"De cuando un ángel y un demonio descubren que el trabajo nunca termina"

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"De cuando un ángel y un demonio descubren que el trabajo nunca termina"

Esa mañana, cuando Adam le llamó por teléfono y pidió, tan amable, dulce y calmado como siempre ha sido, que se tanto su ángel como él mismo se reunieran con él en Tadfield, Crowley jamás imaginó que sería por un asunto tan puntilloso como aquel. Aunque, sí necesariamente debía ser sincero, era de esperar que las cosas se salieran de control tarde o temprano, con una administración como la Ella no se puede esperar mucha calma por demasiado tiempo.


Sin embargo, lo que ambos acaban de escuchar va mucho más allá de los desastres casuales a los que están tan acostumbrados enfrentar


- Es necesario que lo detengan. El último sello debe permanecer intacto o no existirá poder en el universo que pare la destrucción total de todo aquello que conocemos.


La voz de Anatema sigue siendo agradable al oído y la belleza extraña de la mujer no ha mermado a pesar de ya rondar cerca de los cincuenta años, para ellos, que apenas han cambiado lo mínimo desde aquella ocasión en que se vieron obligados a detener el primer apocalipsis, el tiempo es un concepto vago del que no son conscientes hasta que ven a los humanos que han amado envejecer y morir, como la estrella fugaz que su vida es.


- Querida, ¿Estás completamente segura de que eso es lo que Agnes ha predicho? ¿En verdad se avecina de nuevo sobre nosotros semejante peligro?


Crowley no puede evitar observar a su ángel con cariño y algo que está seguro se asemeja bastante al temor. El demonio no puede explicar realmente porque, pero un instinto dentro suyo le dice que es mejor hacer caso a las palabras de aquella mujer que incluso después de muerta tanto les ayudó en el pasado.


Y tal parece, al escuchar a la descendiente de la misma hablar, que no es el único que lo piensa.


- Es verdad que no he estudiado estas predicciones tanto como mis antepasados estudiaron las primeras, Aziraphale, y sabes tan bien como yo las razones por las cuales elegí llevar una vida dictada por mi misma. Pero eso no significa que las tome a la ligera o no sea cuidadosa con la interpretación del conocimiento que poseen.


Y no existe manera de decir que no hizo lo correcto, pues basta con ver la hermosa familia que formó al lado del heredero de Pulsifer y la enorme paz y felicidad que les rodeaba a ambos, para darse cuenta que así fue. Incluso el verla ahora, con canas donde antes había castaño, pero siendo capaz de tomar decisiones difíciles por sí misma y exudando sabiduría allá donde antes solo existía ímpetu, eran también todas pruebas de su correcta elección.


- Tienes razón querida, lamento si mis palabras sonaron rudas, es solo que, tener que lidiar con un nuevo apocalipsis que amenaza con ser incluso peor que el original, y vernos nuevamente involucrados en el mismo como si no existiese otro propósito  para nuestra existencia, es...


Aziraphale lucia consternado y no era para menos, su tiempo juntos, de verdad juntos, había sido tan feliz como nunca creyeron que lo sería antes de convertirse en traidores a sus respectivas causas, era normal, que habiendo probado la dulzura de la libertad y el libre albedrío, ahora que estaban nuevamente atados a un plan que nadie entendía, resultaba incluso cruel.


El pelirrojo decide tomar entre sus manos aquella que su ángel no usa para intentar sosegar los latidos humanos de su corazón, y le brinda una mirada que lo dice todo sin emitir palabra alguna. En un apoyo mudo le confirma lo que ambos saben desde el momento que se encontraron por primera vez en el jardín del Edén, están juntos en esto, sea lo que sea, y siempre será así sin importar quien se interponga entre ellos.


- Si yo pudiera hacer algo, tengan por seguro que lo haría. Siendo honesto ya lo he intentado pero el resultado ha sido un rotundo fracaso.


La voz de Adam al confesar su fracaso está llena de una sincera tristeza que resulta extraña viniendo del hombre en que se ha convertido; hay en su persona una pureza difícil de ocultar que no hace más que enaltecer la ya bastante obvia hermosura de su cuerpo físico y que llena de un extraño orgullo al demonio que se sabe en parte responsable de que eso fuese siquiera posible.


- Al parecer mis poderes son inútiles en este nuevo plan debido a que ya no es mi padre, quien rige el infierno.


Hay cierta resignación en las palabras del joven hombre que todos allí comprenden y que a pesar de que no debería, duelen al pensar en el origen de las mismas. Crowley se niega a pensar en el trágico final de aquel al que un día amó y siguió con abnegación, y sabe que a su compañero de vida le pasa lo mismo al intentar recordar al arcángel cuya vida fue sacrificada junto a la de aquel que siempre llamaron maligno.


La imagen del arcángel Michael atravesando con su espada el pecho de Satanás, con los ojos abnegados en lágrimas y la lanza de este incrustada dolorosamente en su estómago les perseguirá por el resto de sus inmortales existencias, así como lo haría el íntimo y casi dulce abrazo en que ambos combatientes fueron encontrados, cuando sus respectivos bandos, agotados y desmoralizados, finalmente se acercaron a donde sus líderes yacían muertos, pero finalmente juntos.


- Lo entendemos Adam, sabemos que no es tu culpa y aunque nos desagrada, también sabemos que debemos hacerlo, no permitimos el apocalipsis hace veinte años, no lo permitiremos ahora.


La seguridad y decisión con las que Crowley hace semejante afirmación es suficiente para que no solo su pareja, sino todos en la habitación sientan que aún hay esperanzas a las cuales aferrarse. Un rápido vistazo a la expresión de su ángel le confirma lo orgulloso y enamorado que se encuentra de él y no puede, ni quiere, evitar que una sonrisa orgullosa se le escape de los labios. 


Y aunque ambos son lo suficientemente sinceros para admitir que no desean involucrarse nuevamente en una escaramuza como aquella, juntos estuvieron, están y estarán dispuestos a enfrentar cielo e infierno todas las veces que sea necesario, porque aman a la humanidad casi tanto como se aman el uno al otro, así que si en sus alas está el salvarles nuevamente, pues bien, no serían ellos quienes se opusieran al maldito plan inefable ¿cierto?

SacrilegioWhere stories live. Discover now