—Pobre niña—digo con pesar y veo a Judith—. Dile a Jaqueline que se comunique con el área correspondiente. Necesito las autorizaciones para poder continuar el tratamiento.

—Como diga, doctora—ambas sonreímos y Judith se aleja por el pasillo.

Mientras la observo siento la respiración de alguien cerca de mi oído y unos labios que besan una parte de mi cuello expuesto por la coleta que uso en ese momento. Al girarme encuentro a Hayden con una sonrisa y mi rostro se vuelve serio.

—Te pido que jamás vuelvas a hacer eso—estoy molesta y no puedo evitarlo. Es una falta de ética profesional.

—¿Por qué? —ella toca mi brazo y yo solo apretó la mandíbula conteniendo mi enojo porque a pesar de todo sigue siendo mi jefa—. ¿Alguna novia que se pueda poner celosa?

—Si—le digo con seguridad y me alegro de ver como la sonrisa se borra de inmediato de su rostro—. Desde hace dos días hay una novia que se puede poner celosa. Aparte de eso, a mí me molesta. Estoy enamorada de alguien y no me gusta que otra persona que no sea ella invada mi espacio personal, y mucho menos en mi lugar de trabajo.

—¿Enamorada? —Hayden volvió a sonreír—. Esas son palabras mayores, Camila. Pensé que tú no te enamorabas de nadie.

—Eso cambia cuando llega la mujer correcta—la veo a los ojos con intensidad—. Te pido que te mantengas al margen y me dejes en paz.

—Hace algunos meses no decías eso y no te importaba el lugar de trabajo cuando estábamos en mi oficina—volvió a intentar hablando muy bajo solo para que Camila escuchara—. Solo es sexo casual, Camila. Sin compromisos.

—Tengo todo el sexo que quiero con la mujer que amo—la veo a los ojos—. No tengo tiempo ni energía y mucho menos ganas de pensar en otra mujer. Lauren me deja realmente agotada.

—Parece que incluso tu parte dominante ha cambiado—su voz suave hasta cierto grado molesta pero no lo demuestra.

—Y me encanta cambiarla si es con ella—respiro hondo—. Pasa un feliz día, Hayden.

Empiezo a caminar por el pasillo cuando mi rostro se encuentra con unos ojos turquesa que reconozco. La chica se encuentra pegada al umbral de la puerta observándome se ve agotada y llena de dolor. Solo es una niña que estoy segura que es huérfana.

—Debo reconocer que tiene carácter—es lo único que dice antes de volver a la cama y por alguna razón eso me hace sonreír. Me dirijo a mi oficina porque necesito desesperadamente escuchar la voz de Lauren. Aunque sea solo unos segundos.

CALEB EVANS

Ha pasado algo que no he podido ver, pero sé que las cosas son diferentes. Estoy viendo a Lauren en este momento en el jardín de su casa tarareando Take My Breath Away de Berlin y me hace sonreír recordando lo mucho que Lauren disfrutaba de Top Gun y su amor platónico con la versión joven de Tom Cruise en esa película. De la canción disfruta más la versión de Jessica Simpson que es una de sus favoritas. Era la que usualmente tocaba en el piano algunas veces.

Su voz llega a mí de repente y me sorprendo de escucharla cantar. Usa un sombrero grande que me impide verle el rostro, pero está inclinada sobre los hermosos tulipanes que tanto adora cantando su canción favorita. En nuestro departamento no tenía espacio para las flores, pero sé que los tulipanes son su segunda flor favorita.

Está cantando muy suave, pero no puedo evitar cerrar mis ojos escuchándola. Su voz se ha vuelto un poco más ronca pero calma mis sentidos, como siempre lo ha hecho. Sus notas suenan con miedo, como si tuviera tiempo sin cantar. Esa canción no la ha cantado en años y me sorprende que elija esa en específico. Una vez recuerdo que me dijo que Take My Breath Away había sido la canción que había tocado y cantado para los evaluadores de la Sinfónica años atrás, y con la que había abierto su primer concierto con ellos. Lo había hecho acompañada de su violín, y jamás volvió a tocarla de esa forma, únicamente con su piano. Mis ojos vuelve al espejo y la imagen ha cambiado, me acerco al espejo y observo la clara imagen de la Estación del Metro de New York. Me veo a mi mismo años atrás viendo el reloj constantemente porque esa mañana me levanté tarde.

The GuardianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora