El Lago

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Vi cómo todo el mundo corría hacia la misma dirección con cara de angustia y desesperación, rápidamente se empezaron a formar pequeños grupos de personas y todos murmuraban mientras mantenían la mirada fija hacia el frente. Sentí una gran curiosidad y decidí acercarme, no fui corriendo como la gran mayoría pero sí lo hice con paso apresurado.

A medida que me acercaba podía contemplar la inmensidad de un lago que nos quedaba de frente, la gente se detenía justamente en la orilla ya que esta les impedía ir más allá. Parecía ser muy profundo y sus aguas turbias daban deseos de mantenerse alejado. Todos miraban a lo lejos y cuando me acerqué lo suficiente pude escuchar a las mujeres sollozar y a los hombres tragar en seco. Al llegar, pude ver lo que ocurría, pude ver por qué la gente estaba tan angustiada, pues a la mitad del lago podía verse un niño ahogándose.

Me uni al grupo de personas que solo observaba, nadie hacía nada y no fui la excepción, por la distancia a la que el niño se encontraba se entendía que no había nada que hacer. En ese momento pensé "pobre niño" "pobres padres, ¿qué será de ellos cuando sepan que su hijo ha muerto ante los ojos de todos y nadie hizo nada al respecto?". Con sobresalto busqué en mis brazos pero estaban vacíos, pues hasta el momento había tenido la sensación de tener a mi pequeña Emely cargada, en ese momento; un escalofrío electrizante corrió por toda mi piel cómo olas violentas sobre el mar.

Con gran angustia volví a mirar hacia el frente, hacia el lago, fijé mi mirada hacia aquel niño que perdiendo la batalla aún luchaba por mantenerse a flote. Y lo reconocí, reconocí ese abrigo de colores que le regalé a Emely en su tercer cumpleaños, ya había pasado poco más de un año y le quedaba un poco ajustado porque había crecido mucho pero le encantaba usarlo cada vez que tenía la oportunidad.

Entonces corrí y me lancé sin pensar en si llegaría a tiempo o no, tenía que hacerlo, era mi hija quien se ahogaba, nadé como nunca antes lo había hecho pero sentía que no avanzaba, de vez en cuando levantaba la mirada y veía cómo cada vez su intento por sobrevivir se hacía más débil, ya no le quedaban fuerzas, mi pequeña ya se estaba dando por vencida.

Cuando pude llegar a ella ya su cuerpo estaba inmóvil, sólo estaba allí, flotando como tronco de árbol caído que el viento movía de un lado a otro a su voluntad. La agarré y puse su cabeza sobre mi hombro y me apresuré a nadar hacia la orilla, los brazos me ardían y mi pie derecho empezaba a acalambrarse, había nadado varios metros tan rápido como me fue posible y tenía que nadar la misma distancia para regresar, esta vez con mi pequeña en brazos.

Cuando había avanzado un poco más de la mitad ya no me quedaban fuerzas, estaba fatigado y mi intento por salir se hacía cada vez más lento. Entre el grupo de espectadores vi cómo un joven le pasó sus cosas a alguien, se quitó los zapatos y se lanzó a mi encuentro, esta persona conservaba todas sus fuerzas así que no lo pensé dos veces para pasarle la niña, lo importante en ese momento era que ella llegara a la orilla.

El joven se adelantó mientras yo trataba de recuperar un poco de fuerzas, quise seguirle el paso pero mi cansancio era tan grande que apenas podía mantenerme a flote. Cuando al fin pude llegar a la orilla tenían a la niña recostada sobre la hierba mientras alguien trataba de darle primeros auxilios, aún tratando de recuperar el aliento me acerqué y con los dedos temblorosas tomé una de sus pequeñas manos para ver si aún tenía pulso.

EmelyWhere stories live. Discover now