no había podido continuar negándose.

Erik siempre había sido un poco territorial respecto a quien se quedaba en la casa y durante cuánto tiempo, además, nunca habían sido del todo de su agrado los extraños. A diferencia de él, Erik sostenía que las personas eran malas por naturaleza y que la vida en sociedad las obligaba a comportarse, sin embargo, si podían, harían el mal porque estaba en ellos. Habían discutido muchas veces por ese asunto y por la tendencia de Charles de ayudar a todo aquel que lo necesitara. Sí, Charles debía admitir que muchas veces Erik había tendido razón, así, como Erik debió dar su brazo a torcer en algunos casos. De igual manera, Charles confiaba en que Erik y su hermana se llevaran bien.

Estaba agradecido que hubiese aceptado, aunque fuese de mala gana, que Raven conviviera con ellos un par de semanas.

—Me parece que te llaman- habló con tono hosco

—¿Qué? - cuestionó, sin poder apartar la mirada de la línea de su fuerte mandíbula, en donde un cuidado rastrojo rojizo podía apreciarse. Su perfil era tan perfecto, como las esculturas griegas.

—Creo que es tu hermana- señaló

Volteando el rostro a duras penas, Charles descubrió a Raven en la salida del aeropuerto, alzando el brazo que no sostenía su equipaje y moviéndolo de un lado a otro para llamar su atención. Su sonrisa se acrecentó, entonces y cruzó la calle apresurado, ignorando las bocinas de los autos y algunos que otros insultos que se ganó por descuidado.

Durante el viaje a casa, Charles y Raven no pararon de hablar. Cuando supo que Raven vendría a Estados Unidos para anotarse en la universidad, no pudo más que sentirse contento de poder ver a su hermana. Habían mantenido contacto todo el tiempo desde que Charles se marchara de Inglaterra hacía poco más de tres años, sin embargo, el mundo virtual no era lo mismo que reunirse en el real.

—¿Recuerdas el vestido que la abuela te hizo usar?... Lo encontré hace unos días.

—¿Usaste un vestido? - preguntó, con curiosidad, Erik participando por primera vez en la conversación.

—Era tan solo un niño...- aclaró él, un poco avergonzado —Y la abuela no estaba en todos sus cabales.

Raven rio.

—Mamá se volvió loca. Era la fiesta de fin de año y no había ningún poder en la tierra para convencer a Charles de que se lo quitara. El servicio doméstico y todos nosotros, lo corrimos por la casa durante horas.

Erik comenzó a reír y Charles se sintió feliz por ello.

—Al final, mamá lo convenció diciéndole que podría conservarlo si se lo quitaba esa noche.

—Seguramente, te veías adorable- comentó Erik divertido.

—¡Oh, calla! - suplicó avergonzado.

Las cosas marcharon muy bien durante ese día. Al parecer, entre Raven y Erik no habría tantos inconvenientes como había imaginado. A veces, su hermana podía ser una persona difícil de tratar, estaba acostumbrada a salirse con la suya la mayor parte del tiempo, mientras que Erik... bueno, era complicado saber qué cosas podían llegar a molestarle.

—¿Qué te parece? - le preguntó a su hermana, cuando tuvieron un tiempo a solas. Ambos se encontraban en la cocina, él lavando los platos y ella secándolos, mientras Erik permanecía en la sala, hablando con uno de los gerentes de la fundición en donde trabajaba, por unos problemas que había ocurrido por un pedido erróneo.

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