Él asiente mientras sonríe más ampliamente. 

-Sí, es cierto que no será como la tuya pero... -. Aprieta una de mis manos con fuerza-. Te gustará el ambiente. Además, tengo ganas de que mis amigos te conozcan -comenta sin dejar de tener esa sonrisa permanente, sus ojos azules recuperan su brillo habitual-. No todos los días se conoce a una americana. 

Asiento con calma. 

-Está bien -acepto-. Me has convencido para que vaya. 

-Schön -suelta en alemán-. Paso a recogerte a las... diez -dice mientras observa mi reloj de muñeca-. Sé puntual como los alemanes -me pide antes de levantarse de la silla.  

***

-Es importante que te comportes esta noche -comenta Elizabeth mientras me arregla un poco el pelo a su manera. Recogiendo todos los rizos detrás de mi cabeza, en una especie de rollo elegante con dirección hacia arriba, aunque sin ir más allá de la altura de los glóbulos de mis orejas-. Sé que suena raro viniendo de mí, dado que he criado a una rebelde como tú pero... -. Terminar de poner una horquilla y me gira-. Necesito que des muy buena impresión sobre nosotras. Será mejor que no bebas demasiado, para no correr riesgos. 

Quien supongo que es Friedrich golpea la puerta principal, lo que desvía nuestra atención durante un segundo.

-A parte de eso... -. Finaliza diciendo-. Disfruta de la noche, Charlotte. 

Le dedico una pequeña sonrisa antes de coger mis cosas y caminar hacia la puerta. 

Friedrich está al otro lado. Lleva unos pantalones rectos de pinza de color gris y una camisa azul que resalta sus ojos. Está sonriente y muy peinado, también huele a perfume masculino. 

-Hallo! -saludo animada-. ¡Estás muy guapo! -aseguro mientras cierro la puerta principal tras salir. 

-Danke! -suelta con una gran sonrisa y el color subiendo a sus, normalmente pálidas, mejillas-. ¡Tú también estás radiante! ¡Ese vestido te sienta muy bien! -apunta mientras observa el vestido fluido de seda burdeos  y hasta la rodilla que me ha dejado Elizabeth, y que lleva un pequeño cinturón a juego para marcar la cintura-. ¿Nos vamos? -pregunta mientras me ofrece su brazo para que lo tome. 

Al principio el gesto me toma un poco por sorpresa porque... Friedrich nunca lo había hecho antes, pero solo me toma un segundo reaccionar y tomar su brazo para emprender nuestro paseo hasta donde se encuentran sus amigos. 

Una vez que llegamos al café, es bastante fácil detectar a su grupo de amigos entre el humo de tabaco y el sonido del resto de conversaciones, debido a que son los que levanta alguna de sus manos para saludarnos desde el lugar en el que están sentados. Contra una pared donde hay un largo banco acolchado a un lado y silla de madera al otro. Reconozco a Engel entre el pequeño grupo, de cuatro personas sin contar con nosotros. 

-Hallo! -van saludando todos en una imperfecta sincronización. 

-Hallo -pronuncio con timidez, saludando un poco con un gesto de mi mano.

Me siento extraña estando alrededor de estos chicos de mi edad y siento algo dentro que me impulsa a volver a la seguridad de la casa de Elizabeth, donde hay otra americana, donde puedo hablar siempre en mi idioma y ser entendida, donde puedo encerrarme en mi habitación y no salir de allí si no me apetece. 

-Puedes sentarte al lado de Gretchen -sugiere Friedrich, con una suave mano posada en la parte baja de mi espalda. 

Asiento en respuesta de forma automática y me deslizo en el banco, junto a la susodicha, una chica que debe rondar mi edad, de pelo rubio oscuro cortado por el hombro y bellamente rizado, con unos ojos azules que mejoran un poco la rigidez de su nariz. 

LA HIJA DEL TIEMPO 2.5 (2º GUERRA MUNDIAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora