Un Piso Especial: Una Nueva Compañera

25 1 0
                                    

No podía creer lo que estaba por hacer.

¡Por fin lo había conseguido!

Había convencido a mis padres que me dejaran iniciar mi vida a pesar de mi juventud. Nací en un pueblo bastante pequeño. Por eso me costó que mis padres me dejaran emanciparme... por eso y por su forma de crianza y de pensar, que ellos pensaban que había nacido para casarme y nada más. Me resulto difícil los inicios pero no me importaba, conseguí sacarme una carrera en la ciudad. Cuando acabé mis estudios, me costaba pensar en volver al pueblo. No quería volver a encerrarme en ese ambiente y como me costaba salir adelante por mí misma, decidí muy a mi pesar quedarme compartiendo piso.

Tuve suerte y pronto encontré un trabajo que mi sueldo me permitía poder vivir sola. Pasaron un par de años maravillosos, conocí a un chico ideal, a veces me decía a mi misma «tanta felicidad no es buena, por algún lado tenía que salir mal» Estuvimos casi cinco años y al cabo de ese tiempo, nos dimos cuenta que la cosa no funcionó y volví a quedarme en casa sola. Algo que agradecí.

Sin embargo en esa época, hubo recortes en mi empresa y si quería mantener mi empleo, debía trabajar menos horas y cobrar menos o irme a la calle. Y acepté. El problema es que no llegaba a bien a fin de mes y no podía mantener el piso yo sola.

 El problema es que no llegaba a bien a fin de mes y no podía mantener el piso yo sola

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Estaba harta de ir siempre apurada y decidí volver a mi pasado y compartir piso. Me costó bastante tomar la decisión, porque cuando te acostumbras a vivir sola, es como dar un paso atrás. Por otra parte, también pensaba que podía ser divertido estar con más gente y me daba cuenta de que antes la gente compartía piso a los 20, pero tal y como anda el patio en la actualidad, está a la orden del día seguir haciéndolo a los 30, a los 40...

No queda de otra si quieres ir más o menos bien.

Cuando le dije a Lucrecia, una de mis mejores amigas, que había tomado esa decisión, me propuso buscar piso juntas. Ella se acababa de separar y tampoco podía permitirse vivir sola. Me pareció una idea genial, ya que siempre nos habíamos llevado bien y así no tendría que convivir con un extraño. Lo que pasaba es que para los pisos que encontrábamos nos pedían muchas garantías: varios meses de fianza, avales... y cosas por el estilo. Teníamos pocos ahorros y no veíamos solución, pero después de estar casi un mes «pateando» la ciudad, nos enteramos de que había una chica que ofrecía dos habitaciones en un piso. Nosotras nos habíamos hecho a la idea de estar las dos solas, pero fuimos a ver la casa y nos encantó. Además, Laura, la propietaria, nos cayó fenomenal. Nada más salir de allí. Fuimos a conversar a una cafetería que vimos al otro lado de la calle.

—¿Tu que dices Lu?

—No se tía, parece buen rollo ¿no crees?

—Pienso que sí, pero ya sabes cómo son estas cosas y si luego nos arrepentimos, y si es una loca que...

—¡Frena Bárbara... frena! Relax... —tan tranquila siempre mi amiga y yo tan peliculera.

—Vale... pues... no se... ¿qué hacemos? —le pregunte con voz preocupada.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 29, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Un Piso EspecialWhere stories live. Discover now