Día 1 - Jardín de rosas

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Para mi, ¿qué es la felicidad?

Ethan se preguntaba muchísimas veces qué era verdaderamente la felicidad y si alguna vez él la había sentido. Sabía con seguridad que había estado contento alguna que otra vez. Sobre todo cuando era pequeño había sentido una tremenda felicidad, como casi todos los niños, pero no tenía seguro si había llegado al punto de ser feliz en su desarrollo hacia la madurez. Ethan se quedaba horas y horas tumbado boca arriba mirando el techo de su habitación, el cual tenía estrellas pegadas y algunos planetas creados por él colgados, dando vueltas cada vez que había una mínima corriente de aire.

Se pasaba todas esas horas intentando averiguar cómo podría decir que es diferente, de alguna manera, a todo el mundo. Quería gritarlo a los cuatro vientos y aunque Ethan no veía nada malo en serlo, sabía que sus padres no iban a pensar lo mismo. Seguramente acabarían echándolo de su casa, o lo peor de todo, acabarían por no hablarle el resto de su vida -como suelen hacer las demás familias con aquellos miembros diferentes actualmente-. Mas les quería demasiado como para que eso pasara.

Tener una familia normal no quiere decir que tus padres te apoyen en todo, desgraciadamente. Ese hecho le producía un enorme miedo que le quitaba el sueño noches y noches.

¿Que por qué tanto drama por ser diferente? Te preguntarás. Digamos que la homosexualidad no está bien vista en la sociedad actual. Puedes llegar a ser un paria de la sociedad si lo declaras públicamente, ya que nadie va a querer saber nada de ti. Todos te van a ignorar para que no le "infectes" con esa enfermedad. Seguramente ni la mitad de ellos saben realmente qué es la homosexualidad. La ven como un virus muy contagioso que hace que todo el mundo te evite y te consideren menos que una persona.

Ethan ya lo había visto en la escuela con sus propios ojos, en cómo habían apaleado a un estudiante, que ni quiera era homosexual, solo porque uno de sus compañeros había visto algo raro en su forma de actuar. Evidentemente Ethan no quería pasar por ese calvario, y más cuando aun no estaba seguro de lo que verdaderamente sentía.

Una maraña de sentimientos se enredaba más y más en su interior y cuando más intentaba deshacerla para encontrar por fin la verdad de lo que era o de lo que sentía, se hacía más densa y difícil de desenredar. A veces deseaba no pensar en estas cosas, en no tener tantas dudas y poder ser un chico corriente como sus compañeros de clase, a quienes a veces les escuchaba decir que estaban felices. Ethan no era capaz de decir que él lo era. Ni siquiera se le venía a la mente aquella palabra. Como ya os he dicho, la felicidad no es un sentimiento que le haya visitado aun a nuestro amigo.

No tenía a nadie al que pudiera llamar amigo, solo a una pandilla de compañeros de clase que ni si quiera se preocupaban por él. No tenía a nadie cercano, a parte de su familia a la cual no le podía decir nada y su padre siempre le molestaba con su homofóbia. El secreto le quemaba por dentro, necesitaba hablar con alguien, contárselo a una persona que le entendiera y que no le mirara mal por ello. Pero era como dejar una bomba encendida al lado tuyo y esperar que no te haga daño.

Un mundo de locos, donde cada cual es peor que el siguiente.

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Te preguntarás, ¿cómo empezó todo este lío?

Pues con un simple acelerón de las pulsaciones del corazón. Ethan se encontraba en clase de Matemáticas en ese momento, con la profesora Clara, mientras daba las derivadas inmediatas, cuales se tenían que saber de memoria. Como no le apasionaba mucho esta parte de las matemáticas y más o menos él ya sabía algo, desvió la mirada hacia los primeros sitios de la clase buscando algo con lo que entretenerse. Estuvo mirando a los estudiantes que se encontraban en primera fila hasta que se dio cuenta de que había un chico que le devolvía la mirada a ratos, mientras podía, porque de vez en cuando cogía apuntes de la pizarra.

Pétalos de rosa (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora