Jeno y Renjun son mejores amigos, pero sucede un giro inesperado cuando en el baile de luna llena aparece una marca en las muñecas de ambos, marcas de almas gemelas.
√Contenido Homosexual (obvia)
√Solo copias u adaptaciones con mi autorización.
√Ome...
[Un alma gemela es como un mejor amigo pero más. Es la única persona en el mundo que te conoce mejor que nadie. Es alguien que te hace una mejor persona, en realidad, lo haces tú mismo porque te inspiran]
Jeno sabe que su omega es uno de los más bonitos que hay, Renjun es delicado y bonito, aveces Jeno piensa que si hace fuerza podría romperse. Por eso Renjun llama mucho la atención donde quiera que va, pequeño, esbelto, con hombros y cintura extremadamente estrechos y una sonrisa brillante que se acompaña con unos ojos llenos de estrellas, la voz suave y el olor a chocolate que lo caracteriza.
Así que en momentos como esos, donde Renjun muestra gran parte de su piel su auto control es casi nulo. Él y Renjun se habían visto desnudos muy pocas veces y cuando estaban más pequeños, no era la gran cosa en realidad pero ahora sí que lo es.
Siempre había tenido una ligera obsesión con Renjun, todos lo sabían y siempre bromeaban con eso, el mayor solo lo abrazaba y reía, pero ahora que son pareja no puede tener las manos quietas o fuera de Renjun.
- Jeno.
Volvió a la realidad cuando Renjun despertó viéndolo fijamente, con una camisa suya que lo cubría por completo pero que en ese momento se encontraba arremangada en la cadera de su omega.
- Junnie.
Lo abrazo por la cintura pegándolo a él y enterrando el rostro en su cuello.
- Tengo hambre, hemos dormido todo el día.
- Yo también tengo hambre, pero de otra cosa.
Se quejó cuando Renjun lo golpeó quejándose, luego río pegándolo más a su cuerpo. Lo miró embelesado cuando el mayor se levanto y se quito la camisa, la luz del sol bañándolo, resaltando cada una de sus curvas mientras se estiraba dispuesto a buscar ropa.
- Renjun, eres hermoso.
El mayor se sonrojó, poniéndose un suéter suyo y unos pantalones, echándose el cabello hacia atrás.
- Ya levantate.
Renjun se inclinó besándolo, se sostuvo de sus hombros y luego se separó.
- Huang Renjun, trae tu trasero de vuelta a la cama.
- ¡Que te levantes! -. Corrió fuera de la habitación dejándolo solo.
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- Pues, no es como que me moleste pero ésta sigue siendo mi casa -. Chenle se sentó en la encimera cuando vio a Renjun bajar por las escaleras y agarrar cereal de la alacena con toda la confianza del mundo.
