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hongjoong estaba un poco más cariñoso que cualquier otro día, imaginar que era el tipo de chico que cada que podía te decía lo linda que eras o intentaba tomar tu mano o acariciarla, bueno, ahora era eso y el doble.
—jagi—. acarició tu rostro y dejó un beso en tu mejilla—. estoy cansado—. puchereo dejando reposar su cabeza en tu hombro y abrazándote por la cintura.
obviamente no te molestaba en lo más mínimo, pero cuando se empezó a presentar la situación de su afecto frente a los demás chicos y sus novias, te incomodó ligeramente intentando pararle hasta que estuviesen juntos en casa y darse mimos a solas.
escuchaste a hong servirse un vaso de agua mientras tú trabajabas en tu computador en la mesa del cuarto.
—volví—. canturreo mientras entraba al cuarto, le sonreiste y caminó hasta estar detrás tuyo encorvandose para abrazarte por la espalda mientras dejaba su cabeza por encima de la tuya—. ¿en qué trabajas?—. dejó un beso rápido en tu mejilla.
—el presidente de finanzas me ha pedido que hiciera un nuevo archivo con las ventas.
—¿tardarás mucho?—. dejó ahora un beso en tu hombro y se separó de ti para darte un suave masaje.
—un poco más y termino—. levantaste la cabeza para verle y se acercó a besarte. se separó de ti y viste un puchero marcarse, acariciaste su mejilla y se fue de tu lado para tirarse a la cama.
continuaste haciendo tu trabajo al rededor de unos veinte minutos hasta que escuchaste un suspiro de tu novio, giraste a verle y estaba sentado en la cama cruzado de brazos haciendo un puchero.
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reíste y te levantaste de tu silla caminando hasta estar cerca de él.
—¿qué pasa?—. tomaste su barbilla y le diste un beso.
—dijiste que vendríamos a casa a darnos mimos—. reíste y te sentaste frente a él, separaste sus brazos acomodándote cerca suyo para que te abrazara.
—perdón cariño, me lo han pedido, pero no te preocupes—comenzó a acariciar tu espalda y dejar cortos besos por tu cabeza—, es para mañana. lo dejaré así y mañana temprano lo terminaré.
te separaste de él y se recostaron en la cama viéndose de frente, de pronto él se colocó entre tus brazos y escondió su rostro entre tu cuello, dirigiste tu mano hasta su cabello y comenzaste a dar caricias, oíste que se quejó—. ¿qué sucede?—. preguntaste aún acariciando su cabello.
