Capítulo 7

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Juliana está corriendo antes de registrar que sus pies se mueven.

Baja las escaleras de dos en dos; llega al segundo piso, al primero. Está moviéndose demasiado rápido para detenerse a buscar, pero registra que no hay nadie. ¿Cómo es posible que no haya nadie? Llega a la planta baja y sale por la puerta trasera que da cara a la piscina en menos de un minuto desde que vió a Valentina caer.

No ha roto la superficie del agua.

—¡Valentina!

Juliana no piensa, tan solo corre al área de la piscina donde el agua se revuelve, y salta dentro.

Toca el piso de inmediato, gracias al cielo la piscina no esta honda. Agarra lo primero que encuentra, un brazo, pero al querer sacarla Valentina se aferra a ella hasta conseguir sumergirla. Traga agua, siente como quema.

Juliana intenta sacudirsela, pero al sentir que es imposible lucha contra el pánico para tomarla por los antebrazos y jalarla hacia arriba.

Ambes rompen la superficie.

Al estar de pie al fin, Valentina parece volver a sus sentidos, y con ayuda de Juliana se sostiene del borde de la piscina, y tose toda el agua que tragó. Juliana hace lo mismo. La nariz y el pecho le arden por haber respirado agua cuando Valentina la jaló debajo.

—No manches, nos querías ahogar a las dos—dice en voz alta, cuando al fin puede respirar nuevamente.

Mira a Valentina, pero la otra chica no le presta atención. Esta llorando desconsolada, y en medio de sus sollozos solo repite una palabra: Papá.


.:.


Dos chicas las miran extraño cuando suben las escaleras de regreso a la habitación. Están chorreando agua por todo el edificio, pero a Juliana poco le importa. Tiene sus brazos alrededor de Valentina, guiando sus pasos tambaleantes, y Juliana se da cuenta de que es la primera vez que toca a su compañera de cuarto.

Llevan semanas dándose golpes verbales, pero nunca habían estado tan cerca.

Su piel esta helada.

Juliana guía a Valentina hasta su cama cuando entran al cuarto, y la chica se sienta con la mirada perdida.

—¿Debería llamar a alguien?—pregunta, pero Valentina no le responde, solo tiembla.

Juliana camina hacia el armario de Valentina, considerablemente más lleno que el suyo, y saca un par de toallas. Se las extiende a Valentina, y a está le toma un momento agarrar una y ponérsela alrededor de los hombros.

Juliana está comenzado a sentir el frío también, ahora que la adrenalina se ha disipado. Pero ella siempre ha sido buena para compartimentalizar las cosas. Todo lo que le sucede, en especial las cosas malas, van directo a un cajón bajo llave en su mente, cuando hay cosas más importantes de las que preocuparse.

—Deberías darte un baño con agua caliente—le sugiere a Valentina, y la chica despierta de su estupor lo suficiente para mirarla, y asentir.

Juliana se cambia mientras escucha la regadera en el baño, y al menos cree que Valentina no está lo suficientemente borracha como para ahogarse en la regadera. Una vez que está usando ropa seca, se sienta en su cama, y exhausta, contempla los últimos 15 minutos de su vida.

Si se hubiera quedado a esperar tan solo un minuto, para ver si Valentina salía sola, la otra chica se pudo haber ahogado. Si hubiera intentado conseguir ayuda en alguna parte del edificio, pudo haber llegado demasiado tarde. No es la primera vez que Juliana se da cuenta de lo delicada que es la vida, pero en esta ocasión conoce a la persona.

Coincidir || JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora