- Holaaaaaa –gritó justo después de cerrar la puerta. Aquello pareció descongelarnos. Yo me levanté y Beth se acostó y se tapó con toda la ropa de la cama. Salí disimulando.

- Hola.

- ¿Qué hacías ahí? –me preguntó sin mirarme mientras se dirigía hacia el frigorífico.

- Se dejó la tele encendida y la apagué –mi improvisación me salvó el pellejo, aunque tampoco fue tan difícil- te he hecho comida –le dije señalando un plato al lado de los fogones.

- ¿Tú? ¿Comida? Pensándolo mejor creo que no tengo tanta hambre. Me voy a dormir –pasó por delante de mí sin mirarme.

- De nada –le dije en tono sarcástico. Soy consciente de que cocino fatal, así que estoy acostumbrado a que desprestigien mi comida. Cerró la puerta de su cuarto y me fui a casa.

Por el camino solo podía pensar en una cosa.

Había estado a punto de ser infiel, y esa era una de las cosas que más odiaba de la gente. No es que la gente no pueda enamorarse de otras personas –que me lo digan a mí- pero sí lo tienes tan claro haz las cosas bien: deja a tu pareja e inténtalo con el nuevo amor, no lo intentes con el nuevo amor sin antes dejar a tu pareja. Y una idea me cruzó la mente: he estado a punto de convertirme en algo que odio. Después una serie de preguntas me asaltaron: ¿Qué acciones suponen infidelidad? Tener sexo estaba claro, pero y ¿Un beso? ¿Acaso le estaba siendo infiel a Gwen cada día al tener sentimientos hacia otra persona? ¿Dónde está escrito el reglamento de la infidelidad? ¿Había sido infiel desde el momento en que acepté mis sentimientos hacia su hermana? ¿Era yo el malo de la historia?           Y después de esa pregunta me percaté de otra cosa: Beth tiene que sentirse fatal ahora mismo, ha estado cerca de traicionar a su hermana, y eso era algo que seguro la estaba atormentando, pues yo la conocía bien, y su hermana era para ella un ejemplo a seguir, lo sabía desde que empecé a conocerla en mis primeros viajes a Dinwiddie, en su hermana veía a una gran amiga, aunque después de pasar los años de la adolescencia, que son los años en los que adquirimos nuestra personalidad, con su hermana a muchos kilómetros, aquél sentimiento se había diluido un poco. Aun así, su hermana seguía siendo una gran compañera, una gran compañera a la que había estado a punto de traicionar, así que con total seguridad ahora mismo estaría destrozada.  

Definitivamente empezaba a sentirme como el malo de la historia, así que llegué algo deprimido a la cama. Pero justo antes de sumirme en mis pensamientos eché un último vistazo al móvil. ¿Un mensaje a estas horas?

A mí me ha encantado tu comida, o puede que tuviera tanta hambre que cualquier cosa habría estado buena. Hasta mañana. Un beso. =)

¿Un beso? De repente no me veía tan malo. Solté el móvil, me arropé, esbocé una sonrisa y cerré los ojos.

Y eso fue todo, que no es poco. Hasta la próxima.

Tu Josh.

 

Sábado, 1 de diciembre de 2011

Querida Anna, hace  dos semanas que no te escribo, pero no creas que voy a dejar de hacerlo. No te he escrito porque no había nada que contar, después del acercamiento entre Beth y yo no ha ocurrido nada. Creo que los dos hemos firmado un pacto mental inconsciente para evitar que ocurran cosas como aquella. Así que la cosa se ha enfriado un poco, parece como si estuviéramos en paz por haber desvelado nuestros sentimientos y ese fuera nuestro límite. Los dos sabemos que una relación entre nosotros es imposible, aunque yo dejara a Gwen, o ella a mí, no estaría bien que poco tiempo después su exnovio y su hermana comenzaran una relación. Y eso es exactamente lo que pensamos los dos.

SIN SALIDAWhere stories live. Discover now