El caso Alonzo Rios

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Era una tormentosa noche. Llovía a más no poder, y el cielo se iluminaba por los fuertes relámpagos. Parecía una noche perfecta para contar historias de fantasmas.

—Oliver —llamó el padre a su hijo, avisándole que el auto ya se había detenido.

El joven, de posiblemente 20 años de edad, quitó la cabeza de la ventana del auto y abrió la puerta del mismo, poniéndose su capucha, para evitar mojar su cabello mientras caminaba hasta la entrada de  esa rara casa rodeada de patrullas.

En el instante en que el joven entró con su padre, los encargados sacaron dos cadáveres de la casa, en bolsas grises.

— ¿Qué pasó aquí? —preguntó Oliver ingenuo, observando el pequeño caos.

—El padre mató a la madre y luego se suicidó —contestó su padre, el señor Velázquez, dándole una palmada a su hijo para que avanzara.

— Y me metes a la casa porqué... —quiso saber Oliver.

—El hijo de la pareja está arriba, en su cuarto. Debes hablar con él,  porque yo no hablo con niños. Vamos, sube —lo incitó a subir las escaleras.

Oliver miró a su padre con gran confusión, mientras este le sonreía, alzando los pulgares, haciendo que el joven rodara los ojos, y comenzara a subir, para hablar con el niño, quien se encontraba en el único cuarto abierto del segundo piso.

El cuarto del niño estaba lleno de muñecos de peluche. Había una linda cama de auto de carreras verde, y algunos libros de cuentos en el suelo. El tierno niño de diez años se encontraba sentado en el piso, leyendo uno de los cuentos, de manera tranquila.

—Hola, pequeño —dijo Oliver sentándose tranquila y lentamente junto al niño.

— ¿Quién eres? —preguntó el pequeño algo asustado.

—Oliver Velázquez, pequeño. Mi padre es investigador, el... descubre cosas, como un detective, y yo le ayudo. Soy su ayudante —explicó Oliver, ganándose rápidamente la confianza del pequeño.

— ¿Cómo el doctor Watson? —pregunto el niño con emoción, haciendo sonreír a Oliver.

—Un niño con cultura —dijo en voz baja, como un balbuceo antes de volver a dirigirse al niño. —Si, como el doctor Watson. Bueno, quería hacerte algunas preguntas antes de llevarte a un lugar apropiado —. Oliver de inmediato sacó un pequeño cuaderno de notas que guardaba en los bolsillos de su pantalón, disponiéndose a escribir.

—Oh, entonces deberías preguntarle a Rhydian. Él me dijo que no bajara hasta que escuchara las sirenas —le dijo el niño, cerrando el libro para poner su atención en Oliver.

— ¿Quién es Rhydian?

El Niño incitó a Oliver a acercarse, moviendo su mano. Oliver tuvo que obedecer —Es mi amigo fantasma, me habla con mi pizarrón —dijo mientras señalaba el susodicho, que se encontraba encima de su tocador.

— ¿Qué dices? —Oliver no pudo evitar sonreír por compromiso al preguntar.

—Sí, escribió este cuento para mí —comentó antes de ponerlo en las manos de Oliver con entusiasmo.

— ¿Qué?

—Oli —le habló su padre —Ya llegaron los de servicios sociales. Debemos salir.

—Ah, claro —dijo poniéndose de píe —Espera ¿Cuál es tu nombre, pequeño?

—Tomás —respondió el niño.

—Ok, Tommy, tienes que acompañarnos —le pidió Oliver. El niño obedeció, y le dio la mano.

Rhydian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora