Pero Sett estaba peor. 

¿Y qué? pensó. 

¿Qué si estaba peor? ¿tenía alguna obligación para con él? ¿le debía algo acaso? No, por supuesto que no. Si hubiera podido dejarlo allí... no estaría sufriendo tanto... su corazón no hubiera recordado cómo palpitar, sus brazos no hubieran recordado el calor de rodear a alguien, su estómago no hubiera revivido para gritar su vuelta a través de las nauseas que le provocaba todo. Parecía que todo su cuerpo gritara por una última oportunidad; pero su mente, oh... 

El pitido de la tetera lo sacó de su ensimismamiento y un gemido ahogado se perdió en la cueva fúnebre que era su garganta. Se levantó de mala gana y apagó el fuego de la cocina. Había huido producto de su propia rabia de la habitación y ni tuvo tiempo de preguntar qué quería a su... invitado. 

Bueno, tampoco la atmósfera era tan enternecedora como para tener una maravillosa cena con un amigo que no veía hace tiempo. Todo lo contrario, la comida fue un tópico único de necesidad. Abrió la despensa y observó: té, leche, azúcar; no había mucho donde escoger. Quizás fuera la lluvia, quizás era el recuerdo de las quedadas en su casa de hace muchos años, al final Aphelios optó por chocolate caliente, bastante cliché para los días de lluvia. Tomó una bandeja de madera algo vieja que seguía en buen estado. Dos platos blancos simples y su taza; se le había regalado Alune hace bastante tiempo. Era blanca con un gato gris recostado sobre la luna, según la chica "le recordaba a él". Fue entonces cuando se percató que no tenía ningún tipo de losa para visitar debido a que nunca recibía a nadie, cuando Alune se hacía presente solía traer sus propias cosas, además era con suerte una vez al año estos días. Sacó entonces lo que él llamada "losa de repuesto". Era losa antigua que generalmente usaba cuando se quebraba algo o le daba pereza limpiar los trastes. Ahí, tenía una taza blanca común y corriente, el mango estaba algo trizado y las marcas de agua de uso se hacían evidentes si mirabas dentro. Con eso tendría que bastar. Una vez preparadas las cosas como a él le gustaba, colocó cuidadosamente todo en la bandeja y emprendió rumbo a su habitación, no sin antes robarse un paquetillo de galletas que tenía encima de la despensa. 

Sett seguía absorto en sus pensamientos, Aphelios había llegado hace unos minutos y dejó la bandeja con todas las cosas en el velador a un lado de la cama. ¿Lo estaba ignorando o realmente estaba tan ido? Si volvía a perderlo sería bastante problemático. 

«¿Estás?»

Una sola palabra escrita, le puso el cuadernillo frente a los ojos ante lo cual Sett no tuvo más opción que reaccionar.

—Perdón —se apresuró a disculparse—, supongo que no estaba.

Esta última palabra, ¿había usado un tono distinto en ella? No es que fuera malo, era... bueno que recuperara en sentido del humor, ¿mas no era raro? 

«Será mejor que tomes y comas algo, asumo que no lo has hecho en días.»

Antes de que pudiera preguntar cuál era su tazón, el joven pelinegro tomó entre sus manos la taza más deteriorada y la acercó a sus labios para calentarse. Por supuesto que la otra era su taza, el pelirrojo agradeció el gesto de algún modo dentro de su cabeza; se sentía tan ajeno estando allí y que los modales de su ex-amigo afloraran en cosas tan mínimas le hacía sentir de una extraña manera que no sabría explicar. Imitando al menor, tomó el tazón entre sus manos. Estaba bastante caliente. Si mal no recordaba Phel siempre había sido más sensible, ¿no se había quemado? Se notaba que el agua acababa de hervir. Mas Aphelios no dijo nada. O bueno, tampoco es que pudiera decir nada. Sett no se había topado nunca con alguien que fuera "mudo" y la falta de comunicación lo inquietaba un poco. Inhaló con pesadez, mas a medida que llenaba sus pulmones y el olor del chocolate caliente lo inundaba, sonrió un poco por inercia. Olía a casa, a familia. Por más tonto que suene, se fijó entonces por primera vez en lo que le habían ofrecido y se percató que incluso habían pequeños malvaviscos en su tazón. Se quedó perplejo ante tal detalle. Aphelios podría no poder decir nada, mas cosas pequeñas como esas... se sentía de alguna forma querido, o al menos, recibido con el decoro necesario, como si fuera una visita más que no llegaba a incomodar. 

Aquello que no te he dicho [AU][SettPhelios]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن