capitulo 10

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Astarté.

La pelirroja madame le observaba con ojos curiosos acomodada en su mullida cama. Si no se equivocaba, la bata rosa que llevaba era una parte de un provocativo conjunto nocturno. Echó a sus matones con un simple gesto y se levantó. Lenta y sensualmente se acercó hasta la posición de Dominic.

– Dominic, el chico peligroso – acarició su pelo a la vez que giraba a su alrededor – me gusta tu estilo. Puedes levantarte, mis chicos son un poco rudos, pero no verás a nadie mejor.

– Si querías una cita, hubiera valido con una llamada – se levantó y se alejó del centro de giro de Astarté. Ella rió y volvió hasta su cama. Abrió el cajón superior para sacar un paquete de cigarrillos. Saltó encima del colchón y le dio una calada a su cigarrillo antes de contestar.

– Otro modo de traerte aquí hubiese sido más complicado para mí. Necesitaba que nadie te viese entrar. Tengo información para ti.

– ¿Algo interesante?

– Sé quien mato a tu amigo.

La indiferencia de Dominic se quebró al oír esas palabras. Astarté aprovechó ese instante de debilidad para atraerle hasta su cama. Le invitó a sentarse en ella, pero solo consiguió que se quedase junto a una pata trasera.

– Con tanta afluencia de altos cargos por mi hotel, no fue difícil enterarme de las noticias del asesino en serie demoníaco. Creo que el patrullero fue la tercera victima, después del resistente y la profesora de yoga. Parece que esta empezando a incomodar a los privilegiados, ahora que saben que son su próximo objetivo.

– Dime que sabes – le ordenó, sin embargo a Astarté eso no le funcionaba. Dio unos toquecitos al colchón, invitándole a acompañarla

– Solo te pido que me acompañes. Es muy cómodo y me he dejado las esposas en otro cuarto, así que no te preocupes – Dominic acabó cediendo, se echó y apoyó la cabeza en uno de los cojines con forma de corazón – ¿has visto el espejo de mi techo? El placer aumenta cuando te ves en él.

– Al grano, Astarté.

– Soso, eres muy soso – se sentó en la cama, dándole la espalda – buscáis a un demonio muy poderoso. Solo puedo decirte su nombre. Baal.

Baal. Por fin conocía la identidad del asesino de Tim. Con el nombre ahora Eiko podía profundizar en su búsqueda, tenia ya el clavo en el que aferrarse. Algo le resultaba extraño.

– Si has usado tantas artimañas para traerme hasta aquí, me imagino que no te dará seguridad delatar a Baal. ¿Qué es lo que ganas diciéndomelo?

Esa pregunta hizo reír a Astarté. Dominic la dejó continuar a gusto, para ocultar que no estaba intrigado por su reacción. Cuando paró, ella se levantó y se dirigió hasta la ventana. Una vez en su posición, le miró divertida.

– Tan cerca he estado de ti y no te has dado cuenta...

– ...de que soy un demonio – Dominic terminó su frase, dejándola impactada. Ahora le tocaba reír a él – no eres la única que sabe mantener un secreto. Si no te he hecho nada es por curiosidad. Y porque pareces inofensiva.

– Depende de como lo veas – se acercó a Dominic, este ya estaba de pie en el centro de la habitación y prefirió mantener la vigilia sin sacar el arma. Quería ver que pasaba e intuía que le necesitaba vivo – soy la reina de la lujuria, el demonio del placer carnal. Vuestros deseos lascivos me dan energía, por eso no me hace gracia que Baal haya cruzado la puerta. Ese mata a diestro y siniestro y con el ataque a los privilegiados, se carga a mi sustento.

Oscura Redención (Acabada)Where stories live. Discover now